Parques Nacionales de Costa Rica
Texto: Javier Jayme
El país de la biodiversidad. Con una extensión similar a la Comunidad de Aragón, Costa Rica cuenta nada menos que con ¡80 áreas protegidas!, repartidas entre 28 Parques Nacionales, 12 Refugios de Vida Silvestre, 11 Reservas Biológicas (algunas privadas), 7 Reservas Forestales y 23 Zonas Protectoras. El país centroamericano de la pura vida representa asimismo un ejemplo a seguir de cómo combinar protección del medio ambiente y desarrollo sostenible. En este reportaje se muestran los principales atractivos de sus 28 Parques Nacionales.
Barbilla
Situado en la cordillera de Talamanca, con una profusa biodiversidad en sus selvas tropicales vírgenes, Barbilla es el Parque Nacional menos visitado de Costa Rica. Sus condiciones climáticas consienten ecosistemas complejos, brindando a los científicos excelentes oportunidades para estudiar procesos biológicos múltiples. Barbilla acoge pumas, jaguares, ocelotes, tapires, monos araña, monos aulladores y rarezas aladas como la garza del sol o el tolomuco. Fauna y flora aparte, constituye uno de los hábitats del segundo grupo indígena más grande del país: la etnia cabécar, que mantiene su modo de vida ancestral aferrada a sus creencias religiosas, la caza, la pesca y el cultivo de frutas y granos diversos.
Barra Honda
Ubicado en la provincia de Guanacaste, el cerro Barra Honda, de unos 300 metros de altura, está formado por antiguos arrecifes emergidos tras un levantamiento provocado por fallas tectónicas hace 60 millones de años. Contiene un amplio sistema de cavernas, de las cuales se han explorado 19. Las más atractivas e interesantes son la Terciopelo, la Tampa y la Santa Ana. Esta última, con sus 240 metros de sima, es una de las más profundas. Todas muestran estalactitas, estalagmitas, columnas, perlas, flores y agujas de yeso, helicitas, palomitas de maíz, champiñones, dientes de tiburón y otras formaciones por el estilo.
Braulio Carrillo
Situado 20 kilómetros al noreste de San José, Braulio Carrillo, creado en 1978 con 45.899 hectáreas, es uno de los más extensos Parques Nacionales costarricenses. Con altas montañas escarpadas densamente cubiertas de bosque primario siempre verde, de gran densidad y complejidad florística, numerosos ríos serpenteantes, bellísimas cascadas y dos volcanes extintos –el Cacho Negro y el Barva (2.906 m) techo del Parque–, constituye una de las zonas topográficamente más irregulares del país. Braulio Carrillo es el hogar de 500 especies de aves (incluida la del magnífico quetzal), 6.000 de árboles y plantas y unas 135 de animales, entre las que figura la mayor serpiente venenosa de Suramérica: la bushmaster.
Cahuita
Pese a su exigua superficie (apenas 1.000 hectáreas), Cahuita, en la provincia de Limón, es uno de los Parques Nacionales más bellos de Costa Rica. Se fundó en 1970 para proteger varios ecosistemas marinos –manglares, pantanos de agua dulce, bosques mixtos no inundados– y el único arrecife de coral del país, sumergido de uno a once metros en el litoral caribeño. Entre las especies coralinas se halla la del mayor ejemplar conocido, el coral cerebro (dos metros de diámetro y uno de alto). Sus extensas playas vírgenes simbolizan lo deseable en un paraíso: aguas transparentes de poco oleaje y finas arenas blancas orladas por cientos de cocoteros.
Carara
A 90 kilómetros de San José, lindante con la costa pacífica, Carara (río de lagartos, en lengua huétar) cuenta con la única selva de transición del Pacífico Central, lo cual se traduce en una diversidad ecológica a caballo entre los bosques seco y húmedo. Este Parque es un destino ornitológico mundialmente conocido y uno de los pocos lugares donde se pueden avistar las guacamayas escarlata, que sobrevuelan la zona en parejas o en grupos. Monos, cocodrilos, armadillos, pecaríes, zarigüeyas, osos perezosos, boas, felinos margay, jaguares, venados cola blanca, ocelotes y otros reptiles y anfibios también se pueden encontrar aquí.
