Acantilados de Guadamía
Acantilados de Guadamía

Primavera en Asturias

No saques la foto todavía

Tienes delante un oso. Tienes delante mil flores rojas y blancas coronando decenas de árboles. Tienes en la mano una ostra, junto al río Eo, bajo un sol amable. Estás remando en una canoa, a lomos de un caballo, eligiendo quesos en un mercado. Llevas por fin la ropa de entretiempo. Los días se alargan, prometedores. Estás en Asturias, feliz, dejando que la formidable primavera haga el resto.

Un consejo, que quizá suene raro: deja las fotos para el final.

Aunque te asalte la urgencia nada más descubrir un rincón o un paisaje, espera; no cojas el móvil aún. Mantén la mirada tranquila y repasa de nuevo esa playa, esa montaña, ese animal, el aroma silvestre, la despampanante floración de los manzanos. No tengas prisa por consignar la foto y contágiate de esa calma de la naturaleza. Los recuerdos también se crean sin urgencia. No puedes atrapar la emoción con un disparo. Y Asturias, en primavera, reconcilia con el silencio bueno, con los finos sonidos de la flora y la fauna; con el descanso y la belleza.

Villanueva de Oscos - Vilanova

Villanueva de Oscos - Vilanova

/ Redacción

Lo habitual en estas loas a un paraíso es empezar con los datos (a los que, como a las imágenes, también recurrimos para todo en este siglo XXI): siete reservas de la biosfera (el 1% del planeta) y cinco parques naturales, de distinta belleza y personalidad: Picos de Europa, Somiedo, Redes, Fuentes del Narcea, Degaña e Ibias, la Reserva de la Biosfera Río Eo, Oscos e Terras de Burón, el Parque Natural de las Ubiñas-La Mesa, y el Parque Natural de Ponga. La lista abruma, casi inabarcable. Más del 50% del territorio asturiano está protegido por su valor. Pero estas cifras no revelan la placidez de cada lugar. Mucho menos, en la época de los paisajes espléndidos.

No puedes explicar el entusiasmo de avistar un oso en Somiedo, Proaza o Muniellos. Como no se puede explicar la carcajada de un chiste o la intensidad de un afecto. Madrugar para husmear los rastros del imponente animal, aguardar con nervios, recorrer riscos y árboles en busca de su escurridiza figura… hasta que asoma: furtivo, seguro, ajeno a ti, pero convirtiendo tu excursión en un momento memorable.

Más del 50% del territorio asturiano está protegido por su valor

Las guías de viaje, como las cámaras, son instrumentos, pero la experiencia última solo la puede generar el propio viajero. Tu emoción ante los manzanos en flor (en asturiano, el “Floriar del Pumar”) dependerá del humor, de la luz; de contemplarlo en Nava, Villaviciosa o Colunga. Pero siempre será distinto, porque la Comarca de la Sidra saluda mayo con una locura de colores que a cada momento mutan, y que, de alguna manera (inefable también) explican el encanto de la sidra como bebida natural y antigua.

Todo cambia en primavera, desafiando a las cámaras. Los ríos saludan al campanu, el primer salmón del año. Los acantilados orientales, de Llanes a Tazones, despejan a la vista su sublime paisaje kárstico. El litoral occidental regala playas agrestes, sin bañistas, para pasear con con un ánimo panorámico. En cada punto del mapa que elijas, esa primavera inevitablemente poética te regalará un asombro. La cascada de Morlongo, en Villanueva de Oscos.

Oso pardo

Oso pardo

/ Redacción

La senda verde de As mina, en Vegadeo. La arquitectura indiana de Pravia. Una mañana a caballo por Cangas de Onís. Todo cuanto el azar del viaje tenga a bien ponerte delante en esta tierra que supera sus propias imágenes.

Síguele la pista