Cinco rincones del mundo que son una postal navideña Parajes bucólicos para ilustrar la magia de estas fechas

Encarna de tal manera todos los tópicos navideños que es la imagen por excelencia de estas fiestas. Cómo no incluir en la lista a las mágicas calles de Manhattan, engalanadas con miles de luces. Las sobremesas de estas fiestas nunca serían lo mismo sin la pertinente dosis de películas lacrimógenas ambientadas en Nueva York. Y es que, al frío propio, muchas veces acompañado de nieve, se suma un omnipresente Santa Claus que invade todos los escaparates de la ciudad más consumista del mundo. Eso y la bienvenida al año nuevo en la atestadísima Times Square (en esta ocasión no será posible) con el Ball Drop deslizándose un minuto antes de las 12, son grandes hitos de la Navidad.

Nada puede ser más auténticamente navideño que este territorio finlandés que es la cuna de Papá Noel o San Nicolás. Especialmente en Rovaniemi, donde se encuentra su casa con un taller de juguetes y una oficina de correos para recibir sus cartas, todo huele a Navidad incluso pasadas estas fechas. Porque esta localidad de Laponia está tapizada de una alfombra tan bucólicamente blanca que cuesta creer que, por sus bosques plagados de renos, no habiten también ciertos duendes ocultos entre los hielos polares. Una escena que está animada por la banda sonora de los eternos villancicos, tan del gusto de esta población que es famosa por sus reconfortantes saunas. 

Apenas es conocida por el gran público, pero esta aldea histórica es uno de los principales atractivos de los llamados Alpes japoneses. Un lugar emplazado en el valle del río Shogawa y declarado Patrimonio de la Humanidad por su belleza innegable. Sobre todo en los meses invernales, cuando su imagen conduce directamente a un cuento de la Navidad: sus casas con tejados de paja escarpada (lo denominan estilo gassho-zukuri) se cubren totalmente de nieve en sintonía con las altas montañas que rodean este lugar. El conjunto resulta bellísimo, bucólico y mágicamente navideño. 

El país de los relojes y el chocolate con leche también anda sobrado de parajes que parecen haber sido inventados para ilustrar la Navidad. Uno de ellos es Grindelwald, en el cantón de Berna, que está considerado el mejor centro de esquí de la región del Jungfrau. Un pueblo hundido en un valle y custodiado por el escenario alpino de la pared Norte del Eiger y el Wetterhorn. En invierno, completamente cubierto de blanco, su visión resulta espectacular. Para apreciarlo en su esplendor existe un teleférico y hasta un tren que presume de acoger a la estación ferroviaria más elevada de Europa.