Cómo fomentar el JOMO en un viaje
La antítesis del FOMO (Fear of Missing Out, o Miedo a Perderse Algo) es el JOMO (Joy of Missing Out), y es más necesario de lo que imaginas. Por ejemplo, cuando viajamos.

Durante estos dos últimos meses viajando por el sudeste asiático, me he encontrado en varias ocasiones con la misma pregunta: ¿Aún no has visto…? Una cuestión, en principio inocente, pero que denota esa obsesión del viajero moderno por abarcar todos los ‘abecé’ de un destino como forma de sentirte realizado, de llegar a tiempo, de trasladar el insaciable scroll de las redes sociales al paisaje en cuestión.
Sin embargo, el llamado FOMO que tanto imperaba en los tiempos prepandemia parece diluirse y el mundo es más consciente de la necesidad de pararse, quizás omitir algunos lugares que no le da tiempo a visitar y, simplemente, sentarse bajo un enorme ficus a escribir o escuchar la lluvia tintinear sobre una hoja de banano.
Porque hay lugares que solo existen cuando nos detenemos, aquí tienes algunos consejos para abrazar el JOMO en tu próximo viaje:
Visítalo (si te apetece)
Cuando viajamos, especialmente a lugares muy turísticos, sentimos esa necesidad infundada de visitar tantos highlights como podamos pero, ¿y si cambiamos esa percepción? Si realmente no te apetece visitar ese pueblo flotante de Camboya o la plantación de piñas de Azores, no pasa nada. Quizás no llegues a conocer ese templo de farolillos del que todo el mundo habla pero quizás por la noche, mientras descansas en el jardín del hotel, te envuelvan las luciérnagas.
La importancia del detox digital
Llegas a un nuevo destino y, de forma automática, tienes que correr a esa tienda para hacerte con la tarjeta SIM local para tu smartphone. No vamos a negar que Internet siempre resulta un aliado único mientras viajamos, pero también podemos limitar nuestra conexión a las horas de hotel si queremos comprar tickets, reservar atracciones o informarnos sobre el destino. El resto del tiempo, puedes dedicarlo a convertir el entorno en una pantalla infinita.

Elige destinos más conscientes
Recorrer Roma nunca será lo mismo que alojarse en un ecolodge del Delta del Okavango, ni un verano en Ibiza equivale a unos días de naturaleza en las montañas de Nepal. Elegir destinos slow, donde podamos abrazar la naturaleza y lugares menos masificiados, siempre resulta una buena estrategia a la hora de desconectar y limitarnos a disfrutar del momento.
Cuidado con las redes
Utilizar TikTok o Instagram como oráculo de tus viajes es una opción cada vez más recurrente pero, cuidado: la vida (y preferencias) de los influencers puede que no sean las mismas que las tuyas, ni tampoco la temporada en que se grabó ese video, ni tampoco la Montaña Arcoíris de Perú tiene esos brillantes colores.
El arte de ser flâneur
Los seres humanos viajamos, en muchas ocasiones, de punto a punto: del aeropuerto A al aeropuerto B, cuyos paisajes serán similares a pesar de estar a miles de kilómetros de distancia. Visitamos un punto 1, y 2, y 3, de esa nueva ciudad pero, ¿cómo poder descubrir todo lo que ocurre entre cada chincheta de la hoja de ruta? Caminando, como si siguieras a una mariposa imaginaria a través de un nuevo destino donde salirse de las normas establecidas te permitirá descubrir nuevas y fascinantes historias. Es la figura a la que llaman “flâneur”, palabra francesa nacida en el siglo XIX y traducida como “paseante”.

Escucha a tu voz interior
A pesar de lo mística que pueda sonar la premisa, todo se reduce a ser fiel a ti mismo y tus preferencias. Por ejemplo, si lo tuyo es la comida, disfruta de todas las posibilidades foodie que ofrece ese nuevo destino. Si necesitas sentarte en un café a escribir, te ha dado el arrebato de llegar a ese pueblo perdido que no aparece en las guías o, simplemente, quedarte en el hotel y perderte la próxima Full Moon en la playa de al lado, quédate.
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