20 planes secretos en París

Más allá de los Campos Elíseos, el Louvre o Los Inválidos se puede adivinar otro París latente, oculto entre las grandes maravillas arquitectónicas y culturales de la Ciudad de la Luz. Un sinfín de planes alternativos que disfrutan solo los viajeros más versados en la vasta oferta de la capital francesa.

Catacumbas
Catacumbas

No es casualidad que la Torre Eiffel sea el monumento más visitado del mundo. Cuando el viajero se reencuentra de nuevo con París, saludar a esta construcción de hierro es imprescindible. Si decide ponerse más aún en el papel del perfecto turista, visitar la iglesia de Nôtre-Dame, hacer compras por los Grandes Bulevares en torno a la Ópera o pasear por la Rive-Gauche del Sena son, evidentemente, otros de los muchos planes obligados que no pueden faltar en su agenda. Sin embargo, tras sus grandes obras arquitectónicas y artísticas se intuye un París secreto, cambiante y tentador que solo disfrutan los parisinos, los turistas más atrevidos o los sibaritas del ocio, sugiriendo una amplia oferta de actualidad que hace que la urbe esté siempre de moda. Aquí va la lista de los 20 planes secretos que se pueden hacer en la capital francesa; pero, por favor, siga guardándolos en secreto...

1. Campanas de iglesias que suenan a música gospell. Aseguran los franceses que París es la capital con más oferta cultural de Europa. Quizá sea exagerado. Pese a todo, basta con chapurrear un poco el idioma de Molière para adquirir alguna de las dos guías de ocio más importantes de la ciudad: Le Periscope y L''Officielde Paris (por poco más de un euro se pueden encontrar en cualquier quiosco), que muestran en sus páginas una inmensa oferta de conciertos. De hecho, no es raro ver coros de gospell que inundan las principales iglesias de París. Se puede ir a cualquier sesión por un precio irrisorio sin necesidad de reservar entrada. Si se quiere ser más previsor, también se pueden reservar con antela- Restaurante Mood, muy "chic", para comer sushi. A la derecha, Bois de Boulogne. En la página anterior, "gospell" en una iglesia parisina. ción a través de Internet. Uno de los grupos más conocidos que suele actuar en París durante todo el año es Gospel Dream (www.gospeldream.com).

2. Selle su amor con un candado. Comenzó como algo puntual que parejas de enamorados colgasen un candado en el Pont des Arts y que luego tirasen la llave al Sena. Hoy, este ritual es ineludible para aquellas parejas que visitan París. Más de dos mil candados de diversos tamaños y colores decoran ya este puente mágico.

3. Fotografiarse como una estrella de cine. Marlène Dietrich, Salvador Dalí, Brigitte Bardot, Carole Bouquet, Zinedine Zidane, John Galliano... todos ellos han posado en el Estudio Fotográfico Harcourt, creado en 1934 y situado en el 10 de la rue Jean Goujon. Este lugar se convirtió rápidamente en un rincón ineludible donde escritores, pintores, cantantes, deportistas o actores pasaron por sus cámaras y dejaron legendarias anécdotas. Además, el estudio propone diversas actividades al visitante (fotografía intemporal con celebridades o retratarse en el centro de una obra de arte).

4. Rinda un homenaje a grandes músicos, poetas o artistas en el cementerio de Père-Lachaise. Quizás no en su primera visita a la ciudad francesa, pero es obligado en la segunda, porque sucumbir a la magia del laberíntico jardín-panteón del cementerio de Père- Lachaise (16, rue du Repos), en el lado Este de París, es parada forzosa para aquellos que repiten viaje a la capital gala. A pesar de que este lugar es cada vez menos secreto (se pueden hacer visitas incluso guiadas), aún se puede aprovechar su singularidad sin esperar cola alguna, pasear a sus anchas o conocer la historia y misterio de los mejores sepulcros donde se hayan enterradas celebridades como Frédéric Chopin, Edith Piaf, Oscar Wilde o Jim Morrison.

