Rincones selectos de Benidorm

Actualmente Benidorm cuenta con 131 alojamientos hoteleros que, a pleno rendimiento, pueden alojar a 39.720 visitantes. Una cifra nada desdeñable teniendo en cuenta que su población es de 71.000 habitantes.

Benidorm portada
Benidorm portada / Álvaro Arriba

La culpa la tuvo el biquini. En 1959, la idea del alcalde Pedro Zaragoza de convertir Benidorm en un destino turístico de talla internacional empezaba a transformarse en realidad. Hello, Bonjour y Hallo sonaban cada vez con más frecuencia en las calles benidormenses. Sin embargo, la irrupción del biquini en las playas españolas trajo los primeros enfrentamientos con la conservadora mentalidad franquista. El periodista británico Giles Tremlett recuerda en su interesante ensayo España ante sus fantasmas que la policía local incluso llegó a detener a una mujer inglesa por abofetear a un agente que insistía en que se cubriera con una blusa. Zaragoza vio claramente que esta actitud perjudicaba la llegada de turistas de otras latitudes y elaboró un decreto que autorizaba el uso de esta prenda de baño. El Arzobispado de Valencia reaccionó de forma iracunda e inició un expediente de excomunión contra el alcalde. Lejos de amedrentarse, Zaragoza se montó en su Vespa, recorrió los 476 kilómetros que separan Benidorm de Madrid y se entrevistó directamente con Franco, con quien mantenía una buena amistad. El proceso de excomunión se canceló. Y el biquini se quedó. Hasta hoy.

Sesenta años después de aquel incidente, los datos corroboran que el sueño de Zaragoza se ha cumplido. Con más de 890.000 pernoctaciones anuales, según la encuesta del INE 2008, Benidorm se ha convertido en el tercer centro turístico de España, sólo superado por Madrid (3.851.819) y Barcelona (1.632.296). Ensalzada y denostada a partes iguales, la ciudad alicantina ha pasado de ser un pueblo de pescadores con una almadraba escasamente productiva a una urbe cosmopolita con un skyline digno de Nueva York. No en vano, y con algo de chulería, los locales la llaman Beniyork.

Actualmente Benidorm cuenta con 131 alojamientos hoteleros que, a pleno rendimiento, pueden alojar a 39.720 visitantes. Una cifra nada desdeñable teniendo en cuenta que su población es de 71.000 habitantes. Esta amplia oferta satisfará a todo tipo de turistas: jóvenes mochileros, familias de clase media, jubilados con espíritu adolescente, sibaritas en busca de lo exclusivo... A pesar de este maremágnum turístico, Benidorm aún oculta un buen número de parajes secretos y selectos que han sido soterrados por los tópicos.

a las afueras de la ciudad, el hotel Barceló Asia Gardens toma como inspiración las construcciones típicas del sureste asiático. El edificio central de este lujoso alojamiento de cinco estrellas adopta la forma de una palapa, construcción de origen filipino cuyo techo se forma con un soporte de madera y palmas a modo de techumbre. El espíritu asiático también se aprecia en sus jardines, que albergan abundante vegetación traída de Asia y diversas fuentes que aportan calma con su sonido. La sensación de tranquilidad aumenta con la disposición del hotel, que se distribuye a lo largo de la Sierra Cortina en varias edificaciones de poca altura. Todos los detalles del Barceló Asia Gardens evocan al lejano continente: desde la amplia oferta de restauración hasta la hospitalidad del servicio asiático, pasando por los tratamientos de masaje tailandés.

