San Cristóbal de La Laguna: un paseo que no olvidarás por la primera ciudad no amurallada
Un casco histórico que es Patrimonio de la Humanidad, un litoral de roca volcánica, charcos y piscinas naturales, una Reserva de la Biosfera… Acompáñanos por este paseo por la primera ciudad moderna española

Creen los laguneros que ser la primera ciudad del Reino de Castilla y Aragón no amurallada, la primera ciudad de paz, ya les dio un carácter abierto. Y están en lo cierto. Una manera de comprobarlo es visitando San Cristóbal de La Laguna este 2023, año en que estrena presidencia en el Grupo de Ciudades Patrimonio de la Humanidad en España. Y es que el casco histórico de esta ciudad tinerfeña entró en la famosa lista de la Unesco hace ya 24 años, en 1999.

Se podría decir que San Cristóbal de La Laguna tiene una oferta turística diferente al resto de la isla. De hecho, últimamente se han posicionado en esa oferta de turismo slow traveltan reclamada estos días.
La mejor manera de tomar conciencia de que esta ciudad fue la primera trazada a cuadrícula es pateársela. Fundada en 1497 por Alonso Fernández de Lugo, fue diseñada con instrumentos de navegación marítima y a cordel, y sirvió de ejemplo para el modelo de ciudad que los conquistadores españoles replicaron en el Nuevo Mundo (Lima, La Habana, Cartagena de Indias o San Juan de Puerto Rico).

Viejas casonas, palacetes con fachadas de colores intensos y pórticos de piedra sorprenden al visitante que va paseando por este plano geométrico, con sus largas calles paralelas cortadas por otras más cortas. Su trazado está intacto desde finales del siglo XV. Se siente uno parte del universo, y casi literalmente hablando. Ese plano de ciudad-territorio está inspirado en la navegación y se lee como un mapa estelar, en el que cada ‘estrella’ corresponde con un punto particular de la ciudad y a la vez este se relaciona con el resto de puntos y con el todo.
Rumbo a la torre más icónica de La Laguna
Podemos empezar el paseo, por ejemplo, en la calle peatonal Obispo Rey Redondo (conocida como la de la Carrera). La torre de la iglesia de Nuestra Señora de la Concepción nos servirá de guía. Es uno de los emblemas de la ciudad y data de finales del siglo XVII, aunque la iglesia es del XVI. Se trata de la más antigua de Tenerife. Dentro podremos admirar sus artesonados, su púlpito de madera, su capilla de Ánimas… Y se puede ascender a la torre y divisar ese trazado tan característico de la ciudad desde las alturas.

Arquitectura tradicional canaria
Pero antes de llegar a ella aparecen otros monumentos reseñables, como la catedral, construida en 1913 en los aledaños de la derruida ermita de Santa María de la Expectación; la casa Riquel, del siglo XVIII; la casa Alvarado-Bracamonte, o de los Capitanes, con su fascinante portada, su balconada, sus huecos de las ventanas labrados en toba roja, su patio canario…; la casa del Corregidor, una de las más antiguas de la ciudad, de 1540, y que llegó a ser cárcel (no perderse su portada plateresca); y la casa de la Alhóndiga, donde en su día se almacenaba y vendía el grano.

Desembocamos en la plaza del Adelantado y en la esquina con la calle Consistorio encontramos el ayuntamiento de la ciudad, en cuyo interior se conserva la cédula real por la que Juana la Loca concedió a La Laguna el título de Villa. Junto al consistorio, la rosada fachada del Colegio de las Dominicas.

Por cierto, durante el paseo llama la atención la gran cantidad de plantas suculentas que encuentran en los tejados de muchas de estas casonas su hábitat perfecto para crecer.

Comercio con América
Una muestra de las relaciones entre España y América se ejemplifica en la Casa Casabuena, que en su día fue Juzgado de Indias y desde ella se comerciaba directamente con América. Su espectacular balcón de madera es similar al que se encuentra en otra casona, la Casa Bigot, construida en 1654 y posiblemente la primera en su género. Ambas casas se encuentran en la calle Herradores, paralela a la de la Carrera.

Tiempo de universidad
Nos vamos ahora a la calle San Agustín para descubrir, en la iglesia de San Agustín uno de los mejores claustros renacentistas de Canarias. Además, fue sede de la primera universidad de Canarias y más tarde único centro de enseñanza secundaria de las islas. Por ella pasó uno de los canarios más ilustres, Benito Pérez Galdós. Hoy, siglos después, San Cristóbal de la Laguna sigue destilando aire universitario por los cuatro costados. Más de 20.000 estudiantes se forman en la bicentenaria universidad de la ciudad, la primera del archipiélago canario.

En la misma calle San Agustín se encuentra también el Palacio Salazar, que a finales del XIX pasó a ser palacio episcopal y cuya fachada de cantería es un ejemplo del primer barroco canario y está considerada como la mejor fachada civil que se conserva en Canarias (además, fue la única que se salvó de un salvaje incendio en 2006).
De la Villa de Arriba a la de Abajo
Otra ruta interesante que tomar en la ciudad es la que invita a conocer la historia de los dos núcleos fundacionales de La Laguna. En 1497 se asentaron los primeros vecinos en viviendas construidas en los aledaños de la iglesia de la Concepción, dando lugar a la Villa de Arriba. En 1503 se organizó un diseño más ordenado de las construcciones a partir de un nuevo trazado en torno a la Plaza del Adelantado; es lo que se conoce como Villa de Abajo.

El Parque Rural de Anaga y Punta del Hidalgo
Pero no todo es casco histórico en La Laguna. Quizá hasta ahora pocos turistas se han aventurado a visitar sus alrededores, a completar esa visita cultural con una más natural. La Comarca Nordeste y el Parque Rural de Anaga están a tiro de piedra de la ciudad. La Laguna es puerta de entrada a este último, Reserva de la Biosfera sobre todo gracias a su terciario bosque de laurisilva, que se puede empezar a recorrer a través de uno de sus senderos. Por ejemplo, el de los Sentidos, que permite interactuar con esta auténtica selva subtropical de millones de años de antigüedad.

Bajamar y Punta del Hidalgo forman parte de la franja costera del municipio de La Laguna y son dos de los lugares en los que sumergirse en el lado slow de la ciudad. Playas de roca o arena, piscinas naturales, senderos y restaurantes de gastronomía marinera invitan al viajero a disfrutar.

Nos despedimos de La Laguna observando la puesta de sol desde el mirador de Jardina o el de Cruz del Carmen, con la vista del Teide ante nuestros ojos.

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