5. Deleitarse... con un bocadillo. No hay duda de que París se ha consagrado en la categoría de capital mundial de la gastronomía. Una generación de jóvenes chefs ha contribuido a consolidar este movimiento, reinventando la cocina francesa. Algunos se ejercitan en una cocina minimalista, otros en la llamada cocina molecular, mientras que otros reinventan el bocadillo. Sí, lo hemos dicho bien. Y es que los cafés parisinos siguen siendo expertos en la preparación del famoso jamón-mantequilla: un dedo de mantequilla, una barra de pan bien tierna y una loncha de jamón cocido. Sin embargo, los más sibaritas no tendrán problemas para descubrir nuevos sabores: el mejor bocadillo italiano, en Frascati (14, rue de Turenne) o en la Bottega Di Pastavino (18, rue de Buci); el típico sándwich inglés enBread Roses (62, rue Madame), o el clásico francés en Comptoir de la Gastronomie (Les Halles). Y si decide degustar la estrella de los bocadillos, elaborado con trufas (por unos 100 euros), tiene que acudir al establecimiento del chef Michel Rostang (20, rue Rennequin).

6. La mejor hamburguesa americana, con foie. La oferta gastronómica internacional sorprende en París. El lenguado menier o el boeuf a la Bourguiñon de los bistrós sigue de plena actualidad. Sin embargo, una excelente noticia para los amantes del buen comer: el regazo gastronómico de París ha engendrado a una explosión de restaurantes internacionales y, en concreto, a algunos americanos que nada tienen que envidiar a los de Nueva York. A tiro de piedra de la iglesia del Sagrado Corazón se puede degustar la clásica hamburguesa en Floors (100, rue de Myrha), pero reinventada con ingredientes franceses y condimentada con foie o gambas. Asimismo, la oferta se extiende también a otros establecimientos donde es posible degustar las mejores hamburguesas, como la Love me Tender del Regency Bar (Hotel Prince de Galles. 33, avenue Gerorge V) o la Mac Ferdi, que puede saborearse en el restaurante Ferdi (32, rue du Mont-Thabor).

7. Los mejores lugares para comer sushi. Hablábamos en el punto anterior de restaurantes americanos, pero no son menos las insignias asiáticas que han posicionado París como la capital del mejor pescado crudo. Nadie mejor que los franceses ha sabido combinar la buena materia prima con una decoración singular, con grandes esculturas orientales de piedra o minimalista, monocromática y única en sus restaurantes japoneses. El restaurante Kinugawa (9, rue du Mont-Thabor), cerca de la Place Vendôme, nos permite viajar a Tokio a través de sus sabores exquisitos y sutiles. Asimismo, recomendamos Mood, muy chic, con restaurante, bar y lounge (114, avenue des Champs Elysées). Para presupuestos más ajustados, cerca de la Torre de Montparnase (rue Montparnasse), hay una calle plagada de este tipo de establecimientos que ofrecen una buena oferta calidad-precio.

8. Endulzarse en un museo de chocolate. Con más de mil piezas de colección, este es el templo perfecto para saborear el placer terrenal del cacao. El museo Choco-Story (28, boulevard Bonne Nouvelle) desvela a los golosos los secretos de los más de cuatro mil años de historia de este divino néctar que los aztecas veneraban. Degustaciones y talleres forman parte de una visita que permite deleitarse, comparar e incluso fabricar chocolates en todos sus sabores y texturas.

9. Vaya al cine... sin ver una película. Otro de los tesoros escondidos de París se haya detrás de las bambalinas del decorado del cine REX (1, boulevard Poissonnière), el más grande de Europa y construido en 1932 en la zona des Grands Boulevards de la ciudad. La sala ofrece para los turistas un recorrido audioguiado e interactivo que descubre la historia de esta institución parisina y del séptimo arte.

10. Los rincones ocultos de los templos del deporte. París es la capital de la arquitectura, del arte... pero también del deporte. El estadio del París Saint Germain (Parc des Princes. 24, rue du Commandant-Guibaud) ofrece recorridos guiados para mostrar los trofeos del equipo, su zona VIP o los vestuarios. Los lugares inaccesibles del Stade de France (Saint-Denis) pueden ser también un buen recurso si lo que se busca es sentir la emoción de las finales que se han disputado allí. Asimismo, Roland-Garros (2, avenue Gordon-Bennett) descubre también su pista central Philippe Chatrier y otras zonas menos conocidas.

