Peratallada, la joya por descubrir de Cataluña

Con un encanto singular, es mucho más que otro pueblo medieval de los tantos que esconde Cataluña.

La iglesia de Sant Esteve.
La iglesia de Sant Esteve. / Istock / José Miguel Sánchez

El Baix Empordà guarda en lo más profundo de su territorio un pequeño pueblo medieval completamente hecho de piedra. Su propio nombre lo indica: Peratallada, antiguamente "Petra Taiata". Sus calles encierran un encanto natural único, pues absolutamente todo es del mismo material, a veces adornado con flores y plantas que cuelgan de ventanas y tejados. Nada desentona en este ambiente, donde incluso los suelos son de piedra y puertas y ventanas están teñidas de llamativos colores. Esta preciosa villa lo es a los ojos de cualquiera que la visite. Tanto es así, que fue declarada conjunto histórico-artístico y bien cultural de interés nacional (BCIN) en 1975.

Calle de Peratallada con edificios de piedra decorados con flores y pantas.

Calle de Peratallada con edificios de piedra decorados con flores y pantas.

/ Istock / Ana del Castillo

No es necesario asomarse por una ventana para ver la Costa Brava, su encanto no necesita ser adornado por el mar, al contrario de lo que muchos puedan pensar. Es uno de los pueblos más bonitos de la Cataluña medieval -y no medieval- que todavía conserva su aspecto feudal. En el medievo fue una de las ciudades mejor fortificadas de la zona, con tres recintos de muralla de los siglos XII y XIII: uno en el centro coronado por un castillo, otro en el levante y otro en el norte. Además conserva una iglesia románica de principios del siglo XIII, la de Sant Esteve.

Este pueblo catalán no tiene nada que envidiar a los medievales italianos.

Este pueblo catalán no tiene nada que envidiar a los medievales italianos.

/ Istock / José Miguel Sánchez

Allá donde el tiempo se ralentiza

Pese a que hay evidencias de que antes del castillo hubo otras fortalezas, la fecha oficial es hacia 1065. A su alrededor se formó la población, sobre un montículo de 4 o 5 metros de altitud. A sus lados todavía se intuyen algunas almenas y la gran torre del Homenaje, la seña de identidad del pueblo. Desde otra de sus torres, la de las Horas, se pueden contemplar las fantásticas vistas que ofrece esta joya medieval. Muy cerca del castillo se abre paso la Plaza de les Voltes (de las Bóvedas, en castellano). A uno de sus lados hay un porticado de techos bajos donde antigüamente se montaba el mercado y que servía de punto de reunión para los vecinos.

Fachada de una casa de Pertallada.

Fachada de una casa de Pertallada.

/ Istock / Ana del Castillo

Al pasear por la Calle Mayor nos damos cuenta de que, por mucho que mantenga sus raíces, Peratallada sigue vivo y avanzando. A lo largo de esta se extienden tiendas de artesanía o de ropa, restaurantes, bares, una heladería..., siendo la calle que más negocios alberga. Perderse entre sus empedradas calles, contemplar los carteles de estilo antiguo o los objetos realmente antiguos merece la pena. Aunque muchas de las casas y locales no se construyeron en una época tan lejana, todas tratan de imitar las que sí lo son, logrando un efecto de unidad, nada artificial, perfecto para huir de la rutina y olvidarse de todo por un instante.

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