Monasterios que bien se merecen una visita


Monasterio de Santa Cristina
Parada de Sil, OurenseSi los monasterios de la Ribera Sacra invitan a la unión con la naturaleza, el de Santa Cristina resulta misterioso. Entre robles y castaños centenarios, posee un halo mágico. Llama la atención el elegante rosetón de su iglesia, la puerta del claustro, su Torre Campanario, sus escudos de Calatrava y sus laudas.

Monasterio de El Escorial
San Lorenzo de El Escorial, MadridEl Real Monasterio es Patrimonio Mundial por la Unesco y todo un recorrido por nuestra historia. Está lleno de misterios, trufado de caprichos reales, y cuajado de arte. No hay que olvidar un paseo por sus jardines. Sentarse en la Silla de Felipe II, desde donde el rey contemplaba el avance las obras del Convento, es obligatorio.

Monasterio de La Rábida
Palos de la Frontera, HuelvaAl principio fue una fortaleza para defensa de los piratas, en el siglo XIII perteneció a los Templarios, y la tradición cuenta que San Francisco de Asís llegó hasta la Rábida para fundar un humilde monasterio. El convento fue reconocido por las estancias de Colón y por la vinculación de Pinzón. Posee un bello claustro mudéjar del siglo XV.

Monasterio de Caaveiro
Fragas do Eume, A CoruñaEn A Capela, en el exuberante corazón del parque natural de las Fragas del Eume se esconde, desde el siglo X, este increíble monasterio románico. La tradición dice que aunque fue fundado por San Rosendo en el 936, ya existía con anterioridad. Oculto entre el bosque y encajado entre desfiladeros, es un convento de cuento.

Monasterio de San Clodio
Leiro, OurenseEn Leiro es alza el enigmático Monasterio de San Clodio, hoy hotel, en una tierra que se cultiva vides desde el siglo VI. Su origen es altomedieval, aunque algunos estudiosos creen que es del siglo VI, cuando hasta aquí llegaron huyendo de los sarracenos los monjes del Monasterio de San Clodio de León.

Santo Estevo del Sil
Nogueira de Ramuin, OurenseSanto Estevo surgió de las entrañas del cristianismo en una tierra legendaria. Gracias a sus Obispos y sus nueve anillos se convirtió en un lugar de peregrinaje en busca de milagros. Según la leyenda, el cofre con los nueve anillos era mágico, incluso la sola presencia ante él, exaltaba a los poseídos por el diablo.