Los pueblos más bellos de interior
Desde Navarra a Girona, pasando por Aranjuez.
Trujillo, Cáceres
Hacia el Nuevo Mundo. Vetones, romanos y árabes fueron los primeros en poner sus ojos en esta localidad extremeña, al sureste de Cáceres, que llegó a ser una auténtica ciudad del Renacimiento. Dos de los más grandes descubridores de América, Orellana y Pizarro, nacieron aquí.
Ochagavía, Navarra
Si existieran las brujas... Un pueblecito casi perdido con casas de piedra, un puente medieval sobre el río y las montañas de fondo. Podría ser el escenario ideal para cualquier cuento, pero ese sitio existe, es real, solo hay que buscarlo entre los límites del Pirineo Navarro.
Pedraza, Segovia
Regreso a la Edad Media. Caminar por las calles de esta villa medieval segoviana es como viajar por el túnel del tiempo. Tiene de todo: castillo, cárcel y una Plaza Mayor que ha servido de escenario para numerosas películas. En verano se ilumina de fantasía con la luz de miles de velas.
Arcos de la Frontera, Cádiz
Colgada del cielo. La ruta de los pueblos blancos que recorre la sierra gaditana tiene una puerta de entrada de excepción. Un lugar donde es posible asomarse al vacío, sobre una poderosa roca, a más de cien metros de altura.
Albarracín, Teruel
Al borde del precipicio. Escuchar un concierto de música clásica en la iglesia de Santa María de Albarracín es la mejor forma de elevar el espíritu en esta ya de por sí elevada localidad medieval, asentada sobre un espolón rocoso rodeado por un meandro del río Guadalaviar.
Besalú, Girona
Donde habita el recuerdo. Fue en torno a un castillo, en la comarca de La Garrotxa, donde surgió este municipio que cuenta con uno de los puentes más fotografiados de España. La nostalgia recorre sus calles, que guardan, serenas, rincones en los que fluye la historia.
Ezcaray, La Rioja
El sabor y la memoria. Entre los muros de las casas de los pueblos del Valle Alto del Oja resuenan historias que hablan de reyes, repobladores y fueros. Ezcaray llegó a ser un poderoso enclave que hoy ejerce como irresistible imán para los viajeros que acuden por su fama de capital gastronómica.
Aranjuez, Madrid
Un capricho real. Fueron los Reyes Católicos los primeros en descubrir las bondades, paisajistas y climatológicas, de esta localidad madrileña, que es Real Sitio, por expreso deseo de Felipe II, y también Villa. Y siempre, como música de fondo, un concierto para guitarra que es ya universal.
Santillana del Mar, Cantabria
Cualquier tiempo pasado... Situada en la costa central, tierra adentro, la villa cántabra no es santa ni llana ni tiene mar. Su encanto reside en que aquí todo es de otro tiempo, ya que sus calles y casonas invitan a imaginar cualquier historia lejana.