Termas de Orense: un recorrido por las mejores de la provincia
La provincia gallega de Ourense acoge entre su montañoso paisaje una gran cantidad de espacios con aguas termales y mineromedicinales.
De esta provincia gallega fluyen cada día tres millones de litros de aguas termales y mineromedicinales, una cantidad que en Europa solo supera Budapest. Es por su gran patrimonio termal que Ourense se convirtió en 2009 en una de las seis ciudades fundadoras de la Asociación Europea de Ciudades Termales Históricas.
El termalismo en Ourense está dividido entre hoteles balneario, balnearios para tratamientos sin alojamiento y termas para relax y ocio, tanto gratuitas como de pago. En total se estima que son más de 70 las surgencias termales que hay en la provincia y lo cierto es que son un gran reclamo turístico para todos aquellos que disfrutan tomando estas aguas de reconocidas cualidades terapéuticas.
Aunque ya desde la época de los romanos las aguas ourensanas eran concebidas como un método de sanación natural, nuestro actual ritmo de vida sumado al paso del tiempo hace que aumente nuestra necesidad de cuidar el cuerpo para sobrellevar el estrés diario. Para ello, además de las conocidas Burgas, fuentes de aguas termales que brotan a una temperatura de entre 64 y 68 ºC -con un caudal de 300 litros por minuto-, existen también en toda la provincia balnearios y termas en los que darse un buen baño de agua caliente para curar dolencias de la piel o para relajarse.
La piscina termal de As Burgas, ubicada en pleno Casco Histórico de la ciudad, actualmente es de uso gratuito y mantiene una temperatura aproximada para el baño de 38 ºC. Aunque éstas gozan de un gran reconocimiento, también existen otras instalaciones en diversos puntos de la capital y de la provincia.
Dirigiéndonos hacia las orillas del río Miño, que atraviesa la ciudad ourensana, se encuentra la ruta Termal del Miño formada por 5 km de senda peatonal en la que se ubican hasta siete instalaciones termales. Los espacios gratuitos que forman este circuito son lugares que prometen un buen baño bajo la inconmensurable belleza de su entorno natural. Son las termas de A Chavasqueira, Muíño da Veiga y las Termas de Outariz y Burgas de Canedo -dos conjuntos que forman la zona termal más grande de la ciudad-, dirigidas al baño individual y colectivo. Por otro lado, el agua de las fuentes de O Tinteiro y de Reza es utilizada como bebida y para el baño parcial, usándola para la cara o las manos.
Esta ruta la forman también la Estación termal de A Chavasqueira -con un precio de 4€ la hora y media-, que se abastece de surgencias que brotan con temperaturas entre 62 y 63 ºC, o la Estación termal de Outariz, que por un precio de 5,50€ dos horas, dispone de 11 termas exteriores y 3 interiores. Ambas estaciones están basadas en la cultura balnearia japonesa y ofrecen además del baño otros servicios como masajes, envolturas corporales de algas y barros o chocolaterapia.
Estos manantiales que afloran en las orillas del Miño han sido, al igual que muchas partes de Galicia, objeto de cuentos y leyendas que ahora concentran la ciencia, la historia y la tradición de unas aguas termales mineromedicinales que brotan de las entrañas de la tierra.
Asimismo, a lo largo de la provincia ourensana pueden encontrarse balnearios con hotel como los de Arnoia, Laias y Lobios, pertenecientes al grupo hotelero Caldaria, o el balneario Baños de Molgas, que ofrecen a sus huéspedes un tratamiento terapéutico con aguas que brotan desde los 22 ºC en Arnoia, hasta los 51 ºC en Laias o los 77 ºC en Lobios. Estos lugares brindan también la oportunidad de adquirir otros servicios como son las terapias manuales, tratamientos de estética facial y corporal, saunas, gimnasio de rehabilitación o sillones térmicos. Otras instalaciones sin alojamiento que también ofrecen servicios adicionales son el Gran balneario de Carballiño, con aguas entre 22 y 28 °C, el Balneario de Caldas de Partovia o el de Cortegada, con aguas que emanan a 44°C.
Estas aguas son indicadas por su capacidad diurética, sus beneficios para la piel o para tratar ciertas patologías. Cada una está destinada a un fin debido a su diferente composición mineral, obtenida gracias a la composición granítica del suelo. Esta es la que hace que el agua de lluvia se filtre por las capas subterráneas del suelo -en las que las rocas están a alta temperatura- y así se caliente y adquiera sus propiedades minerales, para finalmente manar en la superficie a altas temperaturas.
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