Entre barrotes de lujo: durmiendo en una prisión centenaria de Berlín, hoy hotel boutique

Olvidado durante décadas y escondido dentro de una manzana del barrio de Charlottenburg en Berlín, el complejo que albergaba un tribunal y una cárcel de mujeres ha sido rehabilitado y transformado en el hotel Wilmina, que está lleno de detalles que remiten a su pasado

Hotel Wilmina Berlín antes cárcel

Transformación de una de las celdas en habitación en el hotel Wilmina. 

/ Felix Pergande / Robert Rieger / Wilmina

Nos situamos en uno de los barrios más elegantes, refinados y tradicionales de Berlín, Charlottenburg-Wilmersdorf, concretamente en la calle dedicada al filósofo Kant, Kantstraße, número 79.

En 1896-1897, los arquitectos Adolf Brückner y Eduard Fürstenau idearon en este número un edificio neorrenacentista que albergó un tribunal penal y posteriormente un registro de la propiedad hasta 2010. En el área del patio se ubicó otro edificio independiente, una prisión de mujeres, que se cerró en 1985.

Hoy, casi 40 años después, los barrotes de sus ventanas siguen mandando el mensaje de que el edificio, hoy el hotel boutique Wilmina, fue en el pasado un lugar de encierro. Y es un acierto que estos elementos de su pasado histórico hayan sido conservados por los arquitectos del proyecto de Wilmina, Grüntuch Ernst Architects, habituados a hacer este tipo de reconversiones en la ciudad alemana desde los años 90.

Exuberantes jardines y patios entrelazados rodean el edificio que hacía las funciones de cárcel. Al entrar por la calle Kantstraße, lo primero que se encuentra uno a la derecha es la entrada a la recepción del hotel Wilmina; a su izquierda, la entrada al espacio llamado Amtsalon, donde se encontraba el antiguo tribunal y que hoy alberga diversos proyectos temporales, como exposiciones y otros eventos.

A continuación, e internándose cada vez más en espacios menos públicos, el huésped llega al patio del jardín, con sus árboles, arbustos, setos y plantas trepadoras refrescando el ambiente.

Junto al jardín, el restaurante Lovis, una de las estrellas del hotel. Y finalmente, las habitaciones. La otra gran estrella del hotel es el gran atrio, corazón del edificio y cuya galería de celdas se extiende sobre cinco niveles decorados hoy con balaustradas de hierro forjado.

Hoy esa galería ya no alberga celdas, sino 44 habitaciones, y la luz entra a raudales por varios tragaluces y se refuerza con multitud de lámparas colgantes de vidrio suspendidas del techo.

Las ventanas no pierden sus barrotes

Las 44 habitaciones tienen diversos tamaños y son todas distintas. Las hay más pequeñas, de 11 metros cuadrados, y más grandes, como el Garden Loft, de 75 metros cuadrados y que se sitúa en lo que era el antiguo salón de actos de la cárcel. Eso sí, todas son mucho más grandes que las antiguas celdas y están decoradas con colores claros y cálidos porque su objetivo es que sean relajantes, verdaderos espacios de retiro.

Una de las intervenciones más magistrales hechas por el equipo de arquitectos para que el edificio no perdiera su contacto con el pasado fue no destruir las antiguas ventanas con rejas de la cárcel. Ahora bien, eran demasiado pequeñas y estaban colocadas demasiado altas en la pared como para permitir que se viera el exterior. Los arquitectos las agrandaron y las bajaron a la altura de la vista, para que los huéspedes pudiesen ver el patio. También dejaron intacta una celda, que permanece en su estado original.

A las cuatro plantas ya existentes en el atrio, los arquitectos añadieron una más, el ático, que además de habitaciones incluye una terraza en la azotea con vistas a los jardines y a los patios interiores.

El restaurante, en el antiguo patio de la prisión

Escondido tras unos muros, se ubica en el espacio que antiguamente era el patio de la prisión, hoy cubierto y con grandes ventanales que dan al jardín. El restaurante Lovis está capitaneado por la chef Sophia Rudolph, una defensora de la cocina alemana contemporánea.

El hotel se completa con una biblioteca, un bar, un spa y un gimnasio. Ha sido galardonado con el premio de arquitectura BDA Berlín 2021 tras su apertura este 2022.

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