cuenta con una ubicación privilegiada, aunque esta vez en pleno casco histórico. Para llegar a este cinco estrellas hay que subir las calles empedradas de origen árabe que conducen al mirador de Canfalí, punto estratégico de Benidorm que separa las playas de Poniente y Levante. El Villa Venecia se encuentra en San Jaime, una recoleta plaza que tiene el mérito de acoger la iglesia más antigua de la villa, la neoclásica San Jaime Apóstol. Los privilegiados que consigan alguna de las habitaciones con vistas al mar experimentarán la sensación de asomarse a un balcón del Mediterráneo. El edificio se levanta sobre un acantilado como una atalaya vigilante frente al ataque de los piratas berberiscos. No obstante, en pleno siglo XXI lo que se vislumbra en lontananza no es un amenazante galeón sino la isla de Benidorm. Esta pequeña ínsula, también conocida como De los Periodistas, posee una gran riqueza paisajística y medioambiental. Es posible visitarla para contemplar las miles de golondrinas de mar que anidan en su acantilado norte o las pequeñas aves conocidas como aviones roqueros. Además, su escondida cala es un paraje idílico para huir de las aglomeraciones y refrescarse en el agua.

A pocos metros del hotel Villa Venecia se encuentra uno de los lugares más auténticos de Benidorm: la zona conocida como Los Vascos. Este área del casco antiguo, situada entre la Plaza de la Constitución y la calle de Santo Domingo, está plagada de bares donde disfrutar de tapas, o mejor dicho pintxos, de procedencia vasca. Muchos de los dueños de estos locales son originarios del País Vasco y es habitual que muchos de los vascos que se han asentado en Benidorm se reúnan aquí para recordar su rica tradición culinaria. Para adaptarse al entorno y romper el hielo nada más llegar, recuerde que "Egun on" significa "Buenos días" en euskera.

Benidorm es una ciudad de muchas caras. No obstante, la más conocida es la relacionada con el ocio y la noche. Durante los últimos 40 años, los turistas más jóvenes han descubierto los secretos de la noche en la discoteca Penélope. En contraposición, los más talluditos disfrutan los conciertos de la Cafetería Nuria. Entre uno y otro extremo, las opciones de diversión son muchas. La Avenida del Mediterráneo es una de las principales vías comerciales de la ciudad. Esta concurrida calle transita en paralelo a la Playa de Levante y está plagada de tiendas, bares, hoteles y coches, muchos coches. En esta zona se encuentra el Agir, un funcional hotel cuyos inicios se remontan a 1962. Remodelado completamente en 2007, cuenta con 76 modernas habitaciones, un interesante restaurante y una cafetería que sirve de lugar de encuentro para los locales. Paco Torreblanca, encargado de los dulces de la boda del príncipe Felipe y Letizia Ortiz, es el responsable de la pastelería. El Agir está construido en el terreno que ocupaba el chalet de la familia propietaria. La heredera, la elegante señora Mita, de 84 años, aún vive en una de sus habitaciones. En la antigüedad, los hombres heredaban las granjas, consideradas más productivas, mientras que las hijas recibían los terrenos de la costa, menos valiosos. ¡Cómo ha cambiado el cuento!

Otro de los rincones selectos de Benidorm es el hotel Nadal. Modesto, pero lleno de encanto, lo mejor de estas tres estrellas es su ubicación frente al mar. A pesar de su céntrica situación, al final de la concurrida playa de Levante, la tranquilidad es absoluta. Habitualmente los pescadores se acomodan a escasos metros de la entrada con sus bártulos en busca de suerte. Las habitaciones son básicas, pero en pocos sitios es posible escuchar desde la cama el sonido de las olas al romper contra las rocas. La cafetería es el sitio ideal para contemplar el atardecer sobre el horizonte marino. Su restaurante arrocero ofrece como especialidad el arroz de magro y verduras y el de magro y sepia, del que aseguran es el mejor de la zona.

Cincuenta años después, la apuesta de Pedro Zaragoza ha resultado ganadora. Benidorm es hoy un destino turístico de talla mundial. Mucho se habla de su fiesta sin fin, de la avalancha de turistas, de sus rascacielos... pero la clave de su éxito radica en sus playas: casi seis kilómetros de arena fina reconocidas por la Unión Europea con bandera azul. Si a esto le unimos su excelente clima, fruto de la protección de la sierra colindante (19 grados de media anual), resulta comprensible el eslogan que adoptó Benidorm durante el franquismo: Sol embotellado.

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