5 lugares del mundo tan peligrosos que nunca podrás visitarlos

En Revista VIAJAR nos gusta servir de inspiración de cara a futuros viajes, pero estos 5 destinos es mejor que los veas... solo en fotografías.

Los expertos advierten: estos son los destinos a los que no deberías viajar en 2024.

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El mundo está lleno de lugares de gran belleza que pueden llegar a provocar un stendhalazo hasta en los exploradores más viajados. Enclaves que nos recuerdan la grandiosidad de la naturaleza y, a la vez, la ‘insoportable levedad del ser’, como bien dejó escrito Milan Kundera.

Hoy vamos a visitar 5 lugares del mundo tan peligrosos que nunca podrás visitarlos, ya que tu integridad física podría correr serio peligro. Y no hablamos de zonas en conflicto, con alta tasa de criminalidad o recientemente afectadas por desastres naturales, sino de escenarios naturales de gran belleza que esconden unas condiciones de vida extremas, por no decir imposibles. Por ello, nada mejor que contemplar su belleza desde la comodidad de tu entorno, en la que no correrás peligro alguno.

Valle de la Muerte (Estados Unidos)

Viajamos hasta el estado de California, en Estados Unidos, para descubrir un valle desértico en pleno desierto de Mojave: el Valle de la Muerte. Con poco más de 13.000 metros cuadrados, este parque nacional tiene el punto de elevación más bajo de América del Norte, la cuenca Badwater, a 86 metros bajo el nivel del mar. Y, ojo, porque no hay que confundirlo con otro Valle de la Muerte igual de peligroso pero situado en la península rusa de Kamchatka.

El Valle de la Muerte es tan bello como peligroso.

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Cada año, infinidad de viajeros deciden visitar el desierto de Mojave sin valorar los riesgos que corren. Y es que las mediciones de temperatura actuales colocan al Valle de la Muerte como el lugar más caliente del planeta, con una temperatura media de 53 grados durante el verano.

¿Y qué lo hace tan peligroso? Al ser una zona desértica, la señal de telefonía no llega y los dispositivos se calientan tanto que dejan de funcionar. Si a esto se suma una caminata por el desierto a una temperatura extrema, el cuerpo puede jugarnos malas pasadas. Y lo de pedir ayuda se complica hasta límites insospechados. Por ello, nada mejor que disfrutar de esta maravilla en coche y con personas experimentadas.

Costa de los esqueletos (Namibia)

Viajamos ahora hasta la Costa de los Esqueletos, cuyo nombre proviene del largo historial de naufragios y desastres marítimos que han dejado un rastro de esqueletos de barcos y ballenas en sus desoladas playas. Esta región, que se extiende a lo largo de la costa atlántica de Namibia, es una de las más inaccesibles y hostiles del mundo, con desiertos interminables, temperaturas abrasadoras y prácticamente ninguna infraestructura.

Poca gente viva ha pisado la costa de los esqueletos, en Namibia.

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A pesar de las condiciones adversas, la Costa de los Esqueletos es el hogar de una sorprendente variedad de vida silvestre que ha desarrollado adaptaciones únicas para sobrevivir en este ambiente hostil. Entre las especies notables se encuentran los escarabajos de la niebla, que obtienen agua de la humedad del aire, y las focas del Cabo, que encuentran refugio en las playas rocosas. Se trata de seres vivos que no habitan en ninguna otra parte del planeta, creando una biodiversidad única en la zona.

Isla de las Cobras (Brasil)

La isla de Quemada Grande, más conocida como la Isla de las Cobras es una isla de 430.000 metros cuadrados que se asienta frente a Sao Paulo, en Brasil. Y no destaca precisamente por tener unas playas de infarto, sino por ser uno de los lugares más peligrosos del mundo debido a que es el hogar de la Bothrops Insularis, una de las serpientes más venenosas del mundo.

En la isla brasileña de las cobras hay que mirar bien dónde se pisa.

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Según algunas estimaciones hay una de estas serpientes venenosas por cada metro cuadrado de isla y, por tanto, el riesgo de sufrir una mordedura letal es real. Por ello, entrar en Quemada Grande está totalmente prohibido para cualquier persona, excepto para aquellos científicos que soliciten los permisos oportunos y asuman los riesgos.

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A pesar de la prohibición de la entrada y de ser un lugar extremadamente peligroso este lugar fue declarado Área Relevante de Interés Ecológico por parte de las autoridades brasileñas. Y no es de extrañar, ya que a pesar de ser extremadamente peligroso, es un lugar único en el mundo.

Desierto de Danakil (Eiopía)

Volvemos a visitar otro lugar peligroso debido a sus temperaturas extremas: el desierto de Danakil, en Etiopía. Situado en la parte norte del Triángulo de Afar, destaca por ser la región en la que convergen tres placas tectónicas en el Cuerno de África: la placa africana, la placa arábiga y la placa somalí. Su inherente actividad tectónica crea un escenario volcánico que provoca un intenso calor.

Manantiales ácidos (en los que es mejor no bañarse) en el desierto de Danakil, Etiopía.

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Además de sus extremas temperaturas, este desierto es uno de los más peligrosos para visitar, debido a sus estanques ácidos, presencia de azufre en el aire y una intensa actividad volcánica. Aun así, no es un lugar despoblado, ya que el pueblo nómada de Afar vive en la zona desde hace unos 2.000 años

Atolón Bikini (Islas Marshall)

Por último, nos trasladamos hasta el archipiélago de las islas Marshall, en Oceanía, para descubrir el atolón Bikini. A priori, podría parecer un auténtico paraíso, pero la realidad es que desde hace unos cuantos años nadie vive allí.

Para descubrir su peligrosidad debemos remontarnos al final de la Segunda Guerra Mundial, momento en el que los Estados Unidos decidieron reanudar las pruebas de armas nucleares en el atolón de Bikini. Una vez evacuados sus habitantes, se llevaron a cabo 67 explosiones nucleares, entre las que destacó la de la primera bomba H (1952). 

El paraíso, en ocasiones, tiene una cara oculta, como en el atolón Bikini.

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Dotada de una potencia siete mil veces mayor que la de la bomba lanzada sobre Hiroshima, esta explosión ha tenido profundas repercusiones en la geología y el medio ambiente de Bikini, así como en la salud de las poblaciones sujetas a las radiaciones atómicas. En definitiva, pese a su imagen de paraíso terrenal, el atolón de Bikini es desgraciadamente el símbolo de la era de las armas atómicas.