Cerro La Cangreja
Se trata del primer Parque Nacional de la provincia de San José. Constituido en 2002, recibe su nombre del cerro La Cangreja (1.305 m), el cual, visto desde el aire, toma la apariencia de dicho crustáceo. Su ascenso supone una caminata extenuante a través de un tupido dosel forestal. Ya en la cima, este último se abre para retribuir al senderista con una soberbia vista completa del valle y del océano Pacífico. El Parque resguarda casi el 15% de las plantas vasculares conocidas en Costa Rica, entre las que destacan 44 endemismos; uno de ellos, el Aplinia pluriscalensis, árbol que da el fruto pegado al tronco, sólo existe aquí. También acoge numerosa fauna, entre ella tres especies de tucanes.
Chirripó
He aquí uno de los espacios naturales más amados por los costarricenses. Místico, subyugante, deleitable: el Parque Nacional Chirripó –Montaña de las aguas eternas, en lenguaje cabécar–, con sus formaciones rocosas, valles y lagos de origen glaciar, bosques húmedos y nubosos y páramos tropicales ejerce una seducción irresistible, tanto para los investigadores como para los turistas que acuden a visitarlo. Ubicado en la cordillera de Talamanca, lo corona el cerro Chirripó (3.820 m), la mayor altura de Costa Rica. El Parque protege la cuenca superior de los ríos que proveen de agua a las poblaciones aledañas para uso agrícola, industrial, hidroeléctrico, doméstico y recreativo.
Corcovado
Toparse con una danta en la playa, ver pasar una manada de saínos y observar las aletas de un tiburón toro en pleno río son fantasías que pueden tornarse realidades si se visita el Parque Nacional Corcovado, que cobija el 2,5% de la biodiversidad mundial. Abierto a la costa pacífica sobre la península de Osa, es uno de los más remotos del país. Fue establecido en 1975 para preservar la región de los buscadores de oro y de la explotación forestal. Con trece ecosistemas repartidos entre sus 45.914 hectáreas, contiene el único bosque lluvioso tropical primario del planeta. Alberga a la bella lapa roja, al quetzal resplandeciente, al sapo arbóreo ojos-rojos y al tapir, el mayor mamífero terrestre de Centro y Suramérica.
Diriá
En Guanacaste el agua se atesora, porque no sobra. Por eso, el Parque Nacional Diriá, ubicado en el cantón de Santa Cruz, se erige como un verde cacique que protege tres cuencas hidrográficas: las de los ríos Tigre, En Medio y Diriá. Posee 5.426 hectáreas distribuidas en un gradiente altitudinal que va desde los 130 hasta los 925 metros en solo 12 kilómetros de distancia, lo cual permite la presencia de un bosque húmedo en transición a seco en las zonas bajas y un bosque nuboso en las altas. Cuenta con tres senderos –para andar o recorrer en bici– donde es posible ver monos congo, pizotes, guatusas y aves; el vuelo del zopilote rey constituye el premio para quien llegue a las zonas cimeras.
Guanacaste
Localizado 36 kilómetros al norte de la ciudad de Liberia, cabecera de la provincia de Guanacaste, fue declarado Patrimonio de la Humanidad en el año 1999. El Parque constituye un corredor biológico altitudinal que permite la migración estacional de gran cantidad de especies –insectos, aves y mamíferos–, las cuales se desplazan desde las tierras bajas de la cordillera guanacasteca durante el período seco a las partes altas, representadas por los volcanes Orosí y Cacao. Cuenta con cuatro estaciones biológicas, de las que por lo menos una está abierta al público, fotógrafos e investigadores. Además, resguarda un patrimonio arqueológico único en la región: el sitio Pedregal, escenario místico con centenares de petroglifos de culturas precolombinas.
