Namibia, calor de África


De safari por el desierto
De safari por el desiertoSiempre hay unos ojos mirándote en el desierto, cuenta el guía. Y sus manos ágiles palpan el terreno mientras explica que las neblinas que llegan del océano alimentan una vida abundante, aunque esquiva. Con el experto adecuado es posible descubrir la piel gomosa y suave de un tipo de geco de patas palmeadas que habita el Namib. También una pragmática araña que, convertida en bolita, rueda por las dunas a 44 vueltas por segundo al primer sobresalto. Apasionante es contemplar a las huidizas víboras cornudas o al escorpión negro. Y tierno, sin duda, resulta fisgar la delicada rutina de los camaleones del desierto y sus ojos bailones, descubrir dónde entierran sus huevos las hembras, sus estrategias para alimentarse... Un safari por las dunas que se puede contratar desde la ciudad de Swakopmund y que dejará al viajero aún más enamorado de las arenas del desierto.

Descubriendo a los himba
Descubriendo a los himbaLa primera vez que se ve en persona a una mujer himba no se olvida: la piel mate y suave, el tono rojizo y llameante, los rasgos finos, los brazaletes tintineando y el paso sereno. En el noroeste de Namibia, en Kaokoland, se encuentra el hogar de este pueblo ganadero seminómada de curiosa estética y gran simpatía. Aunque la vida moderna ha penetrado sin duda en sus vidas, los himba mantienen intactas las raíces de su sabiduría en sus poblados circulares, donde el ganado lo es todo. En torno a la ciudad de Opuwo, los himba continúan dedicados al pastoreo y no es difícil contemplarles en sus quehaceres, sobre todo a las mujeres. Resulta sencillo embobarse viendo cómo muelen el ocre, lo mezclan con grasa y lo aplican para protegerse de los insectos y cuidar su piel. También cómo trenzan sus cabellos dependiendo de si están o no emparejadas, los hijos que tienen y su estatus social. Contratando el guía con el adecuado conocimiento y respeto se puede descubrir su cultura y charlar con estas gentes de una naturaleza muy sociable.

Ethosa, el escaparate alucinante
Ethosa, el escaparate alucinantePocas experiencias de Namibia dejan una huella tan honda y profunda como admirar por primera vez animales salvajes a pocos metros de distancia. El lugar perfecto es, sin duda, el Parque Nacional Etosha, que tiene ya más de cien años de historia y es casi tan grande como Suiza. Entre los puntos más impresionantes está la charca principal del campamento de Okaukuejo, uno de los tres con los que cuenta esta reserva natural. El recinto presume también de ofrecer al viajero la posibilidad de avistar a cuatro de los cinco magníficos en Namibia: el león, el elefante africano, el leopardo y el rinoceronte (solo faltaría el búfalo). Hacen falta buenas dosis de fortuna para lograr el pleno, pero el disfrute está asegurado con la presencia de más de cien especies diferentes de mamíferos y hasta 340 de aves.

Paseo fantasmagórico por Kolmanskoop
Paseo fantasmagórico por KolmanskoopImagine una ciudad colonial levantada con mimo en pleno desierto, construida al gusto europeo y donde el dinero fluye. Se ha erigido a los pies de una mina de diamantes y, durante años, los casinos prosperan, las damas disfrutan y las mansiones florecen. Pero llega el día en que, tras la Gran Guerra, los brillantes se agotan completamente. Veloces, las damiselas empaquetan sus sombreros y todos huyen. Solo queda el desierto devorándola sin tregua, colándose en las habitaciones, enterrando los retratos y las bellas puertas de madera y rozando casi los altos techos. Ese lugar es Kolmanskoop, una ciudad fantasma situada a 800 kilómetros de la capital namibia, que se puede visitar sin guía (aunque pagando entrada) y que se encuentra entre los rincones más fotogénicos del mundo.

Atardecer en un jardín "alienígena"

Conducir por el suspense de Costa Esqueletos
Conducir por el suspense de Costa EsqueletosSu nombre no es un farol. La Costa Esqueletos es salvaje, libre y áspera. Lo saben los marineros que desde hace siglos la temen y han dejado sus playas cuajadas de barcos naufragados, con sus columnas vertebrales deshaciéndose cubiertas de salitre. Lo confirman también quienes han visitado la colonia de lobos marinos de Cape Cross y han visto a más de cien mil de ellos luchando, gritando, disputándose cada centímetro cuadrado de superficie. Y lo descubrirá por supuesto el viajero que se aventure por la parte sur (la norte solo se puede recorrer contratando safaris) de este Parque Nacional que discurre durante 600 kilómetros entre el cauce del río Kunene, en la frontera con Angola, hasta el río Ugab.

Twyfelfontein: talento bosquimano
Twyfelfontein: talento bosquimanoQuizás porque el paisaje de este valle rocoso, situado en la región de Kunene, puede resultar marciano e inhóspito. O porque su silencio da una idea de lo esforzada que tuvo que ser la vida de los pueblos san o bosquimanos que lo habitaron. O por la belleza de los trazos de los petroglifos grabados en Twyfelfontein. El caso es que resulta muy sencillo identificarse con esas figuras de alrededor de tres mil años de antigüedad que la Unesco declaró Patrimonio de la Humanidad en el año 2007. Dicen las teorías más verosímiles que los grabados son mensajes que se dejaban entre sí los habitantes de la zona para marcar la situación de los pozos de agua, su caudal y los detalles de sus jornadas de caza. Por mucho que el pragmatismo los alentara, estas muestras de arte ancestral rebosan movimiento, encanto y hasta sentido del humor en cada uno de sus detalles.

Walvis bay, delfines y peces luna
Walvis Bay, delfines y peces lunaTanto para el viajero amante de las excursiones como para el que se muestra más escéptico con ellas, el crucero por Walvis Bay, ubicada al oeste del país, representa una actividad de obligatorio cumplimiento. Resulta divertidísimo ver a los lobos marinos subir al barco en busca del almuerzo o divisar a pocos metros delfines que siguen la estela de la nave haciendo sus tradicionales cabriolas. Tan magnífico espectáculo natural lo completan un sinfín de pelícanos en pleno vuelo, tortugas, peces luna una singular especie que puede llegar a medir tres metros de longitud y pesar más de una tonelada y hasta ballenas en los meses de julio y agosto, cuando la temporada acompaña. Una fauna rica y juguetona para animar un océano que de por sí sobrecoge por su oleaje. Walvis Bay es un reto para el surfista veterano, un paraíso para el aficionado a la ornitología por sus humedales cercanos ricos en aves y un caramelo para el amante de los deportes de aventura por sus dunas cercanas y sus espacios abiertos.

Fotografiar la burbuja del desierto
Fotografiar la burbuja del desiertoLas Cataratas Epupa saben cómo hacerse desear. En cualquier otro lugar del mundo serían hermosas. En el que están son, simplemente, milagrosas. Porque este salto de agua, este oasis, se encuentra justamente en la aridez que solo interrumpe el cauce del río Kunene, que marca la frontera entre Namibia y Angola, en el corazón del territorio de los himba. Llegará el visitante a ellas tras horas de carretera polvorienta y se quedará sobrecogido por los enormes baobabs que parecen querer despeñarse por los desfiladeros, las altas palmeras y las aguas abundantemente pobladas por cocodrilos. No son gratuitas las señales de peligro en sus orillas. Lo más fascinante de las Cataratas Epupa, por muchas zonas de acampada que las rodeen, es que la vida salvaje aquí manda y muerde.