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El restaurante de Cantabria preferido por los camioneros: una familia puede comer solo con un primer plato

En el corazón de Hoz de Anero, un pequeño pueblo a escasos 27 kilómetros de Santander y estratégico para los camioneros que recorren la cornisa cantábrica, se encuentra La Bolera, un restaurante que ha hecho de la cocina tradicional su sello distintivo. Aquí, en Anero, los comensales pueden disfrutar de una experiencia singular: los perolos de platos de cuchara se dejan en la mesa para que cada uno se sirva a su antojo.

La Bolera es un hervidero de actividad. "Es la primera vez que vengo, pero mi compañero viene mucho. Es que se come muy bien, en todos ellos", comenta Imanol, un cliente que trabaja en el aeropuerto de Santander y que observa cómo a las 2:30 de la tarde el comedor está repleto y la gente espera para sentarse. El menú, a un precio de 14,50 euros, ofrece raciones tan generosas que una familia podría saciarse solo con el primer plato. Las patatas riojanas, servidas en un enorme perolo, son un ejemplo de la hospitalidad y abundancia de La Bolera, donde los comensales se sirven a su gusto.

El ambiente en La Bolera es animado y acogedor. "Tenemos mucha gente que trabaja en obras en la zona, camioneros y también vecinos que vienen después de hacer la compra", dice Patricia mientras atiende mesas en el bullicioso salón presidido por una televisión sintonizada con el informativo de TVE. La oferta culinaria incluye siete opciones de primero, como alubias rojas, macarrones con tomate y ensalada de pulpo, y siete de segundo, como albóndigas caseras, escalope a la milanesa y entrecot de novilla. Los postres, todos caseros, son el broche de oro para una experiencia gastronómica completa.

La Bolera: un bar que merece una visita

Con una cocina que abre desde las 12 del mediodía y no cesa hasta las 4:30-5 de la tarde, La Bolera sirve alrededor de 180 comidas diarias entre semana, y aunque los fines de semana el número baja a unas 100, el menú se torna más elaborado y los precios suben a 26,50 euros, con manteles de tela adornando las mesas. El éxito del lugar es tal que hasta cuentan con aparcacoches para organizar la convivencia entre camiones y turismos en el abarrotado parking.

La solidaridad entre los clientes es palpable. Los obreros, principales comensales del lugar, suelen ceder la mesa para tomarse el café en la barra cuando ven que se arma cola, sabiendo que los que llegan también disponen de poco tiempo para comer. "Nunca decimos que no a nadie, pero sí es cierto que a veces hay que esperar", confiesa Patricia, señalando que en días de buen tiempo, la terraza se convierte en una opción atractiva.

Aunque la carta varía, hay clásicos que no pueden faltar, como la sopa de pescado, las albóndigas, el cabrito asado y la emblemática tarta de la abuela, elaborada con un toque especial de miel. "A las tres, ya nos hemos quedado sin algunos platos", comenta Patricia, anticipando que con las vacaciones, disminuirá la clientela de la construcción, pero aumentará la de turistas, especialmente por la proximidad de Anero a Noja, uno de los destinos más atractivos de Cantabria.