11. Tómese su tiempo para un picnic. París mima sus parques y entornos naturales, como Bois de Boulogne, que no siempre es visitado por el viajero y es uno de los espacios más disfrutados por los parisinos. Con una superficie tres veces mayor que la del neoyorquino Central Park, este antiguo lugar de caza de la realeza francesa es un entorno idílico, que ofrece paseos en barca por su estanque para turistas o enamorados de la naturaleza.

12. Las profundidades de la Ciudad de la Luz. "No sigas, aquí está el imperio de la muerte". Esta es la frase que da la bienvenida al conjunto de túneles y cuartos sub terráneos que fue creado a finales del siglo XVIII en la capital francesa. En las Catacumbas de París, con acceso por la rue de la Voie Verte, reposan los restos de más de seis millones de personas y son todo un cementerio de misterios y leyendas. Una visita obligada para aquellos viajeros más osados en sus planes de ocio.

13. Compre un objeto original, una antigüedad... o incluso una mascota. Y es que resulta imposible hablar de planes en París y no mencionar el shopping. Ahora están surgiendo pequeñas tiendas que ofrecen detalles alejados de la característrica oferta de las grandes cadenas. Un ejemplo es el Viaduc des Arts, situado en el distrito 12 de la Plaza de la Bastilla, que se ha convertido en un mercado de anticuarios, con más de 50 tiendas donde los artistas ofrecen creaciones de todo tipo, y donde es posible encontrar objetos de época de valor desmesurado u objetos divertidos y originales. En torno a la Rive Gauche, en el Quai de la Mégisserie, se puede disfrutar también de un paseo a orillas del Sena y divertirse con las pequeñas mascotas más típicas de los parisinos en las Animaleries que llenan la calle.

14. Sea uno de los pocos en disfrutar de las grandes exposiciones temporales. Solo los viajeros más aventajados exploran las posibles exposiciones temporales de los grandes museos parisinos antes de sacar sus billetes. En concreto, para los que viajen en estas fechas, el Museo de Orsay ofrece hasta el 17 de julio del 2011 una magnífica exposición sobre uno de los mayores pintores franceses del siglo XIX, Edouard Manet. Esta completa retrospectiva explora y aclara la situación histórica de Manet (1832-1883), entre la herencia reafirmada del romanticismo, el impacto de sus contemporáneos y el flujo mediático de su época.

15. Aproveche los nuevos museos de la ciudad. Más allá del Louvre o de Orsay, las colecciones privadas de la Pinacoteca de París (28, place de la Madeleine) se han transformado en poco tiempo en un componente básico del paisaje cultural. Desde la arqueología al arte contemporáneo, la pinacoteca recoge interesantes exposiciones temporales, como la que tendrá lugar hasta el 21 de agosto de 2011 sobre el imaginario viaje de Hugo 8. Endulzarse en un museo de chocolate. Con más de mil piezas de colección, este es el templo perfecto Pratt, el inmortal creador de Corto Maltés, que ofrece más de 150 acuarelas de este antihéroe del cómic.

16. Hágase amigo de un parisino. Para romper con el cliché típico del carácter francés, un grupo de habitantes de la ciudad (llamados los Paris Greeters) propone organizar visitas guiadas a sus barrios a los extranjeros, como si se tratase de un recorrido diseñado por un amigo. En definitiva, se trata de visitar París de la mano de un parisino (www.parisiendunjour.fr).

17. Descubra nuevas vistas de los tejados. Subirse a la Torre Eiffel o a Montparnase a admirar las vistas de la ciudad es una cosa, pero hacerlo de forma gratuita o relajadamente con un café en la mano es otra bien distinta. Cafeterías y restaurantes están poblando los tejados de los edificios más emblemáticos de la capital gala. Podrá descubrir las panorámicas sobre los tejados de París en el restaurante Georges del Centro Pompidou. Desde uno de los laterales del museo se puede coger la escalera mecánica que sube a lo alto de este edificio, dado que la vista merece la pena aun cuando no vaya a realizar ninguna consumición. Otro recién llegado ha sido el restaurante del Musée du Quai-Branly (Les Ombres. 222, rue de l''Université). Un último establecimiento también muy recomendable -pero que exige un mayor presupuesto- es La Maison Blanche (15, avenue Montaigne).