Internacional La Amistad
Simboliza uno de los primeros intentos para manejar un área protegida entre dos naciones contiguas. Declarado Patrimonio Mundial en 1983, el Parque, incluido el territorio compartido con Panamá, posee 990.000 hectáreas. La zona costarricense se ubica en la cordillera de Talamanca, el sistema montañoso cubierto de bosque tropical inalterado más extenso del país, con áreas aún inexploradas. Se estima que dos tercios de toda la vida silvestre de Costa Rica se hallan representados aquí. Los observadores de aves estarán encantados de saber que 500 especies aladas viven dentro de los diversos ecosistemas del Parque, entre ellos el famoso quetzal y nueve de las once variedades en peligro de extinción en todo el ámbito nacional.
Isla del Coco
Situada a 595 kilómetros de la provincia de Puntarenas, a esta alhaja isleña se la compara, a menudo, con las Galápagos. De su enorme importancia biológica da idea el que biólogos y ecólogos de todo el orbe han elegido Coco para explorar el funcionamiento interno de la naturaleza en su máxima expresión. La isla está repleta de animales raros, solo aquí presentes. Su biodiversidad marina se traduce en 270 especies de peces. Y la flora autóctona engloba las 235 variedades de plantas que engalanan el paisaje. Exenta de asentamientos humanos, la intención es que la isla de Coco siga siendo un santuario preservado para la vida silvestre. Un gran escape para los viajeros de cualquier parte.
Juan Castro Blanco
Extendido sobre la zona noroeste del Valle Central, en la provincia de Alajuela, este Parque es uno de los menos visitados. Se estableció para proteger bosques primarios y secundarios entre los 700 y los 2.226 metros de altitud. Se identifican en él varias cuencas hidrográficas de ríos con corriente fría y cristalina, profusión de lagunas y cataratas –amén de abundancia de truchas, fuente viable de alimentos–, las cuales proporcionan el 15% de la energía eléctrica del país y agua potable para 105 pueblos aledaños. De hecho, toda este área contiene el décimo recurso de agua dulce más importante del planeta. Por otro lado, algunos descubrimientos arqueológicos han confirmado que Juan Castro Blanco fue punto de encuentro de las culturas norte y suramericanas.
Los Quetzales
Según la Unión Mundial para la Naturaleza, el quetzal se encuentra en peligro de extinción. Evitarlo es lo que se propone el Parque Nacional que lleva su nombre. Situado en la vertiente pacífica de la cordillera de Talamanca, a 76 kilómetros de San José, Los Quetzales fue inaugurado en 2008, por lo que es el más reciente de Costa Rica, hogar de un conjunto de especies que, como la de esta ave de vibrantes colores, sagrada para mayas y aztecas, que muchos consideran la más bella del mundo, se hallan amenazadas de desaparición, entre ellas pumas, jaguares y tapires, además de otras que no lo están, como osos perezosos, nutrias, saínos, jilgueros y tepezcuintles. Lugar destacado para el ecoturismo, este Parque protege tres tipos de bosque y 14 ecosistemas.
Manuel Antonio
Situado en la costa pacífica central, provincia de Puntarenas, conforma uno de los Parques de mayor belleza escénica, siendo el área silvestre más solicitada por el turismo internacional. Salvaguardando una enorme diversidad de flora y fauna tropical dentro de una región sometida a las actividades agropecuarias y un alto desarrollo turístico, esta pequeña isla biológica posee selvas escarpadas, playas de arena blanca y arrecifes de coral. Perezosos de dos dedos, monos tití y aulladores, monos ardilla en peligro de extinción y cientos de especies de aves son observables en las 682 hectáreas del Parque, colmadas de rutas de senderismo que lo recorren desde la costa hasta las montañas.
Marino Ballena
Enclavado en una región de gran belleza paisajística –el litoral pacífico del cantón de Osa, provincia de Puntarenas–, Marino Ballena, interés científico aparte, ostenta un considerable valor para la educación ambiental y el desarrollo turístico. Cuenta con una extensión de 110 hectáreas terrestres y 5.375 marítimas. Fue creado para asegurar el mantenimiento de hábitats críticos para la reproducción y desove de multitud de especies marinas, así como para preservar la productividad de las comunidades biológicas que prosperan en la zona costera. A tal fin, protege playas arenosas y pedregosas, acantilados, arrecifes rocosos y orgánicos, islas y el tómbolo de Punta Uvita.
