Un recorrido por obras de arte que destrozaron cuando las intentaron restaurar

Conservar y restaurar son los dos pilares para mantener las obras artísticas más antiguas intactas, pero a veces son actividades que no terminan de lograrse.

El restaurador se enfrenta a obras muy antiguas y debe saber cómo tratarlas para que no se estropeen.
El restaurador se enfrenta a obras muy antiguas y debe saber cómo tratarlas para que no se estropeen. / Istock / ilbusca

Todo amante del arte sueña con poder presumir de haber visto en persona su obra favorita, haber pisado los mejores museos del mundo e incluso haber conocido a algunos de esos artistas a los que admira. Viajar a Ciudad del Vaticano para contemplar la Capilla Sixtina de Miguel Ángel, a Milán para ver La última cena de Da Vinci o a Madrid para apreciar al talento de Velázquez para con sus Meninas.

Todas estas obras cuentan con muchos años (inclusos siglos) a sus espaldas y, sin un buen mantenimiento, acabarían totalmente destruidas. Para eso existe la labor del restaurador, definido por la Real Academia Española (RAE) como la 'persona que tiene por oficio restaurar pinturas, estatuas, porcelanas y otros objetos artísticos o valiosos'. Si el tiento del artista a la hora de crear su obra debe ser milimétrico, el del restaurador al repararla más aún.

Sin embargo, hay ocasiones en las que la restauración no queda exactamente como se esperaba. La historia más conocida de un despropósito así es la de Cecilia Giménez con su Ecce homo en 2012. La mujer, restauradora ya retirada, había intentado sin éxito restaurar un deteriorado fresco de su pueblo, Borja en Zaragoza. Con su trabajo, salió a la luz otra obra que atrajo las miradas de todo el mundo. Tanto es así, que en Estados Unidos inspiró la creación de una ópera.

En el resto del mundo...

Con el tiempo se han ido creando otras obras paralelas a las originales sobre las mismas. Lo bueno es que de casi todas queda un registro documental, al menos en fotografía, y aún se pueden estudiar tal y como fueron ideadas. Los frescos de la Dinastía Qing (la que da el nombre a la actual China) son un buen ejemplo. En 2013 fueron repintados con un toque de arte pop que no cuadra con la época en la que se pintaron.

Quien fuera que se encargara de arreglar la máscara de Tutankamón tampoco estuvo del todo fino. Los conservadores del Museo Egipcio de El Cairo pegaron la barba que se desprendió durante una restauración con resina Epoxi. Este adhesivo no es para nada apropiado y se podía percibir una fina línea amarilla en la unión de la cara con la barba. Aunque peor fue dejar ciegos a los personajes representados en la Capilla Sixtina.

Algunos casos españoles

En España hay ejemplos como la talla de San Jorge que se encontraba en la iglesia navarra de San Miguel de Estella. Data del siglo XVI y era parte del Patrimonio Cultural de Navarra hasta que se encargó su restauración a un taller de manualidades, que le dio apariencia de figura de plastilina. Eso sí, en 2019 recuperó su esencia gracias a los talleres de Patrimonio del Gobierno navarro.

Algo similar sucedió con la cara sonriente que aparece pintada en el espacio donde habría un altorrelieve en la Parroquia San Sebastián de Reinosa (Cantabria); o con el retablo de Lugo o la Inmaculada de Valencia. Por otro lado, destacan también las restauraciones de castillos. A veces, es preferible que se conviertan en ruinas antes que añadirles un pedazo de hormigón, como sucedió con el del pequeño pueblo cacereño de Portezuelo o con el de Matrera de Villamartín en Cádiz, del siglo IX y calificado como Bien de Interés Cultural.

Así es ahora el castillo de Matrera en Villamartín

Así es ahora el castillo de Matrera en Villamartín

/ Wikicommons. Ignacio Palomo Duarte

Pero la palma se la lleva la escultura de la Virgen María y el Niño Jesús de Sudbury, en Canadá. Ya había sido decapitada en otras ocasiones, pero en la última desapareció la cabeza, por lo que se encargó una nueva a la artista Heather Wise. Más allá de no tener nada que ver en forma con la original, estaba elaborada en arcilla mientras que la escultura es de mármol. Wise se enfureció ante las críticas y declaró que se trataba de un prototipo. Finalmente, se devolvió la cabeza y nadie más resultó herido.

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