5 pueblos de montaña para refugiarse en Navidad

Para huir de las ciudades, sentir el frío invernal y contemplar las cumbres blancas desde la ventana

Piornedo

/ jumabufu

Aunque la Navidad llega hasta las playas tropicales, no hay estampa que mejor la defina que la de las montañas, donde el frío arrecia y la noche se presta a acurrucarse junto a la chimenea. Aquí van cinco bonitos pueblos donde refugiarse estos días para vivir las fiestas más auténticas.

1. Taramundi (Asturias)

Montañas y valles, vueltas y revueltas, bosques que tapizan el horizonte con el típico verde asturiano. Así aparece Taramundi, coronado por la niebla y ambientado por el rumor de los ríos y los arroyos. Como si hubiera sido sacado de un relato mágico. Un pueblo de piedra y pizarra, enclavado en la comarca de los Oscos- Eo, declarada Reserva de la Biosfera. Aquí donde el hierro forma parte de la esencia (esta población es famosa por la fabricación artesanal de la cuchillería) el brillo de la noche solo compite con la calidez del fuego. Por eso es el lugar perfecto.

Taramundi

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2. Unha (Lérida)

Situado en un montículo, este pueblecito del valle de Arán cercano a Salardú es uno de los que mejor ha resistido el paso del tiempo, razón por la que desprende una magia especial que lo convierte, tal vez, en uno de los rincones más bellos de nuestra geografía. Desde cualquiera de sus casas aranesas la sensación de refugio será total, con vistas al escarpado Pui d’Unha, sepultado bajo la nieve, a la misteriosa profundidad del valle y a la majestuosidad del glaciar y los picos de La Maladeta. Sobre el armónico conjunto de los tejados de cuento, como un vigía, se alza la torre octogonal de la iglesia románica dedicada a Santa Eulalia.

Unha

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3. Alcalá del Júcar (Albacete)

Un puñado de casitas blancas encaramadas a una colina y un viejo castillo que parece proteger con su mirada a todo lo que interfiera en la serenidad de este pueblecito albaceteño, perteneciente a la comarca de La Manchuela. Aquí la fisionomía del terreno es la que ha moldeado sus calles empinadas y estrechas como un auténtico laberinto. Porque esta localidad ha sido erigida sobre la espectacular hoz del río Júcar y por ello se extiende por el filo de un cañón formado por la erosión del río. Así las casas se amontonan, se ocultan bajo la roca o quedan en equilibrio, como suspendidas en el vacío. Y el castillo almohade despunta sobre una muela. ¿Qué mejor escenario?

Alcalá del Júcar

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4. Buitrago de Lozoya (Madrid)

Sin necesidad de ir muy lejos, este pueblo de la sierra madrileña es también un bonito refugio para vivir estas fiestas. Bañado por uno de los ríos principales de la capital, el Lozoya, y abrazado por la única muralla que se conserva íntegra en la región, su entramado medieval es una delicia, con joyas como la Iglesia gótica de Santa María del Castillo, el Alcázar del Marqués de Santillana y la huella de Picasso. Sí, el pintor tuvo en esta localidad a su barbero y amigo, Eugenio Arias, quien legó una peculiar colección que es también un tesoro.

Buitrago de Lozoya

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5. Piornedo (Lugo)

La Navidad también puede ser bucólica en este pueblo que parece sacado de una aldea de Asterix. Porque Piornedo, que pertenece a la comarca de Los Ancares, pero ya en Lugo, en la frontera con León, es el lugar en el que se conserva el mayor número de pallozas, esas casas de planta circular y tejado de paja que han estado habitadas hasta épocas recientes. Pero además, el entorno resulta mágico, enmarcado por picos nevados y misteriosos bosques donde pasear para después entregarse a contundentes guisos y al confort del aroma a leña.

Piornedo

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