Espalmador, el islote de Formentera todavía más paradisíaco

Este apéndice diminuto de la pequeña pitiusa es su último reducto virgen

Espalmador, Formentera

Espalmador, Formentera

/ LUNAMARINA

La isla más tentadora del Mediterráneo esconde un pequeño territorio donde se vuelve más idílica si cabe. Una suerte de apéndice que constituye su último reducto virgen, allí donde no caben los chiringuitos, ni las tiendas, ni las edificaciones, sino tan solo una impresionante riqueza biológica.

Espalmador, Formentera

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/ Wiki Commons

Se trata de Espalmador, el diminuto islote que encontramos al norte, apuntando hacia el perfil de Ibiza. Un espacio natural protegido por estrictas leyes medioambientales, en el que además de una laguna de lodo natural y un ramillete de idílicos atolones vecinos, no faltan las playas maravillosas que distinguen a Formentera como el lugar con las aguas más cristalinas del país.

Espalmador, Formentera

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/ eddievanbeek / ISTOCK

Aves y barros

En Espalmador encontramos una costa acantilada y un bosquecito de salinas, tres arenales magníficos (Sa Torreta, Cala Bosch y S'Alga, el favorito por su forma de media luna) y una constelación de islotes (Illa de Castelví, Illa de s'Alga, Illa de sa Torreta o Illa des Porcs) dispuestos como un anillo.

Espalmador, Formentera

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Pero lo más valioso que hallamos es su excepcional riqueza biológica, que hace las delicias de ornitólogos y naturalistas: extrañas especies de aves marinas como el chorlitejo patinegro, la cigüeñuela o el tarro blanco, que han encontrado su hábitat ideal en la explanada salinera que se oculta en el centro de la isla.

Aquí, en Bassa de s'Espalmador, se esconde la famosa laguna compuesta por un lodo líquido, con el que los turistas se embadurnan el cuerpo, alentados por la falsa creencia de sus beneficiosas propiedades para la circulación de la sangre. Una práctica que, más allá de convertir el lugar en un desfile de zombis, está rotundamente prohibida

Espalmador, Formentera

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Llegar en barco

Entregarse a actividades náuticas o bucear con aletas y tubo son las actividades estrellas en este pequeño edén, que se encuentra al final del Pas des Trucadors, una lengua de arena que parece estirarse para dejar a ambos lados playas tan deslumbrantes como la de Levante (al este) y las de Cavall e Illetes (al oeste).

Lo mejor es llegar en el ferry de línea que parte del puerto de La Savina unas cuantas veces al día. Eso, claro, si no se tiene la fortuna (de suerte y de dinero) de contar con un barco propio para vivir esta experiencia de una manera exclusiva.

Espalmador, Formentera

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Un mundo aparte

Los más osados también pueden acercarse a este edén a pie o a nado, siguiendo el curso natural de un camino que sólo se deja ver con la marea baja. Este puente secreto que enlaza con el islote es, sin embargo, menos amable de lo que parece: pese a su corta distancia (unos cien metros) se desaconseja encarecidamente atravesarlo debido a las corrientes marinas.

Sea como fuere el acceso, lo que hallamos en este diminuto territorio, dominado por la naturaleza, es una paz absoluta. Nada más y nada menos que 137 hectáreas (casi tres kilómetros de longitud y apenas 800 metros de anchura), que forman parte del parque natural de Ses Salines, extendido a lo largo de las dos pitiusas, y que tiene por tanto un elevado nivel de protección para que nada enturbie su calma.

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