Nueva York clásico, la memoria de Manhattan

El gimnasio de boxeo de Jake LaMotta, el viejo cine de lámparas de araña y 1.131 butacas, la taberna centenaria en la que no entraron mujeres hasta 1970, la mejor librería de la costa Este... Un recorrido por lugares vivos que conservan la memoria de una ciudad que se destruye y se construye diariamente.

Nueva York
Nueva York

Nueva York es una ciudad joven. Su iglesia más antigua, St. Paul''s Chapel, se acabó de construir en 1794, casi en el siglo XIX, antes de ayer si se compara con las grandes catedrales europeas. Tampoco tiene mucho respeto por sus lugares históricos. Creemos que no es así, quizá porque museos como el MoMA, la Morgan Library o el Metropolitan guardan con mimo tesoros del arte despreciados en otras partes del mundo. PeroNueva York se destruye y se construye diariamente. Emblemas de la ciudad como Radio City Music Hall, Grand Central Station y el Carnegie Hall se salvaron a última hora de convertirse en material de derribo. La Pennsylvania Station, la mayor estación de trenes de la historia y una de las más hermosas, no lo hizo. El dinero manda. Manhattan es una isla pequeña. No hay lugar para romanticismos.

Los museos atesoran óleos de Monet y Van Gogh, un ejemplar de la primera Biblia de Gutenberg y sarcófagos egipcios, pero también establecen las primeras fronteras entre el presente y el pasado más reciente: la New York Historical Society programó una exposición sobre las flophouses del Bowery, los hoteles baratos para mendigos, yonquis y borrachos terminales, hoy casi extintos en Lower East Side, donde los precios tienen los alquileres por las nubes, pero que en los años 70 y 80 eran establecimientos familiares en el barrio; el Metropolitan repasó hace poco el legado del punk neoyorquino (Punk: Chaos to couture), incluso recreó la podredumbre y las pintadas de los baños del CBGB, el histórico local emplazado también en el Bowery donde comenzaron Los Ramones, Patti Smith y Blondie, y que bajó la cortina en 2006 condenado por las deudas para inaugurar una tienda de moda que hoy vende pantalones vaqueros de 200$ y chupas de cuero vintage de 1.000$.

Con todo, aún quedan lugares milagrosos que pertenecen a la Nueva York de toda la vida, que se viven más que se visitan, el de los diners y delis y gimnasios de boxeo y cines de pantalla gigante con más de mil butacas y viejas librerías de lance y tabernas centenarias. Algunos forman parte de la postal de la ciudad -¿por qué no?-, pero todos conservan intacto su carácter, ese que le dieron tipos como Frank Sinatra o Jake LaMotta -el Toro salvaje que inmortalizó Robert de Niro en el cine- o el escritor Norman Mailer, que llegó a presentarse a la alcaldía en 1969. Como es sabido, en Nueva York nieva mucho y en invierno las tempestades han llegado a colapsar la ciudad. Durante la campaña, un estudiante universitario le preguntó a Mailer qué haría si hubiese una gran nevada y fuese alcalde. "Caballero -respondió Mailer-, mearía en la nieve".

El lustre a NY se lo dieron las figuras célebres y se lo dan a diario los vecinos del barrio. La película Toro salvaje se estrenó en el Ziegfeld Theatre en 1980. Scorsese, De Niro y LaMotta volvieron a pisar su alfombra roja 25 años después para rendirle honores a la película. Ellos, y 1.128 invitados más. El Ziegfeld es un viejo teatro que desde los años 60 acoge losprincipales estrenos y saraos cinematográficos de Nueva York. El Ziegfeld también es un cine de barrio, el de los neoyorquinos del Midtown. Está en el 141 de W54th Street, a unos pasos de Central Park, justo a la espalda de otro teatro histórico, el New York City Center. La entrada cuesta 14$, unos 10 euros. Una vez dentro, chocan las escaleras mecánicas en un escenario de lámparas de araña y motivos art decó. Subes a la primera planta, cruzas el vestíbulo donde huele a palomitas y llegas a una platea ciclópea con más de mil asientos y una pantalla que taparía un frontón vasco. La última de ese tamaño en Estados Unidos. Quién sabe por cuánto tiempo. En origen, el Ziegfeld era un elegante teatro de Broadway en el 1341 de la Sexta Avenida con la 54, inaugurado en el año 1927 con Charlie Chaplin y el explorador polar Roald Amundsen entre los espectadores. Pese a las protestas públicas, fue derribado en 1966 para levantar un rascacielos. Tres años después se mudó a su localización actual. El New York City Center, de 1923, se salvó de la demolición de milagro.

