Ses Illetes, azul paraíso: por qué esta playa de Formentera es una de las mejores del mundo
La transparencia imposible de sus aguas es sólo uno de sus atributos

Nada de lo que se diga de esta famosa playa de Formentera puede asemejarse a la experiencia de contemplarla con los propios ojos. Ni mucho menos a la de nadar en esta suerte de lago salado, cálido y quieto como un consomé, entre miles de pececillos de colores que serpentean entre los pies casi en la misma orilla.

Ubicada en pleno Parque Natural de Las Salinas, al norte de la menor de las Pitiusas y apuntando su perfil hacia la eterna Ibiza, Ses Illetes es un arenal en forma de flecha, lo cual le da la particularidad de ser acariciada por dos brisas. Un arenal finísimo que adquiere tonos rosados debido al polvo de coral.
Bendita posidonia
Pero lo más llamativo son sus aguas en las que caben todas las gradaciones del azul. La razón a esta transparencia imposible hay que buscarla en la posidonia, la planta que alfombra sus fondos y cuya peculiar fotosíntesis propicia coloraciones turquesas. Y es que Formentera cobija la pradera oceánica más grande del Mare Nostrum, declarada Patrimonio de la Humanidad.

Por todos estos atributos (y por su emplazamiento privilegiado en el llamado Paso del Trucadors, con la panorámica del mágico islote de Es Vedrá.), Ses Illetes no sólo se erige en la mejor playa de España, sino que también se cuela a menudo en los cinco primeros puestos del ranking mundial. Su esencia es la belleza virgen de un Mediterráneo que nada tiene que envidiar al Caribe o a los Mares del Sur.
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Secreto a voces
Agraciada con un clima suave durante todo el año, Ses Illetes es un extraño refugio en el que, a falta de construcciones, el horizonte queda recortado por la silueta de los veleros y los yates de lujo. Porque es cierto que su secreto no ha podido guardarse del todo y que en los meses más álgidos peca de un exceso de gente. Pero da igual. No hay atardecer más dramático que el que brinda el sol en este rincón con sus destellos rojos y dorados.

Para poner la guinda, caminando por el alargado arenal hacia el extremo norte, aparece Espalmador. Este islote diminuto, más salvaje si cabe, es como un apéndice de la playa en el que se oculta una impresionante biodiversidad. Un espacio natural protegido por estrictas leyes medioambientales y custodiado por un ramillete de idílicos atolones vecinos. Aquí, en una laguna de dudosas propiedades terapéuticas, Paz Vega se embadurnó de barro en la película Lucía y el sexo. Y aunque esta imagen quedó grabada como un mito para la posteridad, seguir su ejemplo está sancionado por amenazar la fragilidad del lugar.
Otros atractivos
Ses Illetes es tal vez la gran seña de identidad de Formentera. Pero en ningún caso la única. Esta isla de tamaño bolsillo ofrece todo un universo de posibilidades. Desde entregarse a actividades náuticas como kayak, windsurf o vela, hasta explorar el interior en bicicleta a lo largo de sus 32 Circuitos Verdes, que suman más de 100 kilómetros de interés natural.

Además, no hay que perderse sus faros emblemáticos (Cap de Barbaria, en el punto más al sur, y el de La Mola, en el extremo oeste), sus mercadillos de artesanía y el fantástico ambiente de música en vivo que en localidades como Sant Francesc, Sant Ferran y La Mola nutren la agenda del verano.
Formentera: sin tiempo, sin mundo
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