El pueblo de Teruel que parece sacado de una película Disney

Luces, cámara, ¡acción!

Ciudad amurallada
Ciudad amurallada / Istock / StockPhotoAstur

Cuando se encienden las farolas, las luces, en Albarracín, Teruel, parece que el mismísimo Walt Disney gritara “¡Acción!”. Este pueblo pide a gritos una secuela de La bella y la bestia, o de cualquier otro gran éxito televisivo en el que se precisen pueblos encantadores, casas ídem. No es difícil imaginar tramas palaciegas, o amores imposibles, o aventuras juveniles en los rincones de Albarracín. Cuando tengamos nuestra propia versión de Luca, Coco, Encanto, sería menester que Albarracín fuera uno de los candidatos para acoger las imaginaciones del ratoncito y sus amigos cinematográficos. Aquí hay muchas pelis, mucha historia. Albarracín está considerado uno de los pueblos más bonitos de España, y, bueno, no cabe duda de que motivos hay de sobra. Veamos algunos.

Se encienden las luces y se multiplica la belleza

Se encienden las luces y se multiplica la belleza

/ Istock / JackF

Patrimonio, mucho patrimonio

Albarracín conserva un impresionante patrimonio histórico-cultural. Las murallas del siglo XIV, el palacio episcopal, el castillo y las torres como El Andador o La Muela, así como la catedral del Salvador y la Casa Consistorial, son solo algunos de sus tesoros. Pasear por sus calles medievales, con casas de color rojizo como la famosa Casa de la Julianeta y las espectaculares casas colgantes a orillas del río Guadalaviar, es una experiencia muy cinematográfica.

Museos y naturaleza

Para los amantes de la paleontología, la subsede de Territorio Dinópolis, Mar Nummus, dedicada a los fósiles y mares prehistóricos, es una parada obligatoria. Los niños disfrutarán del Museo del Juguete, que muestra la evolución de los juguetes desde el siglo XIX hasta los años 70.

Por el río de Albarracín

Por el río de Albarracín

/ Istock / Antonio Carlos Soria Hernandez

Para los amantes de las setas, este es el lugar donde desplegar sus cestitas de mimbre y pasear alegres entre árboles sombríos y verdes praderas. Primero puedes ir al Museo Micológico para conocer las variedades autóctonas: negrillas, sanjuaneras y boletus edulis, y luego salir a su encuentro y pasar la tarde por un entorno extremadamente limpio y salvaje, por la naturaleza en estado puro, sin alterar, sin tráfico, sin gritos, sin necesidad de la prisa ni el estrés. En este pueblo hay de todo, todo bueno.

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