11 lugares imprescindibles para enamorarse de Praga
Recorremos las calles de la capital checa para conocer los secretos de las más de 10.000 tumbas judías y las leyendas del Puente de Carlos y el Castillo medieval.
Praga es una de las ciudades más mágicas del mundo, su centro histórico atesora algunos de los edificios y barrios más magníficos de la ciudad, construidos entre los siglos XI y XVIII y que apenas han cambiado con el paso del tiempo. Estas maravillas cautivan a todos los viajeros, hasta la UNESCO cayó rendido ante su belleza en 1992, año en el que nombraron esta parte de la capital checa Patrimonio de la Humanidad.
Más de mil años de desarrollo urbanístico dejaron en la ciudad joyas arquitectónicas que visitan anualmente millones de personas, como el castillo medieval más grande del mundo (que alberga la catedral, un convento, el palacio real…), la bella plaza de la Ciudad Vieja, el romántico Puente de Carlos, el barrio judío y su viejo cementerio, el más antiguo de Europa, con sus 12.000 lápidas amontonadas sin orden.
Una metrópoli conectada con el arte, la ciencia y la política internacional, una urbe que ha visto a grandes celebridades pasear por sus calles, personajes de la talla de Mozart, Franz Kafka, Albert Einstein o Antonín Dvorak.
Catedral de San Vito
Considerada una de las catedrales góticas más bellas de Europa, su construcción se prolongó durante más de mil años. Acabó en 1929, mil años después de la muerte del santo patrono más importante de los checos, San Venceslao, y al que está consagrada una de las capillas más bellas de la catedral.
Un imponente edificio que cautiva tanto por dentro como por fuera, la prueba de ello es el precioso mosaico que llena de mil colores el interior de la puntiaguda catedral. Al visitar este ejemplo de arte gótico, además, conoceremos todo el conjunto monumental del Castillo de Praga que forma junto al palacio real, las galerías de arte y la basílica de San Jorge.
Puente de Carlos
Protegido por tres torres y decorado por 30 estatuas, entre estas últimas destaca la estatua de San Juan Nepomuceno, el santo que fue arrojado al río Moldava desde este puente. Dicen que tocar los relieves de bronce (sobre todo el perro) a los pies de la estatua da suerte.
Cuenta la leyenda que la primera piedra del puente sobre el Moldava se colocó en 1357, el 9 de julio, a las 5:31 porque así se lo habían pedido los numerólogos y astrólogos a Carlos IV si no quería que el puente sucumbiera como lo había hecho el anterior. La fecha crea una secuencia capicúa de números impares: 135797531.
Iglesia de Týn
Llegamos hasta el lugar más famoso de Praga, la plaza de la Ciudad Vieja, para conocer todas las maravillas que alberga. El templo de Týn es uno de los símbolos de la ciudad, con sus imponentes torres góticas. En su interior se encuentra el altar más alto de Praga y la tumba del famoso astrónomo Tycho Brahe.
Reloj astronómico del ayuntamiento
Mundialmente famoso es el reloj astronómico con más de 600 años de la pared sur del ayuntamiento de Praga, al que también rodea una leyenda: la de que los dirigentes de Praga prefirieron dejar ciego a su constructor para que no pudiera repetir su obra en otro lugar. Cada hora en punto se puede asistir al teatro de los apóstoles paseando y a la muerte dando las campanadas.
Torre de la Pólvora
Una de las puertas de acceso a la Ciudad Vieja que aún se mantiene en pie. Erigida en el siglo XV, esta torre (una de las 100 con las que cuenta la ciudad) adoptó este nombre porque en el siglo XVII se utilizó para almacenar pólvora. Dañada durante la Batalla de Praga de 1757, fue renovada y se le añadieron nuevas esculturas.
Casa danzante
Símbolo de la arquitectura moderna, fue construida entre 1992 y 1996 por Vlado Miluniz en colaboración con Frank O. Gehry. Inspirada en la posición de baile de Fred Aster y Ginger Rodgers, hoy alberga un hotel, un restaurante y un bar mirador en la terraza con vistas 360 grados de Praga.
Barrio judío
Josefov es el antiguo gueto judío, un barrio que refleja su tétrica historia en cada esquina, muro y edificio. Al viajar a Praga es imprescindible recorrer estas calles, conocer las diversas sinagogas que cuentan la vida de este pueblo durante la Segunda Guerra Mundial, pero también como llegaron a asentarse en esta zona de la capital.
Además de las sinagogas, hay que entrar al cementerio, el más antiguo de Europa, con sus miles de tumbas amontonadas unas sobre otras. La tradición judía impide la destrucción de una tumba, por lo que comenzaron a poner capas de tierra entre tumbas llegando hasta las 12 capas que hay en la actualidad.
Casitas del Callejón del Oro
El Callejón del Oro, situado en el interior del castillo de Praga, junto a una de las murallas, recibe este nombre porque en él vivieron alquimistas y orfebres. También vivió en él, aunque solo de 1916 a 1917, el escritor Franz Kafka, concretamente junto a su hermana Ottla, que alquiló una pequeña vivienda de algo más de 15 metros cuadrados en el número 22. Muchas de las pequeñas casitas se pueden visitar.
Torre de observación de Petrin
Sí, este mirador situado en la colina de Petrin se parece tanto a la torre Eiffel porque está inspirado en ella: es una copia reducida que se construyó para la Exposición Regional del Jubileo de Praga de 1891. Se pueden subir sus 299 escalones para admirar una de las vistas más espectaculares de la ciudad.
Monasterio de Strahov
Este místico lugar acoge en sus góticas, barrocas y clasicistas salas algunas de las colecciones más importantes de Europa Central. La imponente biblioteca custodia manuscritos, mapas y globos terráqueos medievales, además, acoge en su pinacoteca importantes pinturas góticas, arte de la época rudolfina, y pintura barroca y rococó.
Teatro nacional
Ocho alegorías del arte decoran el techo de este teatro al que llaman la Capilla de Oro de Praga porque se usaron unos tres kilos de oro para la decoración de exteriores e interiores. El teatro se construyó y restauró tras un incendio con una recolecta de dinero aportado por todo el pueblo.
El Teatro Nacional es una de las instituciones más importantes debido a esa fuerte conexión de los checos con la cultura, consta de tres conjuntos artísticos (ópera, ballet y drama). Estas disciplinas eligen sus repertorios y mezclan la herencia clásica, los artistas locales y la producción moderna.
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