Las diez carreteras más espectaculares del mundo

Las carreteras recomendadas en esta lista constituyen, ante todo, excelentes destinos en sí mismas. Concebidas para unir poblaciones, países o destacados territorios del planeta, sus espectaculares recorridos transitan por una rica variedad de paisajes, monumentos y vida cultural.

Las diez carreteras más espectaculares del mundo
Las diez carreteras más espectaculares del mundo / Ximena Maier

Entre bellezas hawaianas

La carretera que une Kahului y Hana, en la isla Maui, recorre 80 kilómetros que dibujan más de 600 curvas y atraviesan decenas de puentes sobre acantilados que miran al Pacífico. La Ruta de Hana concentra en sí misma las exuberantes bellezas del archipiélago hawaiano. El primer objetivo son las Cataratas Gemelas (Twin Falls), un grupo de cascadas que vierten sobre piscinas naturales e invitan al baño. De vuelta al coche, el siguiente destino será el Jardín del Edén, un botánico que sirvió de escenario en Parque Jurásico y albergue de cientos de plantas tropicales. Otro punto imprescindible es la península de Keanae, formada por una de las emisiones de lava del Haleakala, por cuya falda circunda esta carretera que conduce hasta la playa de Waianapanapa: arena negra, puentes naturales y cuevas marinas.

De Lahsa a Katmandú

La Carretera de la Amistad es una autopista de tierra con una longitud de mil kilómetros que circula por altitudes superiores a 5.000 metros. Se trata de la ruta que une Lhasa (Tíbet) con Katmandú (Nepal). A bordo del imprescindible todoterreno, el viajero se topa con la primera muestra de belleza natural, el lago Yamdrok, espejo de los más de 7.000 metros del monte Nonjin Kangtsang. El descenso hasta la ciudad de Gyantse permite alojarse en alguno de sus hoteles y conocer el templo Phalkor (siglo XV), donde está la estupa Khumbum, la de mayores dimensiones en territorio tibetano. Sigatshe es el siguiente punto de interés y sede del monasterio de Tahsilhunpo, hogar de Panchen Lama. El viaje continúa hasta alcanzar la fortaleza monacal de Sakya, y de allí al campamento base del Everest, camino que enseña el esplendor de la cordillera del Himalaya y el monasterio Ronghbu. Tras cruzar la frontera de Nepal por Dram, el viaje hasta Katmandú debe hacerse en taxi o autobús.

La gran carretera oceánica

Esta vía de asfalto, que discurre por la costa sur del Estado de Victoria (Australia), se extiende a lo largo de 243 kilómetros entre Torquay y Allansford en un viaje que dura unos tres días. Se trata de una terraza desde la que se divisa el estrecho de Bass y el océano Austral, además de bordear bosques tropicales, villas de origen colonial, playas y acantilados espectaculares. Nueve colosos de piedra (Los Apóstoles) erguidos sobre el mar y modelados por la erosión constituyen parte de las atracciones turísticas, pero la galería continúa por el Parque Nacional Otway, la bahía Apollo, los caminos para el senderismo en Great Oceanic Walk o la playa surfista Bells.

Glaciares en las Rocosas

La Carretera de los Glaciares discurre a través de 230 kilómetros en la provincia canadiense de Berta. Dentro del territorio de las Montañas Rocosas, la ruta comienza a 2.000 metros al oeste de Lake Louise, en el cruce con la Autopista Transcanadiense, y transcurre por un bosque donde a mediados de verano se ven osos negros. Más allá, sobre el espejo turquesa de las aguas del Bows Lake se reflejan las masas heladas de los glaciares Crowfoot y Bow. El punto más alto de la Icefields Parkway es el Paso del Arco, con 2.067 metros, perfecto mirador para contemplar la panorámica del lago Peyto. En el límite con el Parque Nacional Jasper se halla el inmenso glaciar Columbia. Tampoco faltan las cataratas: Athabasca y Sunwapta. Cinco horas muy bien empleadas que terminan en la localidad de Jasper.

El "Big Sur" de California

La autopista Highway 1, en el Big Sur de California, es un pintoresco trazado, entre Carmel y San Simeón, que bordea los acantilados y parques nacionales de la costa del Pacífico. El parque Julia Pfeiffer guarda playas de arena blanca, además de poseer la única catarata de California que vierte sus aguas en el Pacífico: la McWay. El bosque nacional Los Padres, con casi 500 kilómetros de caminos, es un paraíso para senderistas y hogar del cóndor californiano. Tanto en invierno como en verano, la atalaya de 110 metros de altura del faro Point Sur supone un excelente mirador para seguir la ruta de las ballenas azules y grises. Como atracción arquitectónica es imprescindible el castillo Hearst, en San Simeón. Y varios kilómetros al norte, la playa de Piedras Blancas acoge grupos de leones marinos.

