6 pueblos para enamorarse perdidamente de Asturias

Unos cuantos pueblos que ejemplifican a la perfección la belleza de una región que tiene más verdes que la paleta de Monet.

El pueblo más pequeño de Asturias: 6 kilómetros cuadrados, infinitos encantos.

Un recorrido por pueblos que encarnan a la perfección toda la belleza de Asturias.
Un recorrido por pueblos que encarnan a la perfección toda la belleza de Asturias. / Istock / clavivs

Si pensamos en verde pensamos, inevitablemente, en Asturias. Una de las regiones más fotogénicas y afortunadas de España que ya llamó la atención de medios internacionales como The Telegraph, que le dedicó un extenso reportaje a la región elogiando su amor por la naturaleza, la cercanía de sus gentes y sus cuidados y preciosos pueblos.

Tanto se enamoraron de la región que afirmaron que pasear por ella es hacerlo por “un diseño de un algoritmo inteligente que mantiene a todo el mundo feliz”. Y razón no les falta, porque en Asturias sobran los espectaculares paisajes, los acantilados de ensueño, las playas paradisiacas y los bonitos edificios históricos ubicados en coquetos pueblos.

Recorremos la región en busca de seis pueblos que alfombran sus valles, sierras y ríos con un inenarrable encanto. Una ruta que sirve para recordarnos a dónde tenemos que volver cuándo nuestra rápida y ajetreada vida nos lo permita.

Taramundi

Taramundi, un rincón mágico entre las colinas de Asturias, se erige como un testimonio viviente de la tradición y la historia de esta región norteña de España. Este enclave, anclado en un pasado ancestral, cautiva con sus encantadores paisajes y una atmósfera impregnada de autenticidad.

Taramundi es uno de los pueblos de obligada visita.

Taramundi es uno de los pueblos de obligada visita.

/ Istock / juanolvido

Sus calles empedradas y casas de piedra, que parecen haber emergido directamente de un cuento medieval, transportan a los viajeros a un tiempo donde la simplicidad y la comunidad eran pilares fundamentales de la vida cotidiana. Y es por eso que Taramundi es, sin duda, el epicentro de la artesanía asturiana con sus afamados cuchillos tradicionales, conocidos como "navajas de Taramundi", que se han convertido en auténticas joyas de la cuchillería española. La forja de estas piezas es una destreza transmitida de generación en generación, y su belleza y utilidad son una muestra del arraigo de las costumbres en este rincón de la tierra asturiana.

Molinos de agua en Os Teixois, Taramundi.

Molinos de agua en Os Teixois, Taramundi.

/ Istock / Josfor

Además de su riqueza cultural, la localidad también ofrece un entorno natural de excepción. Rodeado de montañas y atravesado por el río Eo, este paraíso de tonalidades verdes es un imprescindible para amantes del senderismo y la naturaleza.

Castropol

Este pintoresco y coqueto pueblo asturiano se alza majestuoso a orillas de la ría del Eo, con la mirada puesta en el mar cantábrico y con una elegancia que pocos pueblos pueden presumir. Y es que, Castropol, es una visita imprescindible en un viaje a Asturias.

Panorámica de Castropol, en Asturias.

Panorámica de Castropol, en Asturias.

/ Istock / Photitos2016

Sus calles empedradas y casas de fachadas señoriales son un fiel reflejo de su pasado marinero y su esplendoroso comercio, que tuvo su origen en el puerto de Castropol. Esta, ahora, se deja ver con sus barcas de colores danzando sobre las aguas, evocando tiempos en los que la pesca y el comercio eran la columna vertebral de esta comunidad costera. Su arquitectura, impregnada de elementos renacentistas y barrocos, es otro de sus puntos fuertes: pues hará las delicias de los amantes de la historia y los edificios bonitos.

Pero Castropol no solo deslumbra con su patrimonio arquitectónico. Su entorno natural es igualmente deslumbrante, con el cercano Parque Natural de las Fragas del Eo y sus frondosos bosques que sirven como escenario perfecto para el senderismo y la observación de aves.

Cudillero

 Este encantador pueblo pesquero, anidado entre acantilados y colinas verdes, es una postal viviente. Su historia se entreteje con las redes y los aparejos de los pescadores que, generación tras generación, han forjado su legado en este puerto que parece haber sido esculpido por las manos de la madre naturaleza.