Hay un lugar que incluso ahora, en la era digital, parece inmortal. Se trata de una librería. Todo escritor, artista, músico o intelectual que se precie que pasa por Nueva York pasa por Strand. O acaba trabajando, como Patti Smith y Luc Sante. Strand nació en 1927 y presume de almacenar 18 millas de libros nuevos, viejos y raros en su gigantesco espacio de varias plantas en la Calle 12 con Broadway. Entre sus anaqueles hay camisetas a la venta con la famosa frase del cineasta John Waters, que recomienda abstenerse de relaciones sexuales con la gente que carece de libros y que, por momentos, parece la consigna de la librería: "If you go home with somebody and they don''t have books, don''t fuck''em!". Por cierto, el MoMA, el gran templo de la modernidad y de las vanguardias artísticas, también tiene solera, es casi coetáneo a Strand. Se fundó en 1929 y alberga una de las mejores colecciones de arte moderno del mundo. Apuesta por las nuevas disciplinas artísticas en un edificio que, aunque no lo parezca por sus numerosas remodelaciones, fue inaugurado en 1939.

Los tesoreos de la Moran Library

John Pierpont Morgan fue un banquero decimonónico de Connecticut que a los 35 años ya era más rico que la Hacienda de Estados Unidos. Su casa en Nueva York, hoy tímida a la sombra de los rascacielos de Manhattan, es la sede de The Morgan Library Museum. En realidad, nunca vivió aquí. Era su monumental biblioteca. Y así sigue, inmaculada desde 1906, sin amenazas de derribo en la Calle 36, además de albergar algunas de las exposiciones más interesantes del país. Fue el primer edificio con luz eléctrica en Nueva York -instalada por Thomas Edison- y en su fondo de armario aparecen, además de tres ejemplares de la primera Biblia de Gutenberg de 1455, dibujos de Leonardo da Vinci y Durero; partituras originales de Mahler, Mozart y Schubert; manuscritos de Lord Byron, Tennessee Williams, Ernest Hemingway y Jack Kerouac, y documentos de Napoleón, Abraham Lincoln, Isaac Newton, Voltaire y Albert Einstein, por citar algo de un catálogo descomunal.

McSorley''s Old Ale House es una taberna centenaria del East Village con serrín en el suelo. En realidad, se inauguró en 1854. Estábamos aquí antes de que nacieras, se lee en la entrada. Entre el paisanaje, hay oficinistas que vienen a echar un trago al acabar la jornada, turistas irlandeses de mofletes sonrosados que añoran su elemento nada más cruzar el Atlántico, un ejecutivo con el smartphone en la mesa que mira al vacío mientras sujeta la pinta entre las manos y encuentra, por fin, un momento para pensar intensamente en nada... De vez en cuando se escuchan gaitas. También hay mujeres. Hasta 1970 tenían prohibida la entrada. Nico, por ejemplo, la musa de Warhol que cantaba en los años 60 con la Velvet Underground en el Electric Circus, un garito legendario ubicado muy cerca de aquí, en el 23 de St. Mark''s Place -hoy ya desaparecido, el local alberga un estudio de tatuajes-, la bellísima Nico, el ángel teutón, no podía venir a tomarse una cerveza a McSorley''s. Hay leyes que no se sabe muy bien a quién benefician. Barbara Shaum tenía una tienda de cinturones y sandalias de cuero a dos números del McSorley''s y fue la primera mujer en cruzar la puerta en 1970, cuando se legisló la prohibición de discriminar en función del género. Le concedieron el honor por dos motivos: ya lo había hecho de forma clandestina en numerosas ocasiones y los camareros del McSorley''s sabían de su activismo en defensa de los derechos de la mujer.

El Lower East Side tenía a comienzos del siglo XX una densidad de población superior a la de Calcuta y un índice de mortalidad infantil propio de una ciudad medieval. De estos datos te informan en el Museo Tenement (103, Orchard Street), muy recomendable para conocer cómo malvivían en el sur de Manhattanlos inmigrantes alemanes, irlandeses, italianos, polacos y ucranianos entre 1860 y la Segunda Guerra Mundial. Para saber lo que pasó después, desde los años 60, está Salvatore. Salvatore Bartolomeo es un cocinero italiano, un pizzaiolo, que emigró de Palermo cuando era un crío y lleva 50 años haciendo pizzas en el Lower East Side. Habla mucho. Le encanta hablar. Mientras comes una de las mejores pizzas de Manhattan te puede contar cómo el LES era un barrio de mercaderes judíos oriundos de Europa del Este en los años 60; cómo en los 60 y los 80 se transformó en un barrio de yonquis, bohemios y artistas, muy peligroso, una época dura en la que le atracaron ocho veces, le encañonaron otras tantas y veía a los yonquis hacer cola junto a edificios abandonados para comprar su dosis con la naturalidad con la que se hace la compra en el mercado del barrio; cómo en los años 90, tras las redadas del fiscal del Distrito Sur y luego alcalde Rudolph Giuliani, el barrio inició un proceso de gentrificación que subió de forma escandalosa los precios de los alquileres, trajo galerías de arte, tiendas de diseño y restaurantes modernos, además de un total de 38 pizzerías que venden porciones a 1$. "Estoy rodeado de franquicias regentadas por indios que venden pizzas de mala calidad a 1$. Esto es Fort Apache: la historia se repite", dice con sorna Salvatore sentado en una silla de su Rosario''s Pizza.

