Invierno en Laponia

La Finnmarkslopet es la carrera de trineos de perros más larga y septentrional de Europa. La próxima se celebra a partir del 7 de marzo y entre los 172 mushers inscritos hay tres españoles. Suerte.

Fenómeno único. Una aurora boreal puede asomar por sorpresa en un claro entre la tormenta o hacerse de rogar durante noches con el firmamento despejado.

La tarea de los samis parece ahora pan comido en comparación con hace unos años. Las potentes motonieves y los móviles facilitan bastante su pastoreo de renos, pero los termómetros siguen cayendo en invierno igual que antaño, hasta temperaturas capaces de helar el alma. Abajo, busto del gran explorador noruego Roald Amundsen en Tromso.

Aquí casi todo presume de ser lo más septentrional del mundo o de Europa, como el promontorio del Cabo Norte.

Una de las casas prefabricadas, cálidas y sorprendentemente resistentes, con sus maderas de colores y sus grandes ventanales para atrapar toda la luz, que forman coquetos entramados urbanos en estas latitudes.

Busto a Roald Amundsen, explorador noruego de las regiones polares. Dirigió la expedición a la Antártida que por primera vez alcanzó el Polo Sur.

Laponia cuenta con bares de hielo además de hoteles muy singulares.

Cada primavera miles de renos se desplazan desde los pastos de Finnmarksvidda, en el interior de la Laponia noruega, hacia las costas del Ártico. Por sus colinas las hembras darán a luz a sus crías y las manadas encontrarán hierba en abundancia. Antaño los samis los seguían –que no guiaban, ya que son animales salvajes, aunque hoy todos marcados y con dueño– sobre esquís o trineos. Ahora lo hacen a bordo de motonieves y a veces en helicóptero. Durante la migración harán noche cobijados en las mismas tiendas cónicas o lavvus que siglos atrás utilizaban sus antepasados.

En Alta, la aglomeración más grande de toda la provincia de Finnmark a pesar de sus escasos 20.000 habitantes, aguardan bajo el hielo los petroglifos del Neolítico que protege su museo, declarados Patrimonio de la Humanidad, así como la Catedral de las Auroras Boreales. Alta está considerada la capital mundial de este prodigio natural.

Algunas de las expereincias más frecuentes en la Tundra es la de conducir una moto de nieve o dejarse llevar por un trineo de perros.

Los perros son entrenados desde pequeños para poder tirar de un trineo.