Una ruta inolvidable por Ribadavia, la capital de uno de los vinos más antiguos de Galicia

Nos perdemos en la capital de la comarca orensana de O Ribeiro.

Ribadavia castelo dos Condes de Ribadavia

Castelo dos Condes de Ribadavia.

/ Carlos Rodríguez Zapata

Por Ribadavia pasan dos ríos caudalosos: el Avia, que refleja como un espejo la villa medieval, y el Miño, que se bebe a aquel poco después. En realidad, tres ríos, pues bajo tierra corre otro de aguas termales. Pero el agua no es la protagonista de Ribadavia, sino el vino. Esta es la capital de la comarca orensana de O Ribeiro, cuna de uno de los caldos más antiguos de Galicia y el primero que llegó a América en las naos de Colón. Gracias al vino, Ribadavia, que es una población pequeña, de 5.000 habitantes, ha tenido una prosperidad y una historia espléndidas: fue una boyante judería y la capital del reino de Galicia.

Ribadavia Barrio judío

Barrio judío de Ribadavia.

/ Carlos Rodríguez Zapata

Iniciamos nuestro recorrido por Ribadavia en la Praza Maior, visitando el pazo de los Condes, del siglo XVII. Aquí y en el vecino castillo, que se yergue sobre un peña llena de tumbas antropomorfas, vivieron los señores de Ribadavia, los Sarmiento, un apellido muy apropiado para una villa vinatera. El pazo alberga la oficina de turismo y el Centro de Información Judía, donde se cuenta la historia de la comunidad hebrea local, que fue una de las más florecientes de Galicia, enriquecida con el comercio del vino. También fue de las más envidiadas y perseguidas.

Ribadavia restaurante sábrego

Restaurante Sábrego y Casal de Armán, en Ribadavia.

/ Carlos Rodríguez Zapata

Una vez visto todo lo anterior, se ha de bajar desde la Praza Maior por la rúa de Merelles Caula, que fue la principal de la judería, donde estuvo la sinagoga. En la calle de San Martiño, destaca la casa de la Inquisición, un edificio del siglo XVI con cinco escudos de familias vinculadas al Santo Oficio. Y en la paralela de Santiago, lo hace la iglesia del mismo nombre, románica, del siglo XII, la primera que hubo en la villa. Calle arriba, en el número 11, se encuentra la pastelería de As Nisas, donde tres hermanas elaboran y venden ricos dulces hebreos. Para andar arriba y abajo por las cuestudas rúas peatonales de la judería, un poco de dulce no viene mal.

Siguiente parada, en el Museo del Vino de Galicia, que está en el lugar de Santo André de Camporredondo, a seis kilómetros de la villa. Ocupa una monumental bodega del siglo XVIII, donde en su día se hacía vino para el monasterio de San Martín Pinario de Santiago de Compostela. Cien mil litros salían de ella todos los años. Ya tenían que beber vino los monjes…

Ribadavia Monasterio de Oseira

Monasterio de Oseira.

/ Carlos Rodríguez Zapata

Como es lógico, una de sus salas está dedicada a la comarca vinícola circundante, la de O Ribeiro, una de las de mayor personalidad y más antiguas de Galicia. Redondearemos la escapada enológica a Santo André de Camporredondo visitando Adega Doña Elisa, una bodega de colleiteiro (de cosechero) familiar, minúscula, con menos de una hectárea y media de viñedo, que elabora un vino delicioso: Canción de Elisa. Lo producen con cuentagotas: 5.000 botellas al año. Nada que ver con la gigantesca Viña Costeira, la mayor bodega de Ribadavia y de Galicia, que vende mil veces más. También se puede y se debe visitar.

Ribadavia Adega Doña Elisa

Adega Doña Elisa.

/ Carlos Rodríguez Zapata

Si bebemos más de la cuenta, que es probable, nada para despejarnos como un chapuzón en las Termas Prexigueiro, unos baños al aire libre de inspiración japonesa en un pinar a cinco kilómetros de Ribadavia, con pozas donde el agua mana a 40 grados, tanto en invierno como en verano.

Ribadavia termas Prexigueiro

Termas Prexigueiro en Ribadavia.

/ Carlos Rodríguez Zapata

Dependiendo de la temperatura ambiente y de la presión atmosférica, el agua es transparente, blanca o turquesa.

 

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