Tras las huellas de "El Señor de los Anillos" en Nueva Zelanda

La Carretera del Cañón de los Capitanes o Navegantes, una antigua ruta minera del oro, está hoy protegida por Nueva Zelanda como lugar histórico. Discurre por los precipicios que ha formado el río Shotover, que es necesario cruzar por un puente colgante de cien metros de altura. La existencia de varios hoteles garantiza el alojamiento para practicar en balsa el descenso por sus aguas rápidas. Pero desde Queenstonw también sale la Carretera número 6, que conduce hacia Wanaka (norte), con el Mar de Tasmania a un lado y los Alpes neozelandeses en el otro flanco. El asfalto atraviesa la garganta Kawarau, donde su Puente Viejo es conocido por ser la cuna del puenting. Tras pasar por la región minera de Cromwell -hoy vinícola-, es el momento de coger la Crown Range Road, la carretera asfaltada de mayor altitud de Nueva Zelanda, que asciende hasta más de mil metros. Desde allí, la panorámica del lago Wakatipu es una de las vistas favoritas. El camino desciende por el valle del río Cardrona. El paisaje árido se vuelve verde mientras que los Montes Aspiring presiden el recorrido hasta llegar a orillas del lago Wanaka. En total son 120 kilómetros.

El jardín de Sudáfrica

De la misma ciudad (Mossel Bay) en la que en 1488 arribó el portugués Bartolomé Díaz comienza la Ruta Jardín, calzada que recorre 150 kilómetros por la costa del Índico en la región del Cabo (Sudáfrica). Este viaje termina donde finaliza el río Storms, al que salva uno de los puentes más vertiginosos del mundo: el Bloukrans. Pero antes es recomendable visitar el Parque Nacional de Tsitsikamma, una de las mayores reservas de fauna y flora del planeta y mirador espléndido para avistar la ballena franca austral (junio a noviembre). En la localidad de Knysna, situada entre el Índico y los montes Outenika, hay que aprovechar para pasear a orillas de su lago o por sus bosques, además de conocer los heads, famosos gigantes de piedra a pie de costa.

Hacia el techo de Austria

El objetivo es llegar cerca de la montaña más alta de Austria (Grossglockner, 3.797 metros), y con ello viajar por la primera carretera alpina construida en el Viejo Continente. Desde Bruck, al sur de la villa medieval de Zell Am See, el asfalto comienza a ascender entre las cumbres del macizo Sonnenwelleck. El puerto continúa hasta llegar a Edelweis Spize (2.571 metros), donde un mirador permite una panorámica completa de las mayores cumbres y sus valles. Tras atravesar el valle de Seidelwinki, la carretera se abre camino por el túnel de Hochtor y continúa hasta el mirador Franz Josef Hohe, desde el que admirar el glaciar Pasterze o, con la ayuda de un funicular, incluso pisarlo.

Por los fiordos noruegos

Con solo algo más de ocho kilómetros, la Carretera del Atlántico forma parte de la lista de autopistas de interés turístico. Y sobre todo son dos las razones para merecer ese honor: por su intrépida arquitectura y por los hermosos lugares que cruza. Se sitúa en los fiordos de la costa oeste de Noruega y une diez islas, entre las localidades de Molde y Kristiensud, mediante un trazado por encima del Atlántico que juega con los caprichos del oleaje más extremo de la masa marina de Hustadvika. La carretera posee ocho puentes y, de ellos, el más destacado es Stoiersesundet, por su vanguardista diseño y altura. El trazado oferta un bello paisaje, una rica variedad de aves, focas y hasta ballenas. En la isla de Haholmen, antiguo hogar de pescadores de bacalao, ahora existen preciosas cabañas de madera para el alojamiento turístico.

La extraña Jebel Al Hafeet

Además de la atractiva oferta cultural y artística de la ciudad Al Ain, en la región oriental de Abu Dabi (Emiratos Árabes Unidos), en dirección sur sale una ruta de 25 kilómetros que está considerada como una de las más interesantes del mundo. Acaba en la montaña Jebel Al Hafeet (1.249 metros), la segunda de mayor altitud de los Emiratos y territorio fronterizo con Omán. Tras superar una pendiente media del ocho por ciento, el viajero se halla en la cima con un hotel y un palacio de la familia real, pero el lugar es ante todo una terraza natural desde la que admirar las puestas de sol y las dunas rojizas del desierto. Aunque lo recomendable es subir durante las horas finales de la tarde, un parque acuático con piscinas de agua natural caliente y un lago artificial refrescan el viaje.

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