18. Pasee por la calle más estrecha de París. La rue du Chat qui Pêche ("la calle del Gato que Pesca") es la más estrecha de París, con 1,8 metros de anchura. Su nombre procede de la historia de un chamán del siglo XV, llamado Dom Perlet, que hacía magia en compañía de un gato negro que extraía a golpe de pata peces de las aguas del Sena. Persuadidos de que se trataba de un hecho diabólico, tres estudiantes mataron al gato y lo arrojaron al río. Cuenta la leyenda que siendo el hechicero y el gato un mismo ser -en definitiva, el diablo-, muerto el minino, desapareció el alquimista, para más tarde reaparecer pescando en el río. La historia se cuenta en una placa de esta calle, que va desde el 9 del quai Saint-Michel a la altura del 12 de la rue de la Huchette, con una longitud de 29 metros.

19. Visita a la cárcel donde estuvo María Antonieta. La Conciergerie, o también Palais de la Cité, es un edificio histórico de la capital francesa que ocupa el muelle del Reloj, en la Isla de la Cité, y que esconde una original visita. El palacio fue la residencia y la sede del poder de los reyes de Francia de los siglos X al XIV, pero más tarde se convirtió en la prisión del Estado en 1392, tras el abandono del palacio por parte de Carlos V y sus sucesores. La prisión de la Conciergerie estuvo considerada, durante el Terror, como la antecámara de la muerte. Muy pocos fueron los que pudieron salir libres de la misma. La reina María Antonieta estuvo encarcelada aquí en el año 1793.

20. Y, por último, déjese sorprender, piérdase y disfrute de cada momento en esta ciudad de las mil caras... Porque, aunque no lo quiera, en París cada instante resulta único y diferente, ya que en sus calles esta mágica ciudad siempre sorprende con algo nuevo: bien sea un concierto de violonchelo en la Place des Vosges, epicentro del barrio ultramoderno de Le Marais, o un teatro ambulante de mimos y artistas enclavado a las mismas puertas de la legendaria iglesia del Sagrado Corazón, en el bohemio barrio de Montmartre.

Si aún le ha quedado tiempo, addemás de estos 20 planes secretos existen otros muchos:

  • París está especializada en ofrecer comidas preparadas, pastelerías y tiendas gourmet de renombre. Las grandes casas se reinventan permanentemente, por lo que no dude en ir a Fauchon (26, place de la Madeleine), Ladurée (21, rue Bonaparte) o Dalloyau (101, rue du Faubourg- Saint-Honoré), donde basta con llevarse su plato o producto favorito para deleitarse como en un excelente restaurante.
  • El famoso Dos Caballos, el coche mítico de la marca Citroën, propone visitas a sus adeptos llegados de todo el mundo para descubrir París en compañía de un chófer-guía dispuesto a responder a casi todas las preguntas. A bordo de este singular descapotable las visitas duran de una hora y media a tres horas (4, roues sous 1 parapluie. www.4rs1p.com).
  • Francia sigue siendo la tierra elegida por los amantes del vino, y París es su escaparate. El Museo del Vino (101, rue de Charonne) merece una visita para los aficionados a esta cultura. Más información: www.museeduvinparis.com.
  • Las tiendas multiespacio, donde la moda, la restauración, el arte y la música se concentran en un mismo edificio, están proliferando en París. La última gran apertura ha sido la impresionante tienda de Hermés (17, rue de Sèvres), construida en torno a una antigua piscina donde merece la pena adentrarse, aunque sea para el simple deleite de la vista.
  • Las galerías subterráneas del Louvre esconden multitud de tiendas de todo tipo. La ventaja de este laberinto del shopping es que abre los siete días de la semana, por lo que se pueden también recorrer en domingo.
  • Además de otras zonas verdes como Les Tulleries o los Jardines de Luxemburgo, el Jardin des Plantes (situado en la "V" que se forma entre la Gran Mezquita, el Campus Universitario de Jussieu y el río Sena) es un lugar idílico y diferente si lo que se busca es relajarse después de haberse pateado la capital francesa.
  • La ciudad tampoco duerme. Los lugares de moda donde encontrar por la noche a los jóvenes parisinos cambian cada mes. Recomendamos dos de los establecimientos más trendy a día de hoy: los restaurantes de Mama Shelter (109, rue de Bagnolet) y del Hotel Amour (8, rue Navarin).

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