Plitvice, el parque natural de los 16 lagos que esconde un secreto relacionado con el diablo

Aquel viajero que haya nacido antes de los 80 recordará, seguramente, la mítica película La Laguna Azul, con una jovencísima Brooke Shields como protagonista, junto al angelical Christopher Atkins. En nuestra mente guardamos, sobre todo quienes vimos el filme hace años, el recuerdo de un lago de cuento en el que la desconexión está más que garantizada. Pues bien, aunque los escenarios de dicha peli no son estos que hoy os traemos, una visita a los lagos de Plitvice será una experiencia igual de mística y enriquecedora.

En el corazón de Croacia, y con una extensión parecida a la que ocupa toda la isla española de El Hierro, nos encontramos con el Parque Natural de Plitvice, un lugar mágico que ya fue declarado Patrimonio de la UNESCO en 1979.

16 lagos conectados entre sí y en diferentes niveles, cuevas misteriosas, unas ruinas de una central hidroeléctrica que nunca llegó a estar en funcionamiento y 92 cascadas hacen de Plitvice un paraíso en la tierra. Y, ojo, ya que algunos de sus saltos de agua superan en altura a cataratas como las del Niágara. Eso sí, la leyenda cuenta que este parque lo creó el mismísimo diablo. O, al menos, así lo cuenta la tradición oral croata.

Hace muchos, muchos años (y es que así empiezan cuentos y leyendas) la zona circundante a Plitvice era fundamentalmente agrícola y ganadera. Vinieron unos duros años de sequía, y los habitantes de la zona se dieron a los rezos y plegarias, suplicando que el agua volviera para poder seguir regando sus terrenos y dando de beber a su ganado.

Entonces, el diablo, aburrido de la insistencia de los lugareños, descargó su furia en forma de lluvias ininterrumpidas que formaron este bello paraje. Además de la leyenda original, también circulan muchas otras historias que explican el nombre de cada uno de los lagos. Así, por ejemplo, tenemos el de las cabras, el del gitano o el de la abuelita y sus nombres hacen referencia a las personas y animales que perecieron allí durante el diluvio.

Y, ahora que hablamos de diluvio, esta leyenda nos recuerda a la que se narra en el Génesis, con Noé salvando a una pareja de animales de cada especie, ¿verdad? Eso sí, en este caso fue Dios el que provocó este castigo divino hacia la humanidad por su maldad y corrupción. Y nada tuvo el diablo que ver.

Plitvice, además de su belleza natural, destaca también por su historia, ya que fue escenario de algunos duros enfrentamientos entre serbios y croatas durante la guerra de Croacia, que tuvo lugar entre 1991 y 1995. Los serbios amenazaron con volar el parque y hacerlo desaparecer del mapa, pero, finalmente, se impuso la cordura y dejaron este paraíso terrenal intacto.

También resulta interesante hablar de la flora y fauna de Plitvice, puesto que, aunque el agua es el elemento fundamental del parque, hay especies tanto animales como vegetales de una riqueza única. Así, por ejemplo, nos encontramos con algunas especies endémicas animales como la trucha de Plitvice o un cangrejo de río que solo habita en las cuevas subterráneas del parque.

La vegetación del parque también resulta fundamental para el equilibrio ecológico y la conservación de la biodiversidad en el área. Y, aunque se pueden encontrar principalmente hayas y abetos, no faltan tampoco especies endémicas. Por un lado, encontramos una especie de manzanilla que crece en los prados y praderas del parque y, por otro, descubrimos la hierba de San Roberto de Plitvice, especie de geranio que crece, sobre todo, áreas rocosas.

Hoy en día se puede visitar Plitvice sin ningún problema, pero conviene tener en cuenta algunos consejos prácticos. Para empezar, resulta misión imposible recorrerlo en tan solo una jornada. Conviene que se dediquen un par como mínimo.

No es necesario reservar la entrada al parque con antelación. Su precio es de 23,50 € e incluye un paseo en el barco eléctrico que recorre el lago Kozjak y la visita panorámica en tren. Además, es posible alojarse en alguno de los hoteles situados en las inmediaciones. Y lo de llevar ropa cómoda y chubasquero, ya lo damos por sentado.

Es un parque natural con gran atractivo para los visitantes y, por ello, cuenta con buena infraestructura, con diversos parkings de pago en las diferentes entradas, así como más de una decena de restaurantes a lo largo de todo Plitvice. Ah, y también es interesante saber que se puede acceder con perros, pero estos deberán estar siempre atados con correa.

En definitiva, un parque natural que evoca paraísos de lo más cinematográficos y que, además, ofrece, según la época del año en que se visite, una perspectiva diferente y una gama cromática de lo más variada.