Orchard Street también es una zona de marcha con un buen número de bares y restaurantes. Muy cerca de Rosario''s Pizza se encuentra otra institución neoyorquina, el Katz''s Delicatessen de East Houston. Un delicatessen o deli es un establecimiento creado por emigrantes de origen europeo. El Katz''s se remonta a 1888 y ha sobrevivido a tres depresiones, dos guerras mundiales y, como el restaurante de Salvatore, a los años duros y peligrosos del crack y la heroína y a los años caros de la gentrificación. Se hizo muy popular, además de por el pastrami, los pepinillos y la crema agria, porque la escena del orgasmo fingido de la película Cuando Harry encontró a Sally se rodó aquí. Los propietarios insisten en que el Katz''s ya era un delicatessen clásico en Nueva York gracias a su carne de vaca ahumada y sazonada mucho antes del orgasmo fingido de Sally, pero por si acaso recuerdan con una señal que cuelga del techo del restaurante la mesa donde ocurrió la famosa escena.

El director de cine Woody Allen arranca Manhattan (1979) con una cita nostálgica: "Para él, sin importar la época del año, aquella seguía siendo una ciudad en blanco y negro que latía a los acordes de las melodías de George Gershwin". Aquí hemos hablado sobre todo de Manhattan. Esa ciudad todavía se puede encontrar.

El rascacielos más bello de Manhattan

El Flatiron fue el primer edificio de Nueva York que cambió el microclima de un barrio. Su frontal afilado, un cuchillo gigante de 87 metros, cortó los vientos de Broadway y generó corrientes inverosímiles hasta 1902. En una ciudad donde existía la figura del policía de playa, que iba midiendo que los bañadores de una pieza de las damas no sobrepasaran los 15 centímetros por encima de la rodilla, el cambio climático se agradeció. Las corrientes levantaban la falda de las mujeres y los mirones se apostaban en la Calle 23 con Broadway para disfrutar del espectáculo, lo que a su vez atrajo a la Policía para ahuyentarlos. El Flatiron, plancha en inglés, nació como Fuller Building y, pese a lo que se cree, no es el primer rascacielos de Manhattan -Park Row es anterior y de mayor altura-, pero sí es el más bello.

A la sombra del Flatiron abrió sus puertas el Eisenberg''s Sandwich Shop, un diner que presume sin disimulo de subir el colesterol de Nueva York desde 1929. Esa es su consigna. Se trata de un restaurante con oficio, sin pretensiones, de los de toda la vida, que todavía te sirve el café en taza -no en cartón- y cuenta con una clientela fiel.

Mucho más que un gimnasio de boxeo

Si hay una ciudad que ama el boxeo, esa es Nueva York. Los combates épicos en el Madison Square Garden, las crónicas y la literatura de Norman Mailer y Budd Schulberg, púgiles como Rocky Graziano (interpretado por Paul Newman en la película Marcado por el odio), Jake LaMotta ( al que dio vida de forma magistral Robert De Niro en Toro salvaje) o Mike Tyson (su vida, sin duda, da para una buena película). Los tres fueron campeones del mundo y los tres entrenaron en el Gleason''s Gym. También preparó en este gimnasio más de un combate Muhammad Ali. Clint Eastwood rodó aquí Million Dollar Baby y uno de sus entrenadores, Héctor Roca, trabajó con la actriz Hilary Swank hasta convertirla en boxeadora. "Roca no es un tipo fácil precisamente -recuerda Bruce Silvergrade, propietario del Gleason''s-, pero congenió con Hilary. Ella es muy trabajadora. Se lo tomó muy en serio. Durante cinco meses vino seis días a la semana, cinco horas al día. Pero no solo se entrenó, se socializó con los boxeadores, salió con ellos, buceó en su mentalidad".

El Gleason''s es elgimnasio de boxeo en activo más antiguo de Estados Unidos. Ha cosechado 131 campeones del mundo. Abrió sus puertas en el Bronx en 1937 y en 1974 se mudó a Manhattan. Diez años después se trasladó a su sede actual, una nave ubicada casi debajo del puente de Brooklyn, en el barrio de Dumbo (77 Front Street). Entrenan desde campeones del mundo hasta boxeadores amateurs y todo aficionado dispuesto a ponerse los guantes (las tarifas de los entrenadores parten de los 35$ la hora).

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