Puntos de interés de la Tierra del Burgo en


Calatañazor
Este pueblo medieval, que es Conjunto Histórico Artístico, posee un increíble encanto. Con una intensa historia fronteriza y enclavado en un entorno paisajístico privilegiado, tiene empinadas calles y humildes casas de adobe y vigas de sabina. De su antiguo Castillo, donde cuenta la leyenda que en sus inmediaciones Almanzor fue derrotado por las tropas cristianas, se conserva un lienzo y la cimentación del patio de armas. Desde él se puede contemplar el llamado Valle de la Sangre, en honor de aquella batalla. Destaca su iglesia románica Nuestra Señora del Castillo y, en sus alrededores, Voluce, el interesante asentamiento celtibérico.

Abioncillo de Calatañazor
Tras muchos años de abandono, Abioncillo de Calatañazor se ha recuperado gracias a un interesante proyecto de pueblo escuela. Un grupo docente creó un centro de recursos didácticos, laboratorios de astronomía, cocina, horno tradicional, colmena, fragua y museo etnográfico. Sin duda, hay que visitar esta iniciativa que utiliza los recursos que proporciona el medio natural, cultura e histórico del entorno. Este interesante impulso fue reconocido con el Premio de Educación Ambiental. El entorno de Abioncillo es otro de sus atractivos, ya que muy cerca están los Sabinares de la Sierra de Cabrejas.

Reserva Natural 'Sabinar de Calatañazor'
La Reserva de Calatañazor es uno de los bosques de sabinas más extenso y mejor conservados del planeta. A mil metros de altitud este sensacional sabinar se ha desarrollado sobre un llano de terreno calcáreo, que se desarrolló en el Cretácico. Son magníficos ejemplares, reliquias del Terciario, con casi dos mil años de antigüedad, más de 14 metros de altura y más de cinco metros de diámetro, que contrastan con la tierra dedicada al cereal. Estas viejas sabinas, en muchos casos de troncos huecos, cobijan murciélagos, lirones, mochuelos y abubillas, entre otros. Es un bosque muy interesante para los aficionados a la ornitología.

Monumento Natural La Fuentona de Muriel
En pleno corazón de la Tierra del Burgo y rodeada de un impresionante paisaje de páramos, barrancos, cárcavas y desfiladeros, está la Fuentona, declarada Monumento Natural. Conocida también como el Ojo de Mar, en este bello espacio de origen kárstico nace el río Abión, y pertenece al acuífero de Sierra de Cabrejas. En sus limpias aguas abunda la trucha común y el cangrejo de río. También se pueden ver nutrias y un gran número de especies ornitológicas como el Martín pescador, la lavandera blanca y la garza real. Es imprescindible visitar su Casa del Parque para entender mejor la geomorfología del entorno.

Cañón del Río Lobos
El majestuoso Cañón del Río Lobos es Parque Natural y zona de especial protección de aves. Este edén de más de 24 kilómetros de recorrido está cuajado de torcas, cuevas y simas donde reina el majestuoso buitre leonado entre águilas y halcones. El cañón es una senda de aroma a espliego y tomillo que tanto gusta a las abejas. Interesantes las caleras, usadas hasta hace poco para producir cal. Entre una fascinante arboleda de enebros, sabinas y pinos pudios, discurre este auténtico bosque encantado. Casi en el centro del cañón se abre el impresionante Mirador de las Gullurías, impactante escenario de sierras, oteros y montañas.

Ermita de San Bartolomé y la Cueva Grande
En el corazón del Cañón del Río Lobos se alza una de las ermitas templarias más fascinantes que puedan existir. Su singularidad más seductora quizá sea, además de que se encuentra entre el románico y el gótico, el fascinante paisaje donde se alza este templo del siglo XII. La ermita está llena de simbología y, con su cruz templaria y la estrella de Sion, es sin duda una de las más enigmáticas, esotéricas y misteriosas de las edificaciones templarias en la península ibérica. A su izquierda, está El Balconcillo, donde se asentaron los hombres de la Edad del Bronce. Y a su derecha, la Cueva Grande.

Ucero
La pequeña Villa de Ucero, que pudo ser epicentro de la misteriosa orden de los templarios desaparecida en 1313, tuvo gran importancia en el Medievo. El señorío de Ucero perteneció en el siglo XIII a Juan García de Ucero, esposo de María de Meneses, que lo heredó de su marido y se lo entregó a Violante Sánchez, hija ilegítima que tuvo con el rey Sancho IV. En su iglesia románica de San Juan Bautista se guarda el Cristo del Castillo, conocido como Cristo de los Templarios. Cerca está la Posada Real Los Templarios y a las afueras se alza su castillo templario, de triple recinto y una torre del homenaje que parece un campanario.