Marino Las Baulas
Creado en 1990, se ubica en el cantón de Santa Cruz, provincia de Guanacaste. Alberga 445 hectáreas de manglares, pantanos y líneas costeras. Los primeros son parte del mayor manglar de Iberoamérica y se inscriben dentro de la Convención RAMSAR sobre los humedales, los cuales son de relevancia capital como hábitats de aves acuáticas y áreas de reproducción de diferentes especies marinas y forestales. El Parque es un santuario para las tortugas baula –su principal atractivo turístico–, las más grandes del mundo (llegan a pesar 500 kg), hoy en peligro de extinción, que se desplazan 3.700 millas para anidar por miles en sus barras arenosas entre noviembre y abril.
Palo Verde
Extiende sus 18.418 hectáreas en la provincia de Guanacaste, entre los ríos Bebedero y Tempisque. Da protección a las bajuras de este último, un hábitat increíblemente diverso donde se unen las aguas dulce y salada, combinando bosques deciduos con selva tropical. Estos sectores son de esencial importancia ya que proporcionan puntos de parada para animales migratorios, prioritariamente entre enero y febrero, cuando se da en el Parque la mayor concentración del país y de Centroamérica de aves acuáticas y vadeadoras, tanto residentes como foráneas, cigüeñas, garzas, ibis, zambullidores y espátulas. La isla de Pájaros, en medio del Tempisque, reúne las mayores colonias de martinete coroninegro y de garza negra coronada de toda Costa Rica.
Piedras Blancas
Situado en la península de Osa, provincia de Puntarenas, y limitado al sur por el golfo Dulce, este Parque Nacional conecta con el de Corcovado para formar y salvaguardar un corredor de diversidad biológica y ecológica en el citado golfo. Piedras Blancas se creó para proteger el último bosque tropical lluvioso del sector. Su clima caliente y la humedad consiguen que permanezca verde y esplendoroso todo el año. El bosque en cuestión alberga cientos de plantas, insectos raros, culebras y otros reptiles, no todos conocidos, ya que los pertinentes estudios son aún rudimentarios. Constituye un punto crucial de reunión de infinidad de pájaros de Norte y Suramérica, considerado por tal razón como el mejor Parque del país para observar aves.
Rincón de la Vieja
En un país lleno de Parques Nacionales y Reservas Naturales, ninguno es comparable al del Rincón de la Vieja, situado 24 kilómetros al noroeste de Liberia, la capital de Guanacaste. En sus 142 km² tiene espacio para dos volcanes, 32 ríos y arroyos y una pasmosa variedad de flora y fauna. Aquí el visitante será testigo en primera fila de algunos de los procesos geotérmicos formadores del territorio costarricense; conocerá además un bosque seco, uno húmedo, uno muy húmedo y uno nuboso en un recorrido de solo dos horas y podrá asimismo ascender al cráter homónimo, recreándose con vistas inverosímiles –por simultáneas– a ambos mares, Pacífico y Caribe.
Santa Rosa
Creado en el año 1972, es el más antiguo de los Parques Nacionales del país. Su fundación conmemora la batalla de la hacienda Santa Rosa, cuya casona y corrales de piedra fueron escenario, el 20 de marzo de 1856, de la victoria de un grupo de voluntarios costarricenses sobre una fuerza estadounidense invasora liderada por William Walker, hecho que muchos consideran la mayor gesta histórica nacional. Santa Rosa, como parte del Área de Conservación de Guanacaste, protege diez ecosistemas de la región climática llamada Pacífico Seco, las cuales incluyen bosques, sabanas, marismas y manglares. Las playas Nancite y Naranjo, de grandiosa belleza escénica, son áreas para el desove de tortugas marinas como la baula y la lora.
