10 cosas que le pasan a tu cuerpo cuando te subes a un avión

Viajar en avión es una experiencia emocionante en la que el pasajero sube unas escaleras y encuentra su asiento para disfrutar de un recorrido por el aire que le llevará hasta su destino favorito. La rapidez y la comodidad de los vuelos hace que sea el medio de transporte más utilizado para viajar entre países y cada año miles de personas se montan en una de estas naves voladoras y se preparan para disfrutar. 

Sin embargo, esta rapidez y comodidad pueden tener su parte negativa que se refleja en diferentes efectos que padece nuestro cuerpo cuando volamos en avión. No todo el mundo sufre estos síntomas que suelen presentarse mayormente en viajes largos de muchas horas, pero es importante conocerlos y estar informado antes de subir a un avión. Desde hinchazón de piernas hasta jet lag, los efectos de volar van más allá de lo que percibimos. 

Una de las dolencias más comunes que surgen tras pasar muchas horas en un avión es la hinchazón de piernas y pies. Este hecho tiene una explicación muy sencilla y se debe al exceso de agua acumulada en las extremidades debido al largo periodo de tiempo que se pasa sentado en un viaje en avión. La retención de líquidos podría crear trombos o coágulos de sangre en las piernas y es muy importante controlar la situación.

Este efecto se conoce como el síndrome de la clase turista ya que suele ocurrir a aquellas personas que viajan en asientos más pequeños donde la movilidad es muy reducida. Para evitar este efecto es recomendable estirar las piernas periódicamente, levantarse y pasear brevemente por el pasillo del avión y usar ropa cómoda que no sea muy apretada. 

Las cabinas de los aviones tienen una cantidad muy baja de humedad para mejorar la conducción y el funcionamiento de los elementos técnicos del vehículo y eso puede crear una pérdida de líquidos significativa en los viajeros. La deshidratación se manifiesta de forma muy clara en la piel y en los labios que notarás especialmente secos si sufres este efecto.

Lo mejor para evitar la falta de líquido es beber agua antes, durante y tras el vuelo para mantenerse hidratado y no sufrir sus síntomas y consecuencias. Además, este problema también puede generar dolor de cabeza, irritación en los ojos e incluso estreñimiento.

Los aviones vuelan a alturas muy elevadas y eso puede generar una presión que afecta de forma negativa a algunos viajeros. Las molestias en los oídos son una problemática muy presente en los pasajeros, especialmente durante el despegue y el aterrizaje. Este hecho está relacionado directamente con la diferencia de presión entre el interior y el exterior del avión y provoca al pasajero un fuerte dolor en los oídos que puede llegar a ser muy molesto.

No se puede hacer mucho para evitar este efecto, pero hay algunos trucos para aliviarlo. Masticar chicle es una de ellas ya que la acción de mascar ayuda a equilibrar la presión de los oídos y reducirá notablemente esta molestia.

Un factor crucial a considerar al volar es la calidad del aire en la cabina. Aunque el aire se renueva cada 2 o 3 minutos, la humedad es significativamente baja, lo que aumenta el riesgo de infecciones respiratorias. Esto es particularmente relevante en la era post-COVID, donde se enfatizaba la importancia de mantener la distancia entre las personas.

Dado el reducido espacio en los aviones, el uso de mascarillas fue obligatorio durante un largo periodo de tiempo, aunque algunas compañías han relajado esta obligación. En la actualidad ya no es necesario el uso de la mascarilla, pero hay quienes prefieren portarla para evitar contagios que son muy frecuentes en los viajes en avión. 

Como ya se ha mencionado anteriormente, la presión atmosférica dentro de la cabina de un avión es notablemente más baja que en tierra firme y por ello hay menos oxígeno disponible. La falta o escasez de oxígeno crea graves efectos nocivos en el cuerpo humano y es muy importante controlar la situación.

Debido a este efecto es muy común sufrir fatiga, mareos o migrañas en un largo viaje en avión, sobre todo aquellas personas que son propensas a este tipo de dolencias. Los despegues y aterrizajes también pueden generar dolor de cabeza, pero respirar profundo y mantener la calma hará que la situación mejore y el dolor disminuya. 

Hay muchas personas que prefieren hacer sus necesidades en el baño de su casa y hacerlo fuera les supone un auténtico problema. Además, durante un vuelo es muy común que disminuyan las ganas de ir al baño y este hecho puede generar estreñimiento. Las largas horas sentado, la inmovilidad y la pérdida de líquidos debido a la baja humedad del ambiente contribuyen notablemente a este problema estomacal.

Otro factor importante en este efecto es la distancia recorrida en el vuelo ya que la velocidad de los movimientos intestinales se ve alterada y puede generar malestar gástrico. Para evitar este problema es recomendable comer suave antes y durante el vuelo. 

Como ya hemos visto anteriormente, la baja humedad es el principal protagonista de todos los efectos que sufres cuando viajas en avión. Otra de sus consecuencias es la reducción de saliva ya que nuestro cuerpo reduce la producción de líquidos para evitar la deshidratación. Esta escasa producción de líquido bucal puede provocar un aumento en las bacterias de la boca y, como consecuencia, un incremento del mal aliento.

El hecho de consumir azúcares durante el vuelo también aumenta el mal olor de nuestra boca y por eso no es muy recomendable. Para evitar el mal aliento es importante mantenerse hidratado y quizás consumir algún caramelo o chicle mentolado sin azúcar. 

La presión en la cabina de un avión en pleno vuelo es equivalente a la que se siente en altitudes elevadas, similar a subir a una montaña. Esto deriva en una cantidad menor de oxígeno disponible, lo que puede dificultar la respiración y causar molestias como dolores de cabeza y mareos. La reducción de la humedad en la cabina también contribuye a estos problemas respiratorios.

Además, muchas personas temen a los vuelos y sufren auténticos ataques de ansiedad durante el viaje que les crean dificultades para respirar. Lo mejor es mantener la calma y respirar con tranquilidad para evitar quedarse sin aire y pedir ayuda al personal de vuelo si es necesario.

Cuando despegamos del suelo, nuestro cuerpo sufre una mayor exposición a la radiación atmosférica debido a la altitud del avión en el aire. De hecho, este fenómeno se intensifica en vuelos más largos y cercanos al Polo Norte debido a sus condiciones atmosféricas.

Aunque no representa un riesgo significativo para viajeros ocasionales, la tripulación de vuelo y los viajeros frecuentes pueden estar más expuestos a este tipo de radiaciones. No obstante, no hay que entrar en pánico ya que no es un hecho realmente peligroso para los viajeros que no sentirán ningún efecto secundario y que están protegidos por los controles especiales. 

Uno de los desafíos más frecuentes al volar largas distancias es el jet lag. Este fenómeno se produce cuando existe mucha diferencia entre la hora local de destino y el reloj biológico interno de nuestro propio cuerpo debido al cambio de múltiples zonas horarias. Cuantas más horas pase un pasajero en un avión y más zonas horarias cruce, este problema será más intenso.

De hecho, el jet lag aumenta notablemente cuando viajamos hacia el este y en el mundo hay miles de personas que no logran conciliar el sueño o pasan numerosas horas sin dormir debido a este desajuste horario corporal que puede generar un malestar muy desagradable.