Hoteles que desafían el vértigo: seis experiencias diferentes

“El vértigo no es el miedo a caer, sino el deseo de saltar.” Lo dijo Milan Kundera en La insoportable levedad del ser a propósito de esa irresistible atracción que nos invade cuando la profundidad se abre ante nosotros. Los psicólogos lo llaman el fenómeno de los lugares altos, pero, advierten, no hay por qué preocuparse: lejos de ser una patología, se trata de un pensamiento normal, presente, por lo visto, en la mitad de la población.

La fascinación por la altura, por intentar tocar el cielo, es la razón de ser de muchos alojamientos, movidos por ese deseo de desafiar el vértigo para ofrecer una experiencia diferente. Hoteles excéntricos y rompedores que incluyen suites colgadas de acantilados, piscinas en alturas impensables, pasarelas transparentes que dan la sensación de caminar en el vacío y restaurantes que ocupan una posición tan elevada que a los pies la ciudad en cuestión se muestra diminuta, como si estuviera habitada por hormigas. Otros hoteles, menos altos, pero igual de desafiantes, permiten cumplir el sueño infantil de dormir en una especie de nido construido para los humanos o en habitaciones volantes que se bambolean con el viento.

Con su tendencia ya consolidada a batir todos los récords posibles, Dubái se perfila como el lugar del mundo donde se tiene más opción de dormir acariciando las nubes. El excéntrico emirato no solo presume de albergar el edificio más alto del mundo, el Burj Khalifa (828 metros); la noria más alta del mundo, Dubai Eye (250 metros), y el tobogán más alto del mundo, Skyview (220 metros), sino también de toda una lista de hoteles que proyectan su mirada por encima del hombro del que quizá sea el centro financiero y comercial más plagado de rascacielos.

Pero el reino de las alturas no es exclusivo de este enclave árabe. China también destaca en este vicio de construir hoteles que despuntan sobre el horizonte de asfalto (o sobre los bosques o sobre las montañas), como también lo hacen rincones tan variopintos como el Valle Sagrado de Perú, la región alemana de Baviera o la localidad de Harads, en Suecia, a solo 50 kilómetros del Círculo Polar Ártico. Repasamos algunos de estos gigantes.  

Emociones fuertes para soltar adrenalina

Euforia, excitación, fiebre de la felicidad. Eso que llamamos chute o descarga de adrenalina. Una reacción fisiológica ante las situaciones de estrés o peligro que hace que se dilaten las pupilas, se acelere la respiración y se disparen los latidos del corazón. El ser humano ha buscado siempre esta suerte de subidón, generada, comúnmente, por las experiencias al límite. Por eso, a la extensa lista de alojamientos que desafían el vértigo, habría que añadir las numerosas atracciones ideadas para aquellos que huyen de las vacaciones mansas.

Para ello están, claro, los deportes de aventura más o menos extremos, así como otras propuestas a golpe de tirolinas, toboganes o péndulos que se balancean sobre el vacío. Desde la montaña rusa más rápida del mundo en el Ferrari World Abu Dhabi hasta el escalofriante Walk on the Edge de la CN Tower, que consiste en caminar solo sujeto por un arnés sobre el borde de la torre más alta de Toronto. Y para quienes no quieran arriesgarse está The Beam, la última locura de Nueva York: una atracción que recrea la icónica foto de Almuerzo sobre un rascacielos, solo que, en este caso, los pies colgarán desde la viga a solo a tres metros y el visitante llevará un cinturón de seguridad. 

Seis hoteles de vértigo

Con 355 metros de altura, dos torres y 1.608 habitaciones, este hotel emplazado en un bosque de rascacielos se cuenta entre los más altos del mundo. Además de una espectacular piscina, presume de spa, de salones...

Solo para valientes se ha ideado este alojamiento cercano a Cuzco con cápsulas de cristal que cuelgan sobre el vacío a 400 m. Acceder a ellas, tras escalar por la montaña y superar un puente colgante, es una aventura. 

Alejado del centro, el hotel ocupa los últimos 17 pisos del rascacielos del International Commerce Center. Deslumbrantes vistas al puerto desde sus habitaciones y desde Ozone, el bar más alto del mundo, a 490 m.

Dormir en este hotel será lo más parecido a sentirse un ave del paraíso. Suspendidas entre los árboles, sus habitaciones están diseñadas con una estética que imita perfectamente a los nidos de los pájaros. En invierno se pueden contemplar auroras boreales.

Las vistas sobre el río Pearl son espectaculares desde este hotel chino, puesto que a su altura (ocupa los pisos 74 al 98 del edificio comercial Guangzhou IFC) hay que sumar el hecho de que sus habitaciones cuentan con ventanales que van desde el suelo hasta el techo. 

Esconde, como su nombre indica, varios refugios secretos, entre los que destaca una tienda similar a las madrigueras que hacen los ratones de campo, solo que colgada de los árboles. Y tiene maravillosas vistas sobre el Parque Nacional de South Downs.