Pequeños hoteles en grandes ciudades, o dónde encontrar la calma total
La atmósfera de estos pequeños hoteles en grandes ciudades es especial, ya que funcionan como reductos en los que habita la calma, tan necesaria siempre cuando nuestro destino es urbano.

Es el sueño de muchos: encontrar el refugio urbano perfecto. Un lugar donde sentirse al margen del ritmo acelerado que se vive en las calles, de la multitud. Porque la intimidad es algo que se puede preservar en Madrid, nació, hace apenas unos meses, Casa du Soleil, un hostal boutique que nos lleva de viaje hasta el Mediterráneo sin salir del céntrico barrio de Lavapiés. El sol que da nombre a este alojamiento hace referencia a los orígenes caribeños del responsable de este proyecto tan atípico para una ciudad como esta. Los huéspedes creerán estar en Ibiza, por la cálida decoración, o tal vez en Marruecos, por esos aires de riad que gasta el hotel, en el que todo se estructura en torno a dos patios, uno de los cuales con una pequeña alberca. Cuenta con 10 habitaciones y un coffee corner por si queremos prolongar aún más el momento de pausa que ofrece la casa.

Casi al mismo tiempo que abría sus puertas Casa du Soleil, reabría las suyas el hotel Santo Mauro, un palacete del siglo XIX. En realidad no es uno sino tres los edificios que dan vida a este hotel, que apenas logramos intuir tras las enormes vallas que protegen todo el recinto, presidido por un jardín al que le sienta especialmente bien la palabra oasis. Castaños centenarios, magnolios, árboles de Júpiter, bambúes y rododendros envuelven un entorno casi mágico, con un quiosco que sirve cócteles como De Madrid al cielo o An American in Madrid. La música de fondo no son los coches, apenas imperceptibles a pesar de estar al lado de la calle Almagro, sino una banda sonora realizada ex profeso por el compositor Lucas Vidal. El ambiente relajado del hotel continúa en los espacios comunes, como The Red Room, al más puro estilo francés, o The Chinese Lounge, con decoración oriental, y en cada una de sus 49 habitaciones, todas ellas distintas. Menos de 50 estancias tienen también otros dos palacios decimonónicos de Madrid: el hotel Orfila, muy romántico, también en el barrio de Chamberí, y el Hotel Único (cerrado en agosto), en el de Salamanca, donde Ramón Freixa deslumbra a todos en su restaurante con dos estrellas Michelin.

Escondido entre los callejones del Barrio Gótico de Barcelona, el Wittmore Hotel es todo silencio, al más puro estilo de aquellos salones culturales que inundaban la ciudad en el siglo XIX. Su filosofía es que la creatividad reine, que los huéspedes puedan hallar no solo paz, sino también a sus musas. Para ello cuenta con una sala con biblioteca y grandes ventanales y un patio interior con un jardín vertical, de más de 15 metros de altura, al que se asoman sus habitaciones, 22 en total. Aunque lo mejor aquí es su azotea, que mira al mar sobre los tejados.

En el Barrio Gótico nos encontramos también con el Hotel Neri, que ocupa dos históricos edificios, uno de ellos un palacio medieval del siglo XII del que se han recuperado el antiguo patio y algunos esgrafiados. Arroz de capipota con bacalao confitado y ajos tiernos y pulpo a la brasa, berenjena con miso y romesco de kimchi son dos de los platos que componen la carta de su restaurante, capitaneado por el chef Alain Guiard. No tiene restaurante pero sí ofrece un espectacular desayuno bufé Margot House, un hotelito de solo nueve habitaciones en el paseo de Gràcia, frente a la Casa Batlló, en la que se sigue esta máxima: “Esta es tu casa para que la disfrutes como tú quieras”.

Sin prisas la vida se vive mejor. Eso es algo de lo que presumen en el Caro Hotel, en el centro histórico de Valencia, a unos pasos de la Catedral. No desentona con el entorno, ya que encuentra acomodo en un antiguo palacio que conserva mampostería árabe y arcos góticos. Los techos con vigas de madera y las paredes con piedra original son la nota común de sus habitaciones, con sugerentes nombres que rememoran su pasado, como El despacho del marqués. No muy lejos, el Palacio Vallier, también en la Ciutat Vella, ofrece historia —es una antigua mansión del siglo XIX— y modernidad total, gracias a su fantástico restaurante, La Perfumería, de sabores mediterráneos, a su elegante Lladró Lounge Bar y a una terraza en la azotea con estupendas vistas panorámicas.

Para quienes visiten Bilbao una buena opción es la pensión Basque Boutique, en el casco viejo. Los huéspedes creerán estar alojados en un museo, ya que cada habitación está decorada con muebles hechos a mano que recuerdan símbolos y tradiciones de la cultura vasca. Si ponemos rumbo al sur, dos opciones para disfrutar de Sevilla como se merece: el hotel Corral del Rey, un palacio del siglo XVII en el barrio de la Alfalfa, y el hotel Mercer, que nos invita a “soñar en habitaciones que arropan los sueños”. Su terraza con piscina es un codiciado objeto de deseo en verano.

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