Estos destinos son mejores en agosto que en julio: anótalos
Si eres de los rezagados que todavía no ha elegido destino vacacional, te ofrecemos 3 propuestas que te permitirán vivir experiencias únicas.
Llegados al ecuador del verano, a un par de días de empezar agosto, son muchos los viajeros que están a punto de echar la persiana por vacaciones. Hay quienes tienen sus viajes programados, reservados y pagados desde hace meses. Los que este año han ido más justos de dinero (por aquello de la subida de los precios) se decantan por la casa del pueblo, que, además de no acarrear gastos de alojamiento, les permite reconectar con sus raíces y les demuestra las importantes ventajas que tienen vivir en los pueblos de España. Y hay un tercer grupo de viajeros que deja todo para última hora y todavía anda buscando destino.
Si perteneces a este último grupo, tenemos buenas noticias para ti, ya que vamos a sugerirte 3 destinos únicos y maravillosos que, además, son mejores en agosto que en julio. ¿El motivo? Durante este mes se desarrollan en sus calles (y también en sus ríos) algunas fiestas de lo más interesantes. Hablamos de Buñol (Valencia), con su Tomatina; de Tarazona (Zaragoza) con su Cipotegato; y de Ribadesella (Asturias), meta del descenso internacional del Sella.
Ribadesella
Viajamos hasta Asturias y encontramos nuestro destino a unos 80 kilómetros de Oviedo, entre los municipios de Llanes, Cangas de Onís, Parres y Caravia. El explorador que llega hasta Ribadesella puede empezar a descubrir esta joya natural bañada por el Cantábrico paseando por su casco antiguo. También son visitas obligatorias la Cueva de Tito Bustillo, con sus pinturas rupestres que constituyen un interesante tesoro arqueológico y las diferentes rutas de senderismo que parten del propio concejo y ofrecen unas vistas espectaculares de la naturaleza asturiana.
Ahora bien, Ribadesella se transforma en agosto para acoger el descenso internacional del Sella, un evento deportivo que atrae a miles de personas de todo el mundo. Cada rincón de la ciudad ofrece música, fiestas y numerosas actividades culturales. Y los entusiastas del piragüismo pueden seguir la competición a lo largo de todo su recorrido, desde Arriondas hasta Ribadesella.
Más allá de la fiesta y el jolgorio, este destino es ideal en agosto gracias a unas temperaturas muy agradables que nos permiten bañarnos en alguna de sus playas, desde la de Santa Marina hasta la de Arra, que cuenta con una zona especial para practicar buceo. Además, es imposible no hacer mención a la gastronomía asturiana, gracias a platos como el pote, el cachopo, el pastel de cabracho o el pixin, que harán que, además de disfrutar de un destino único, lo hagamos de una cocina tan exquisita como contundente.
Buñol
De Asturias nos trasladamos hasta Valencia, pero no para disfrutar de sus playas (al menos en esta ocasión), sino para vivir una experiencia única. Ponemos un pie en Buñol y lo primero que hacemos es dirigirnos hasta su castillo, una fortificación que data del siglo XI y nos permite disfrutar de las vistas panorámicas del paisaje valenciano desde sus murallas. También es recomendable visitar la Cueva Turche, un paraje natural con una cascada y una laguna, ideal para aplacar los calores. Si te gustan las piscinas naturales, puedes descubrir aquí las mejores para aplacar el calor.
Si hay algo por lo que es conocido este enclave de la Comunitat Valenciana es por su festival de la Tomatina, que se celebra el último miércoles de agosto y convierte las calles de Buñol en un campo de batalla de tomates, atrayendo a viajeros de todo el mundo. El ambiente es único y festivo, la risa es la mejor carta de presentación y las batallas que empiezan a tomatazos, acaban con abrazos entre los participantes.
En la misma semana que la Tomatina, también se celebran en este municipio las fiestas patronales en honor a San Luis Bertrán y la Virgen de los Desamparados, que ofrecen una completa visión de las costumbres y el folclore de Buñol. Y, si el viajero necesita alguna razón más para visitar el destino, solo mencionaremos dos con suficiente peso como para que merezca la pena la visita: paella y embutidos locales.
Tarazona
Ya hemos pasado por Asturias y Valencia y, ahora, ponemos rumbo a Zaragoza para descubrir Tarazona. Podemos empezar por la Catedral, conocida como La Seo, joya arquitectónica que combina los estilos gótico, mudéjar y renacentista de forma magistral. Pasear por su claustro y contemplar el retablo mayor son suficientes alicientes como para que la visita merezca la pena.
También son imprescindibles la Plaza del Mercado, actual Plaza de España, (uno de los enclaves preferidos de Bécquer en sus paseos por la ciudad), las casas colgadas y el barrio de la judería o la plaza de toros, una de las más antiguas que se conservan en España. Asimismo, el viajero también podrá descubrir la Ruta por el Patrimonio Industrial de Tarazona, que nos acerca a una veintena de construcciones que nos permiten descubrir el florecimiento de la industrialización y modernización que experimentó la localidad en la historia más reciente.
Visitar Tarazona es mejor en agosto que en julio, ya que podremos vivir la celebración del Cipotegato, un evento que tiene lugar el 27 de agosto y que supone el pistoletazo de salida de las fiestas en honor a San Atilano. A las 12 de la mañana, un personaje enmascarado (elegido por sorteo entre más de 150 jóvenes) sale del Ayuntamiento del municipio y debe atravesar la ciudad bajo una lluvia de tomates. Más de 7.000 personas corean su nombre y no se descubrirá su verdadera identidad hasta que el personaje no vuelva al Ayuntamiento tras el festejo.
Buñol (con su bello casco histórico), Ribadesella (con esas playas que nos reconcilian con la vida) y Tarazona (la ciudad que enamoró a Bécquer)son destinos maravillosos que conviene visitar. Eso sí, para vivir su verdadero espíritu, mucho mejor en agosto que en julio.
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