Todos los encantos de Simiane-la-Rotonde, más allá de sus famosos campos de lavanda
Descubre este precioso pueblo situado en los Alpes de Alta Provenza fuera de temporada.
Érase una vez un pueblo encaramado a una montaña. Un pueblo que en verano se tiñe de morado gracias a la infinidad de campos de lavanda que lo rodean. Las hierbas aromáticas embriagan al viajero con su perfume allá donde vaya. Y ese espectáculo mágico atrae a cientos de visitantes en el periodo estival, mientras que, en los meses más fríos del año, convierte a Simiane-la-Rotonde en un pueblo fantasma que también tiene mucho que ofrecer.
A 650 m de altitud sobre la llanura entre el Monte Ventoux, el Luberon y la Montaña de Lure, Simiane-la-Rotonde aparece ante el viajero este pequeño pueblo que conserva elementos arquitectónicos que datan de la Edad Media y, de entre todos ellos, la misteriosa rotonda del siglo XII domina el pueblo desde lo alto de su colina.
La ‘Rotonde’ que da nombre al pueblo
Del castillo de la familia Simiane-Agoult solo se conserva a día de hoy la ‘rotonde’ que da nombre al pueblo, una torre de defensa circular que data del siglo XII y que domina Simiane desde lo alto de su colina.
La niebla lo invade todo en los meses más fríos del año. Y lo que en verano es un manto de lavanda se convierte en una llanura inhóspita en la que la calma solo se ve interrumpida por el sonido del viento.
Algo más que lavanda
El viajero que llega a Simiane-la-Rotonde fuera de temporada va a descubrir mientras pasea por las calles del pueblo bonitas fachadas, así como puertas y ventanas delicadamente talladas. Y la sorpresa llega si se pone a callejear, ya que en algunas callejuelas se han construido terrazas desde las que admirar los alrededores.
Una excursión imprescindible si se visita este enclave en el corazón de los Alpes de Alta Provenza es la abadía de Valsaintes, abadía cisterciense en la que los monjes vivieron desde el siglo XII hasta la Revolución francesa.
La abadía de Valsaintes
La abadía de Notre-Dame de Valsaintes o abadía de Simiane, como también se la conoce, es una visita obligada para todo aquel viajero que esté descubriendo la zona. Y no tanto por la abadía en sí, sino por su espectacular jardín que está abierto al público
Entre las maravillas que podemos contemplar destacan el medio millar de variedades de rosas diferentes, además de un jardín seco con sus 350 especies y variedades de plantas adaptadas a la sequía y al frío y un huerto agroecológico. Y debe saber el viajero que la abadía cuenta con un pequeño comercio de jardinería en el que es posible adquirir bulbos, flores y hasta productos homeopáticos para diversas dolencias.
En temporada alta
Simiane-la-Rotonde es el corazón de la zona de producción de lavanda gracias a una extensión de 20.000 hectáreas. Podría parecer un tamaño desorbitado que resulta no ser tanto si se tiene en cuenta que el pueblo cuenta con el 90 % de la producción mundial de lavanda.
En definitiva, Simiane-la-Rotonde es un enclave imprescindible para disfrutar de los campos de lavanda, pero, en invierno, también tiene mucho que ofrecer a los viajeros que busquen un remanso de paz y tranquilidad.
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