Guía para perderte en Seychelles y no perderte nada

El archipiélago de las Seychelles es un vergel donde la conservación de los ecosistemas coexiste con el turismo internacional sin compromisos. El escenario ideal para huir del frío en esta época.

Playa Madame Zabre en Desroches, Seychelles

Playa Madame Zabre en Desroches, Seychelles

/ Josep M. Palau Riberaygua

La brisa de la mañana entra cargada de yodo y sal, de humedad. Me despierta la algarabía de pájaros que saludan el nuevo día mientras me desperezo bajo la mosquitera que protege la cama. La ventaja de apagar el aire acondicionado por la noche y dejar la ventana abierta es este primer contacto con la naturaleza al amanecer, sin olvidar el arrullo constante de las olas rompiendo frente a mi villa privada con piscina. Por algo será que las Seychelles representan, para muchos, la viva imagen del paraíso.

Islas Seychelles, África

Playa de Glacis en la isla de Mahé

/ Josep M. Palau Riberaygua

Las islas Seychelles se encuentran en el océano Índico, a prudente distancia de la costa este de África —de la que dista 1.600 kilómetros— y al nordeste de Madagascar. Hasta el siglo XVIII estuvieron totalmente deshabitadas, y hoy en día no ha cambiado mucho el panorama: de las 115 que componen el archipiélago, casi la mitad son reservas protegidas, por lo que los cerca de 100.000 habitantes de esta república tropical viven concentrados en pocos lugares.

Islas Seychelles, África

Ambiente en las playas de Beau Vallon al Atardecer

/ Josep M. Palau Riberaygua

Sin ir más lejos, Mahé, la isla de mayores dimensiones y donde se ubica la capital, concentra un tercio de la población total. E incluso allí, una buena parte de la superficie la ocupa el Parque Nacional de Morne Seychelles, un macizo selvático y montañoso recorrido por senderos aptos para el trekking, mucho más exigentes de lo que se imagina el viajero que desembarca con un equipaje de bañadores y chanclas playeras. Adentrarse en él trae a la memoria el recuerdo de la ficticia Isla Nublar de Jurassic Park.

Granito o coral

El conjunto de las Seychelles tiene otra peculiaridad: más o menos la mitad son islas graníticas, con moles de roca pulida que se asoman a la orilla, semejantes a la espalda de un elefante después de darse un buen baño. El resto son coralinas, como en las Maldivas, atolones formados por esos frágiles ecosistemas marinos de pólipos con estructura de calcio. Estas son las mejores para quienes disfrutan practicando el submarinismo o el simple snorkel, ya que en las colonias coralinas se refugian multitud de especies tropicales, tales como los peces mariposa, peces ángel y soldado… y también tiburones ballena, que a pesar de su aspecto solo se alimentan de plancton. Abundan también las tortugas marinas verdes y las carey, ambas amparadas por la ley.

Las Seychelles son uno de los destinos turísticos más avanzados en términos de sostenibilidad, algo de suma importancia en un país cuyos ingresos dependen casi por entero del turista en busca del Edén. Entre las islas graníticas, la más codiciada es La Digue, y en especial la playa de Anse Source d’Argent, de arena blanca rodeada por grandes rocas pulidas por los elementos y a la que se accede atravesando una antigua plantación de cocoteros, de la que se obtenía la copra, pulpa muy valorada por los marineros de otras épocas por su valor nutricional y, en la actualidad, por la industria cosmética.

Islas Seychelles, África

 Ambiente en la playas de Beau Vallon al atardecer

/ Josep M. Palau Riberaygua

En cambio, la isla de Desroches es coralina, y es allí donde se ubica uno de los establecimientos más exclusivos de la cadena Four Seasons. Un tercio de la isla lo ocupa el hotel, mientras que en el resto se encuentran varias villas de propiedad privada y una población hindú que en parte trabaja en la conservación del bosque nativo que crece en el lado este. Paseando en bicicleta me sorprendo al cruzarme con un nutrido rebaño de cabras, pastoreado a escasa distancia del complejo de lujo. A Desroches se la conoció durante un tiempo como “Isla de la madera”, porque allí se plantaron casuarinas, almendros malabares, moreras y otras especies para disponer de material que permitiera reparar los navíos que recalaban en la ruta hacia la India. Durante la etapa de dominación francesa, el nombre se cambió para honrar a François Julien des Roches, Gobernador de Mauricio e islas de la Reunión.

Tortugas, piratas y reyes

Desroches es la mayor isla del grupo Amirantes. Se alcanza con un vuelo de media hora en aeroplano desde Mahé y en ella se ubica un santuario de tortugas gigantes de Aldabra. Se trata de la más grande del mundo después de las que habitan en las Galápagos. Su particularidad es la de tener un cuello especialmente largo, adaptado para poder alcanzar las ramas bajas de los arbustos. El macho llega a pesar 250 kilos, mientras que la esperanza de vida de esta tortuga se calcula en más de 270 años. El ejemplar decano de la isla es George, un animal que cuenta de 120 a 150 primaveras, pero no hace falta ir hasta el centro de conservación para cruzarse con estos recuerdos de la prehistoria. Hay ochenta ejemplares circulando libres por la isla, y uno se los encuentra en el lugar más inesperado.

