Los viajes de Lola Pereira: de los rincones más especiales de Costa Rica a su querida Galicia

Escritora, docente, ecologista, exploradora y fundadora de un liceo rural, Lola Pereira es la autora de uno de los primeros libros ambientalistas basados en Costa Rica: 'Las almas de Cabo Blanco'. Hablamos con ella en uno de los famosos Cafés de Lonely Planet.

Los viajes de Lola Pereira: de los rincones más especiales de Costa Rica a su querida Galicia.
Los viajes de Lola Pereira: de los rincones más especiales de Costa Rica a su querida Galicia. / Istock / Everett Atlas

Su aventura en el país tico comenzó con unas vacaciones. En 1995 se quedó a vivir por 24 años, en el lugar que considera su casa. Asegura que se siente dividida entre su tierra, A Coruña, y Costa Rica

Dicen que el amor es ciego, que a Cupido no le importa cómo sean las personas para hacerlas coincidir en un sentimiento tan humano y al mismo tiempo tan salvaje. Lo que mucha gente no sabe es que este angelito en pañales, arco en mano, no siempre cumple con su trabajo, tal y como se entiende tradicionalmente. A veces hace que una persona se enamore perdidamente de un lugar y no de un ser humano. 

Lola en Cabuya.

Lola en Cabuya.

/ Lola Pereira

Eso es lo que le ocurrió a Lola Pereira, gallega de nacimiento, con Costa Rica. Y más aún, con la Reserva Natural Cabo Blanco, donde basa su novela. Ella misma la describe así: “Tiene mar y cerros de montaña, es sabana de bosque seco y es un lugar muy especial, donde sientes latir la vida”. Es tan especial como lo que cuenta en su libro, Las almas de Cabo Blanco, una historia real que comienza en la década de 1950 y está protagonizada por la pareja sueca formada por Nicolas Wesberg y Karen Mogensen.

Playa en la Reserva Natural Cabo Blanco.

Playa en la Reserva Natural Cabo Blanco.

/ Istock

Ambos sintieron la misma llamada del país que la escritora cuando viajaron desde Suecia con el objetivo de luchar por un mundo más respetuoso con el medioambiente. Dedicaron su vida a una naturaleza que les acogió mejor que su propio hogar, aunque también arrebatara la vida de Nicolas. Es paradójico, pues el destino así funciona y su capricho no se satisface de cualquier manera. El Parque Nacional Corcovado, una reserva ubicada al sudeste de la península de Osa, es donde el sueco se encontró de cara con la muerte. Lola Pereira ha visitado la zona, pero no el parque en sí mismo y es uno de esos lugares que le gustaría conocer cuando regrese, que será más pronto que tarde. Aunque los mejores recuerdos los guarda de Punta Uva, “un lugar de vida, de convivencia, entre seres humanos y la vida salvaje”.

Punta Llorona.

Punta Llorona.

/ Istock

Gastronomía pobre y gentes muy ricas

Tal y como habla de Costa Rica, pareciera que lo suyo fue un amor a primera vista, pero nada más lejos de la realidad. La primera vez que pisó las tierras ticas fue acompañada de su marido por aquel entonces. Él se enamoró perdidamente, sin embargo a ella le costó más y sus hijos no terminan de comprender ese sentimiento. “¿Cómo me iba a quedar en un país que tenía una cocina tan pobre, siendo yo tan sibarita?”, se preguntaba. Además, se autoconvence de que “hoy tiene mucha diversidad de restaurantes de todo el mundo”, que “hacen muy buenos ceviches con patacones de banano” y que tienen café y chocolate de muy buena calidad. 

Punta Uva.

Punta Uva.

/ Istock

Aun así, con el tiempo descubrió que el país contaba con “otras cosas maravillosas”. Pronto se empezó a sentir acogida e integrada. Tanto, que ahora afirma que allí se siente tica —llegó a representar al país en la Organización de Estados Iberoamericanos— y aquí española, aparte de que no puede vivir en ningún lugar del que no se sienta parte. Por ello, el pueblo en el que reside ahora, Mera, en A Coruña, es su rincón favorito del mundo, al que se mudó abandonando su piso en la capital: “Después de vivir entre tanta naturaleza, las paredes te asfixian”.

Torre de Hércules, A Coruña.

Torre de Hércules, A Coruña.

/ Istock / Mlenny

Lola se considera una exploradora: “No concibo la vida sin conocer todos los días algo nuevo, y cuando no he podido recorrer algo nuevo físicamente, antes de irme a la cama exploro por internet”. En los últimos años sus viajes han sido a Costa Rica “ida y vuelta”, pero recuerda otros grandes viajes a China, Tailandia, Marruecos y por toda Europa “hace muchos años”.

Al que más cariño guarda dice que es al último que realizó, que supuso regresar a Costa Rica después de cuatro años. “Tenía mucha cabanga, morriña”, cuenta, “después de tanto tiempo no sabes si el recibimiento va a ser el mismo y sí, fue maravilloso en todas partes”. En sus propias palabras, “los monumentos allí son la naturaleza y la gente”. No puede esperarse menos de un lugar en el que en un día se pueden recorrer tres climas diferentes ni de unas personas cuyo lema de vida es Pura Vida ante cualquier situación.

Tapir de Baird y caracara en el Parque Nacional Corcovado.

Tapir de Baird y caracara en el Parque Nacional Corcovado.

/ Istock

La magia se ve intrínseca en Costa Rica y el Caribe en general. “Es otro mundo”, comenta Lola. Pero Costa Rica cuenta con un carácter muy particular: “Tiene vida propia, sientes el latido de la vida en cada centímetro cuadrado”. Esa vida se ve reflejada también en la famosa eclosión de los huevos de tortuga en Ostional, en la península de Nicoya, cada Luna nueva de octubre. Ella se lamenta de que muchas veces se perturba ese episodio tan puro de la naturaleza, ayudando a las pequeñas tortugas a llegar a su destino o robando los huevos para tomarlos como alimento afrodisíaco. 

Al igual que la naturaleza debe seguir su curso, Costa Rica hace lo propio sin que nada ni nadie lo trastoque, porque son pura vida en sí mismos, un sueño hecho realidad. El que Lola Pereira nunca se atrevió a soñar hasta que lo vivió. 

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