Tapantí-Macizo Cerro de la Muerte
Acreditado como uno de los más húmedos del país, Tapantí-Macizo cerro de la Muerte se extiende a lo largo de la vertiente norte de la Cordillera de Talamanca, en la frontera entre Panamá y Costa Rica. Decenas de corrientes fluviales, incluida la del Orosí –que al juntarse con la del Aguacaliente en la laguna Cachi da origen al Reventazón, uno de los principales ríos costarricenses- fluyen a su través, jalonados por primorosas cascadas. Desde el cerro Asunción se divisan el Pacífico y el Caribe. El parque, que alberga notables ecosistemas, contentará a los aficionados a la observación de aves, porque de las 260 especies aquí presentes casi la mitad es privativa de esta zona.
Tortuguero
La atracción del litoral caribeño, unida a un poderoso instinto de conservación de la especie, origina una de las manifestaciones más sorprendentes del reino animal: el desove de las tortugas marinas. La arribada de las mismas motivó la creación en 1970 del sugestivo Tortuguero, el Parque Nacional más visitado de Costa Rica, frecuentado por turistas de todo el mundo. Sus 18.946 hectáreas, extendidas unos 80 kilómetros al norte de Limón, constituyen una de las áreas de anidada más importantes del hemisferio occidental para las tortugas verdes, en vías de extinción, que de marzo a octubre invaden sus playas por millares, en un espectáculo sin igual.
Volcán Irazú
A solo 20 kilómetros de la ciudad de Cartago, el Irazú (3.432 m), el volcán más alto del país y uno de los más célebres del mundo –Montaña de fuegos y terremotos, en la lengua indígena local–, permanece en calma desde 1994, si bien posee una historia de ciclos eruptivos impredecibles. En 1963 dio por concluido un silencio de 20 años el mismo día que el presidente John F. Kennedy visitó Costa Rica. Lo más destacado del Parque Nacional homónimo, claro está, es el volcán en sí. O, más concretamente, la ascensión a uno de sus cinco cráteres, el Diego de la Haya, nombre de quien logró la primera documentación de una erupción del Irazú en 1723.
Volcán Poás
La desolación se hace belleza en el incomparable marco natural del Poas, uno de los cuatro volcanes hoy activos en Costa Rica. Su gigantesco cráter (1,5 km de diámetro y 300 m de profundidad) y la selva nubosa, aquí prácticamente virgen, conforman los atractivos principales del Parque. Las súbitas columnas de aguas negras que se desploman, seguidas de los resplandecientes vapores blancos proyectados al aire centenares de metros, y el sordo chapoteo de las olas lodosas sobre los bordes rocosos ofrecen un espectáculo de turbadora fascinación al que solo el vuelo esmeralda del quetzal, el rey alado de la selva nubosa, redime de sus vínculos infernales.
Volcan Tenorio
A solo cuatro horas de San José, con sabana en sus partes bajas, selva lluviosa en las medias y selva nubosa en las altas, el Parque Nacional Volcán Tenorio constituye la zona silvestre protegida más rica en biodiversidad del Área de Conservación Arenal Tempisque. Cuenta con vastas extensiones de bosque virgen y sobre este escenario siempre verde, hogar de pumas y dantas, el río Celeste interpreta su singular danza acuática con decorado de lagunas, torrenteras, cascadas, pozos termales y pailas burbujeantes con sutil olor a azufre. Un espectáculo total que se instituye en uno de los tesoros naturales más conspicuos de Costa Rica y en el atractivo con mayúsculas del Parque.
Volcan Turrialba
El Turrialba es un estratovolcán ovalado de tres conos que forma un solo sistema con el Irazú. Con una elevación máxima de 3.340 m, es el segundo más alto del país. Se caracteriza por liberar constantemente columnas de vapor y ceniza, razón por la que los primeros pobladores españoles le llamaron Torre Alba, remoquete de humo blanco. Los cráteres tienen fácil acceso. Durante su ascensión es frecuente hallar antiguos flujos de lava. Ya en las cimas, en un día claro, se tienen vistas imponentes de la costa atlántica y de otros volcanes. Aunque la última erupción notable tuvo lugar en 1866, su reciente actividad expulsando de continuo cenizas, gases, barro y a veces magma mantiene el Parque Nacional cerrado al público desde 2014.