Instalaciones del hotel Hilton Northolme en las Islas Seychelles

Instalaciones del hotel Hilton Northolme en las Islas Seychelles

/ Josep M. Palau Riberaygua

Después de haber desconectado del mundo por unos días, Mahé ofrece toda una inmersión en la vida criolla y la historia de las Seychelles. En 1756 los franceses tomaron posesión del lugar y fundaron L’Etablisement du Roi, la capital, hoy llamada Victoria en honor a la reina de Inglaterra. Lo que no ha cambiado es el nombre de la república, que deforma el apellido de Jean Moreau de Séchelles, ministro de finanzas de Luis XV. Su retrato cuelga en la galería de notables que hay en la State House, casa del gobierno y museo visitable a la vez. Junto a este personaje se encuentran otros tan curiosos como Pierre Poivre, quien introdujo el cultivo de especias en las islas (estaba predestinado, ya que poivre significa pimienta en francés) o el pirata Olivier Levasseur La Buse, que asaltó galeones desde el Caribe hasta el Índico y que en el momento de ser ajusticiado, lanzó un pergamino con criptogramas a la muchedumbre, asegurando que era la clave de un tesoro. Hay quien sigue buscándolo, sin éxito.

La Casa del Gobierno está asediada por mangos, árboles del pan y papaya, que curiosamente no se sirven en los grandes hoteles por sanidad, pero se encuentran a la venta en el mercado de Sir Selwyn Clarke. El edificio original data de 1840 y en él se puede encontrar una amplia oferta de fruta, pescado y especias, mientras que alrededor abundan los comercios de ropa y réplicas impecables de marcas conocidas. Por la parte posterior se desemboca a una plaza con un templo hindú, aunque la mayoría de los habitantes son católicos, mientras que del otro lado se sale a un cruce donde se alza una torre del reloj que es copia exacta en pequeño del Big Ben de Londres. Se inauguró en 1903 y los coches lo rodean conduciendo por la izquierda, otra herencia colonial británica. Muy cerca se encuentra el semáforo que, hasta hace poco, era el único de la isla.

Four Seasons Desroches desde lo alto del faro de la isla.

Four Seasons Desroches desde lo alto del faro de la isla.

/ Josep M. Palau Riberaygua

Apenas a seis kilómetros, que parecen más por las curvas, en plena reserva de Morne, se ubica el mirador de Mission Lodge, una de las visitas imprescindibles cuando se está en Mahé. En el siglo XIX, el lugar acogía a los hijos de los esclavos libertos durante el día mientras estos iban a trabajar a las plantaciones. Las ruinas tienen poco interés, pero un camino lleva hasta la terraza que se construyó con motivo de la visita de Isabel II a la isla, cuando se inauguró el aeropuerto internacional. Aquel viaje de estado fue el primero de la recién traspasada Isabel al extranjero, como recordarán los seguidores de la serie The Crown.

Tanto si se ha visto la ficción televisiva como si no, la vista es extraordinaria y da una idea clara de la densidad de vegetación que aún cubre muchas islas de las Seychelles, así como su capacidad de conservación. La naturaleza es sabia, y el camino hasta el mirador está orillado por caobas de las Indias que murieron hace tiempo, pero sobre las que hoy crecen en simbiosis las pimenteras.

 Casa del Gobernador en Mahé, Islas Seychelles

 Casa del Gobernador en Mahé, Islas Seychelles

/ Josep M. Palau Riberaygua

Regreso hacia el Hotel Northolme, hoy propiedad de Hilton, en el norte de la isla y muy cerca de Beau Vallon, la playa que al atardecer se llena de gente local bañándose y de aroma de pescado asado. Tomo asiento en el mismo bar donde Ian Fleming encontró la inspiración para escribir Solo para tus ojos, una de las aventuras de Bond, y contemplo cómo se pone el sol e inflama el cielo tras la isla de Silhouette, la primera del archipiélago que avistó Vasco de Gama. La segunda fue Desroches. No se me ocurre mejor manera de poner punto final al viaje.

Cómo llegar

Varias son las compañías que vuelan hasta las Seychelles, siempre con escala, pero la opción más cómoda sin duda es la que ofrece Emirates, con vuelos que parten de Madrid o Barcelona para hacer escala en Dubái. Llegar al emirato árabe supone siete horas, a las que hay que sumar cuatro más hasta descender del avión en el aeropuerto de Pointe la Rue. Sin embargo, el trayecto se hace corto, en especial si se viaja en el amplio A380 que despega de la capital de España, y que no solo cuenta con las suites privadas de primera clase, su reputada clase business o la amplitud de su clase turista, sino que también dispone de un lounge o verdadero bar a bordo donde tomar algo y relajarse.

Bar a bordo del A380 de Emirates

Bar a bordo del A380 de Emirates

/ David Copeman

Dónde dormir

Four Seasons Resort Desroches

Una experiencia en la que destaca la privacidad y la calidad del servicio: casi siempre se tiene la sensación de estar prácticamente solo en la isla. Con villas decoradas con motivos marineros y materiales naturales, dispone de 14 km de playas y diversos restaurantes, siendo el más particular The Lighthouse, un antiguo faro ideal para toma una copa o cenar con vistas al anochecer. El Circle Connection Spa merece una mención aparte.

Hilton Northolme Seychelles Resort & Spa

Lo mejor de este complejo es la disposición de sus habitaciones en distintos niveles independientes unas de las otras, de modo que todas disponen de piscina privada y estupendas vistas sobre la isla de Silhouette. Se ubica cerca de Beau Vallon, en una península del norte de Mahé, y disfruta de una cocina de alto nivel capitaneada por el chef italiano Manuel Carbone, que combina el estilo creole con las recetas de su patria.

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