7 lugares que debes conoces para decir que has recorrido Brasil

Siendo sinceros, afirmar que conoces Brasil por haber ido un par de semanas, recuerda a un turista americano aseverando haber estado en Europa por pasarse siete días en Londres. Técnicamente cierto, pero, realmente, imposible de creer. En el mejor de los casos, habrá conocido una pequeña porción de su mejor parte y, para el resto, ese “yo conozco Brasil” se traduce a un puñado de lugares que poco o nada lo representan en realidad. Con un tamaño de 8,51 millones km² es el país más grande de Sudamérica, un territorio casi tan vasto como de Europa, más grande que Australia, cuatro veces Groenlandia, más del doble que la India, el tercero del continente y cierra, con broche de oro, el top 5 del ránking mundial. Sabiendo todo esto, decir que se conoce Brasil después de haber pasado cinco días en Río de Janeiro es como no decir nada.

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Pero no se puede culpar a nadie por querer conocer un país, exprimir al máximo esas vacaciones para las que ha podido estar ahorrando durante meses y querer sacarles partido, llevando consigo todo lo que pueda. Quizá nunca se pueda llegar a conocer Brasil, no del todo al menos, pero no es tan difícil crear un itinerario con los sitios más emblemáticos, esos que pueden mostrar una realidad que va más allá de sí mismos. Poder decir con seguridad que conoces un lugar es poco más que imposible, pero intentar recorrerlo, comprenderlo hasta donde se pueda, es la razón de ser para aquellos que se hacen llamar viajeros. Esto no es más que una ayuda en el imposible, pero muy necesario intento de recorrer este monumental país, con una lista con 7 de sus lugares más emblemáticos, maravillosos, sorprendentes y, por supuesto, conocidos. Allá vamos.

Al norte del país, esta ciudad armoniza la arquitectura colonial con la cultura afrobrasileña. Esa mezcla que se respira se conoce como mistura, que significa mezcla, fusión, la creación de algo totalmente nuevo. Una cultura única, originada entre la convergencia de las costumbres africanas y portuguesas. Es una ciudad para vivirla,adéntrate en ella para experimentarla de todas las formas posibles.

Muy recomendable dar un paseo por Pelourinho, el casco antiguo de la ciudad, con sus coloridas calles entre las que encontrarás la Iglesia del Señor de Bonfim y el Mercado Modelo. Después de comer un buen plato del tradicional acarajé, tómate un descanso en Praia do Flamengo, para acabar el día en el fuerte de San António viendo el atardecer.

Esta ciudad costera es uno de los enclaves costeros más disfrutadles del país. Desde luego, decir que cuenta con las playas más bonitas sería decir una mentira, pero lo que le falta de cara le sobra en cultura, gastronomía, arte y patrimonio histórico. El centro de toda esta actividad se encuentra en Recife Antiguo, en el centro de la ciudad, desde donde se podrá llegar a Marco Zero, la impresionante plaza conocida por tener una rosa de los vientos en el suelo y adornada por pintorescos edificios de colores.

Entre los lugares más destacables se encuentran la Casa de los Muñecos Gigantes, la Torre Malakoff o la Casa de la Cultura, sin duda uno de los lugares más interesantes de Recife Antiguo. Pero si por algo destaca esta ciudad es por su vida nocturna. Disfruta de la noche en lugares emblemáticos como el Club Métropole o algo más “tranquilo” -nótense las comillas- tomando algo en Conchitas Bar.

En uno de los lugares con los más impresionantes monumentos naturales, las Cataratas de Iguazú destacan por encima del resto como una de las 7 maravillas del mundo. Este increíble paraje se encuentra incluido en este parque, en la triple frontera que el país hace junto con Panamá y Argentina que se encuentra cerca de su punto más meridional.

Como bien se sabe, una buena parte de los saltos de la cascada se encuentran en el lado argentino, pero eso no debería amedrentar a los turistas pues desde Brasil, el parque ocupa una nada despreciable área de 1,800 km² y es considerado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Además, el corto paseo que se puede hacer desde el lado brasileño cuenta con una espectacular panorámica de las cataratas. 

Ubicada a orillas del Río Negro, Manaos es la capital del estado de Amazonas y el punto de partida desde Brasil a la selva más grande del mundo. Es en este punto entre el río y la selva que se alza una ciudad que se ha convertido en uno de los principales destinos turísticos del país, precisamente por su acceso privilegiado a uno de los ecosistemas más diversos, si no el que más, de todo el planeta. Sin embargo, hubo una época en que la ciudad prefería asemejarse a las grandes capitales europeas, lo que se puede comprobar en algunos de sus edificios. El gran Teatro Amazonas, hoy completamente restaurado, es uno de sus mejores ejemplos.

Lugares como la Plaça de San Sebastiao y el Museu do Indio son otros buenos ejemplos de esa pretensión de la que no queda mucho hoy. No hace falta explicar que el mayor atractivo de la ciudad es su cercanía con la selva. Desde la ciudad se cuenta con una infinidad de circuitos y recorridos para elegir, pero siempre se recomienda elegir uno de varios días, para poder apreciar realmente este impresionante paraje natural.

En las antípodas del Amazonas, al menos en el terreno de lo visual, se encuentra este impresionante parque natural caracterizado por ecosistemas de manglares, restingas y dunas, en las que las fuertes lluvias quedan atrapadas, dotando al lugar de una impresionante belleza a la que pocas imágenes han sido capaces de hacerle justicia.

Para llegar al lugar tendrás que viajar al norte, concretamente a la Microregión de Lençois Maranhenses, desde donde acceder a este recinto natural de 270 km de diámetro. Su entrada principal se encuentra a 260 km de la capital del estado de São Luís, desde donde se puede acceder por tierra o a través del rio Preguiças.

Una de las ciudades más importantes de la historia de Brasil, el lugar fue fundado en el siglo XVIII por los colonos portugueses, por lo que se puede esperar una impresionante arquitectura colonial con innumerables monumentos de los que destacan sus impresionantes iglesias como la Igreja de São Francisco de Assis, una de las maravillas del mundo de origen portugués, o la conocida Igreja nossa senhora do Carmo, muy representativa del estilo rococó brasileño.

Su nombre significa “oro negro” y se remonta a los primeros filones encontrados en la zona con un característico tono oscuro. La visita, si es breve, puede organizarse desde su casco antiguo, en el que aparte de lo templo ya mencionado podrás conocer la Plaza Tiradentes, la Feria de la Piedra Jabón y empaparte de su historia consiguiendo una entrada para el Museo da Inconfidência, donde se conmemora a los caídos durante el levantamiento por la independencia de Brasíl en 1789.

Por último, una ciudad que es mil veces confundida como la capital del país que reside en Brasília. Un error casi imperdonable, pues se trata del lugar más emblemático y representativo para los extranjeros. Las playas de Copacabana e Ipanema, la estatua del Cristo Redentor de 38 m de alto sobre el cerro del Corcovado y el morro Pan de Azúcar, al queso debe subir en teleférico, son solo alguno que viven en nuestras cabezas gracias a canciones y películas que han mitificado el lugar hasta convertirlo en uno de los destinos más cotizados del mundo. 

Los tours organizados que pueden hacerse por la ciudad se cuentan por cientos, por lo que es importante investigar para encontrar el que más se adapte al tipo de viaje, pero lugares como el Centro cultural Banco do Brasil y la Escadaria Selarón tienen que estar incluidos en la lista.