Cudillero, Asturias

Cudillero, Asturias

/ Istock / Perszing1982

Sus casas de colores, apiladas en un armonía caótica, trepan por las laderas de la colina que abraza el puerto, creando un paisaje que parece salido de una película de Disney. El faro que corona la villa, conocido como la Atalaya de Cudillero, vigía incansable del horizonte marino, añade un toque de misticismo a la escena. Las calles adoquinadas de Cudillero, estrechas y serpenteantes, también forjan la personalidad de un precioso pueblo en el que nos quedaríamos a vivir para siempre.

Pero Cudillero no solo es un regalo para la vista, sino también para el paladar. Sus platos de pescado y marisco, cocinados con esmero en los restaurantes locales, son una oda a la gastronomía asturiana.

Llanes

Este rincón de ensueño, donde el mar y la montaña se entrelazan en un abrazo eterno, es un testimonio vivo de la riqueza natural y cultural que caracteriza a esta región norteña de España.

Pasear por el casco histórico de Llanes, con su laberinto de calles empedradas y casas de piedra, es hacerlo por un viaje en el tiempo. Uno de los puntos más interesantes es la Plaza Mayor, con su espléndido soportal, que sirve como el epicentro de la vida local y un lugar donde el bullicio y la tranquilidad coexisten en perfecta armonía. El puerto pesquero, con sus barcas coloridas danzando en el agua, es un recordatorio constante de la herencia marinera de la región y de la frescura que inunda sus platos tradicionales.

Llanes cuenta con un coqueto puerto.

Llanes cuenta con un coqueto puerto.

/ Istock / saiko3p

La costa de Llanes, por su parte, es un regalo con forma de majestuosos acantilados y playas de arena dorada. Pero si hablamos de maravillas geológicas debemos dirigirnos hacia los bufones de Pría, un epectáculo natural en forma de choros de agua que salen de las entrañas de la Tierra. 

Cangas de Onís

Regia e histórica, montañosa y montañera, comercial, ribereña, tierra de pastoreo y ganado, de mercado, de buenos quesos y mejor cocina, testigo de la historia, puerta de los Picos de Europa. Así se definen, literalmente en Cangas de Onís. Un idílico municipio, arropado por las majestuosas montañas de los Picos de Europa, donde el pasado y el presente se entrelazan. Y es que su importancia histórica es indiscutible, pues fue aquí donde el Rey Don Pelayo estableció el primer reino cristiano de la península ibérica tras la batalla de Covadonga, un hito que marcó el curso de la historia española.

Cangas de Onís es uno de los pueblos más bonitos de Asturias.

Cangas de Onís es uno de los pueblos más bonitos de Asturias.

/ Istock / MarquesPhotography

Entre los lugares que hay que visitar destaca el Puente Romano de Cangas de Onís, una icónica estructura de piedra que cruza el río Sella o la iglesia de Santa María, con su espléndida arquitectura prerrománica, un templo de la historia que alberga tesoros religiosos y culturales. Pero Cangas de Onís no solo vive en el pasado; sus calles adoquinadas y plazas animadas, donde los mercados locales despiertan la vida cotidiana, son un testimonio vibrante de la identidad asturiana contemporánea.

Bulnes

En el corazón de los impresionantes Picos de Europa, como si fuera un refugio escondido entre las montañas, se encuentra Bulnes, un remoto pueblo asturiano que desafía el tiempo y la geografía. Este rincón aislado, accesible únicamente a pie o en funicular, es una maravilla que parece haberse escapado del pasado y se enraíza en la más pura tradición asturiana.

Las casas de piedra de Bulnes, ancladas en las laderas de la montaña, son una muestra tangible de la lucha del hombre contra la naturaleza. Sus calles empedradas y sinuosas, rodeadas de un paisaje montañoso indomable, evocan un ambiente que nos transporta a épocas donde la vida transcurría en una sintonía perfecta con el entorno natural. El funicular de Bulnes, una hazaña de la ingeniería moderna que permite acceder a este enclave aislado, es la puerta de entrada a este paraíso montañoso, donde la tranquilidad y la serenidad son moneda corriente.

Bulnes no solo es un retiro para los amantes de la naturaleza y el senderismo, sino también un refugio para los sentidos. Su cocina tradicional asturiana, que resalta los sabores auténticos de la región, deleita a los visitantes con platos como el famoso queso Cabrales y el fabuloso cachopo. En resumen, Bulnes, con su aislamiento pintoresco y su conexión profunda con la naturaleza, es un tesoro asturiano que revela la belleza y la autenticidad de la región en su forma más pura.

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