10 hoteles de lujo para apurar los últimos días de invierno

"Los Pirineos ya no existirán más." Se equivocaba, y mucho, el rey Alfonso XIII cuando, allá por 1928, inauguraba la que sería una de las estaciones ferroviarias más grandes y monumentales de Europa. La intención era unir España y Francia, ser lugar de tráfico incesante de personas, que, lejos de querer quedarse, perdidos a 1.195 metros de altitud en las montañas, lo que perseguían era marcharse. Ahora, una vez recuperada su espectacular fachada y transformada en hotel, todo es diferente.

El Canfranc Estación, a Royal Hideaway Hotel está a punto de abrir sus puertas a otro tipo de viajeros, que buscan en esta Huesca remota días de paz y descanso rodeados por un fabuloso paisaje en un edificio singular, una joya de la arquitectura industrial. Los felices años 20 se hacen de nuevo realidad en espacios en los que la madera, el latón y el terciopelo permiten que volemos con la imaginación a tiempos pasados. Algunos de estos elementos están presentes en sus 104 habitaciones. Sus dos restaurantes, comandados por Eduardo Salanova y Ana Acín, encuentran acomodo en la parte trasera del complejo, en dos vagones contiguos, que han sido rehabilitados siguiendo el estilo clásico del siglo XX. Visitar el Wellness Spa, con cuatro salas para tratamientos, es algo que habrá que hacer nada más volver de pasear por los alrededores, que para eso estamos en pleno Camino de Santiago.

Un punto clave de la ruta peregrina en tierras navarras es la Real Colegiata de Santa María, en Roncesvalles, a poco más de 20 kilómetros de distancia de Irati Barnean, en plena Selva de Irati, el segundo hayedo-abetal más extenso y mejor conservado de Europa. Pasar la noche inmersos en la naturaleza es lo que propone este alojamiento con iglús en vez de habitaciones, con vistas panorámicas al valle de Aezkoa. Asomados a la terraza, elevados sobre un terreno con fuerte pendiente, los huéspedes pueden sentir que flotan, que casi vuelan, y más si les acompaña, como ocurre cada día, el canto de los pájaros. Quizá tengamos suerte y ya estén en flor los cerezos del valle del Jerte, que se pueden contemplar en todo su esplendor desde las cristaleras de las tres habitaciones-chozo de otro glamping nada convencional, El Regajo, en El Torno (Cáceres), en la ladera de una montaña. 

Bosques, cascadas, senderos, grutas y pueblos con encanto aguardan a quienes se hospedan en La Casa de los Tomillares, en Candeleda (Ávila), en la sierra de Gredos, cuyas cumbres se atisban desde el jardín, donde nos sorprenderán con las recetas sencillas que elaboran en el restaurante. Dispone de siete habitaciones, todas distintas y muy románticas, con muebles elegidos por su propietaria, anticuaria de profesión. Atención: casi todas las piezas que decoran el hotel están a la venta.

Disfrutar de las rutinas diarias es lo que también ofrece el Hotel Japonès Puigpinós, en la comarca del Solsonés (Lleida), una masía del siglo XII en la que todo gira en torno a la cultura nipona y su estilo de vida. Cuenta con ocho habitaciones —tres de ellas con tatami y futón— y un restaurante con una cocina de sabores orientales elaborada con productos locales y de cultivo propio. 

Por la sostenibilidad total —hasta el agua es kilómetro cero, filtrada en casa y servida en botellas de cristal reutilizable— apuesta La Bionda, un hotel boutique de ocho habitaciones en el corazón de Begur (Girona). Muy acogedor, está indicado para viajeros "que buscan algo especial, inusual e inspirador", nos comentan. Para ello cuenta con un patio exterior con invernadero para desayunar en una gran mesa común. El mejor sitio para empezar a diseñar el día, tan cerquita como estamos de la playa. También lo estaremos si nos alojamos en el hotel rural Los Lirios, en Lanzarote, una casa terrera del siglo XVIII edificada con piedra del lugar, madera y cal. Hacia el mar miramos, sí, pero sin olvidarnos de todo aquello que la ciudad nos brinda.

En pleno barrio de la Judería de Málaga aparece el Palacio Solecio, un inmueble del siglo XVIII renovado sin perder el estilo original. Que lo importante ya no es viajar sino acumular experiencias es lo que nos recuerdan este hotel y también el Only You Hotel Valencia, alegre y cosmopolita, en el centro de la capital levantina, y el Palacio Can Marqués, una histórica residencia para navegantes de ayer y de hoy en el corazón de Palma de Mallorca, cuyo primer propietario fue un capitán corsario, cónsul de mercaderes de la Orden de Malta.