Cosas que he aprendido durante dos meses viajando por el sudeste asiático
Durante los meses de septiembre y octubre he viajado y trabajado al mismo tiempo a través de Tailandia, Laos y Camboya. Estas son las lecciones que anoté en un cuaderno durante alguna travesía en autobús nocturno.
Cuando viajas solo y durante un largo tiempo, trasladas tu sistema de creencias, rutina y hábitos a un nuevo destino donde las normas siempre son diferentes. Cambian el clima, los horarios, esos aromas, la forma de comunicarte y, prácticamente, cada aspecto en relación con tu punto de partida.
Sin embargo, para quienes nos dedicamos a escribir sobre nuestras experiencias de viajes, movernos a través del mundo también implica volvernos más reflexivos, incluso críticos, respecto a toda la maquinaria del sector, esas contradicciones que no siempre resultan tan evidentes o los tópicos turísticos que ahora vemos con ojos recelosos.
En este caso, os comparto aquellas reflexiones extraídas durante estas semanas viajando por el fascinante sudeste asiático.
Desconfía del turismo ‘étnico’ y similares
Especialmente en provincias del norte de Tailandia como Chiang Mai o Mae Hong Son, en la frontera con Myanmar, encontramos una riqueza multicultural conformada por diversas etnias como los Karen, Lisu, Akha, Yao o Hmong, entre otras muchas. Sin embargo, basta con atender la historia tras lugares turísticos como el pueblo de Pai, para desconfiar sobre esa “orgánica” experiencia que nos conecta con diversas tribus que,vieron sus tierras arrebatadas en pos de los touroperadores que decidieron abrir las puertas al turismo en los años 70 sin importar la viabilidad del estilo de vida local.
En ocasiones, y a través de unos pocos tours sostenibles, sí podrás conectar con ellas pero, en muchos casos, la experiencia es lo más cercano a una convención de cosplay. Algo similar ocurre con las visitas relacionadas con elefantes, otra de las tipologías que conviene revisar con lupa cuando viajamos a ciertos países asiáticos.
La crisis climática es real
Los meses de septiembre y octubre conforman el último “coletazo” de la temporada de lluvias en diversos países asiáticos. Un período que, este 2024, ha sido doblemente agresivo tras la aparición del tifón Yagi procedente de China, fenómeno que ha arrasado regiones como el norte de Vietnam o la provincia de Chiang Rai, al norte de Tailandia.
Una cadena de sucesos catastróficos que enlazaba con el huracán Milton y, por supuesto, la terrible DANA que ha asolado más de 70 municipios de Valencia. El cambio climático se acerca cada vez más a la realidad que al mero mito conspiranóico.
Viajar en temporada baja es mejor
En un mundo que cada vez adolece más del llamado ‘turismo masivo’ y sus efectos, viajar en temporada baja se convierte en la mejor alternativa para burlar a las masas y minorizar el impacto en esos países más visitados. Además, durante la offseason los precios son inferiores, apenas encuentras colas en los principales puntos de interés y, en el caso del sudeste asiático, la naturaleza luce mucho más bonita y exuberante.
Fomentar el JOMO es necesario
Cuando ‘teletraviajas’ estás ocupado gran parte del tiempo: cuando no trabajas, visitas un templo, cuando no, tomas un autobús nocturno a un nuevo destino, o tomas cervezas con otro viajero, o escribes en un café; siempre hay algo que hacer. Por ese motivo, es necesario que seamos organizados respecto al tiempo y cómo lo gestionamos durante el viaje.
¿Qué significa esto? Que es posible que te pierdas cosas, que no tengas tiempo de visitar ese mercado flotante que, realmente, tampoco te interesa tanto. Es importante aceptar que no siempre se puede hacer todo. Y está bien.
La posibilidad de no comprar un billete de vuelta
Si compras un billete de ida y vuelta, sabes que tu ruta se verá acotada a una porción temporal en la que, a veces, introducimos demasiados destinos. Ya sabes, visitas un país, no sabes si volverás y quieres ver lo máximo posible. En estos casos, recomiendo hacerse solo con el billete de ida (si te piden uno de salida del país por tema de visado, compra uno de autobús por 15 euros al país vecino, por ejemplo). De esta forma, tendremos mayor capacidad para fluir, extender la experiencia, acercarnos a otro país cercano o, simplemente, darnos el tiempo necesario para conocer un destino en profundidad sin sentir la presión de pasar al siguiente nivel de forma inmediata.
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