7 lugares y 7 experiencias imprescindibles que vivir en el viejo San Juan

Puerta de San JuanDe 1630, es la única que se conserva de las seis que tuvo el recinto amurallado. En la cara que mira a la bahía puede aún leerse la inscripción Benedictus Qui Venit in Nomine Domine. Fue paso obligado de mandatarios y obispos que hasta aquí llegaban tras desembarcar en algún lugar próximo al Palacio de Santa Catalina.

Fuerte de San Felipe del MoroEn la parte más afilada de la isleta asentaron los españoles el mayor de sus bastiones defensivos, el Castillo de San Felipe, que quedó apellidado del Morro por la similitud del apéndice isleño que se adentra hacia el mar como un hocico olfateando el peligro. Sus cimientos se levantaron al inicio del periodo colonial, durante el primer tercio del XVI, pero la fortaleza no fue terminada hasta 1787. El complejo entero fue restaurado en 1992, convirtiéndose en imperativa atracción turística del Caribe. Fue declarado Parque Histórico Nacional del Servicio de Parques de los Estados Unidos. Su impresionante belleza contrasta notablemente con el camposanto ubicado a sus pies, entre la muralla y el mar. El cementerio decimonónico de San Juan, más conocido como Cementerio de los Pazzi, es una insólita necrópolis diseñada en 1863 frente al Atlántico junto al Fuerte del Morro, y cobija tumbas de algunas de las figuras más sobresalientes de la historia caribeña. Destaca, situada entre los sepulcros en el centro del recinto, una capilla neoclásica con forma de capitolio.

Fuerte de San CristóbalConsiderado como el baluarte de mayor tamaño construido por España en el Nuevo Mundo, el impenetrable castillo de San Cristóbal se empezó a construir durante el primer tercio del XVII y fue completado a finales del siglo XVIII, con muros que resistían balas de cañones de catorce libras. Pensado para defender a la ciudad de posibles ataques por tierra, su diseño se basó en cinco unidades independientes y autosuficientes conectadas por túneles, con el fin de confundir a los posibles atacantes.

Cuartel de BallajáFue uno de los más grandes construido por los ingenieros militares en el Nuevo Mundo. En su segundo piso se ha ubicado el Museo de las Américas, con cinco exposiciones permanentes dedicadas a las artes populares y al indio americano, a la etapa de conquista y colonización española y a la herencia africana.

Capilla de Santo Cristóbal de la SaludSu construcción está relacionada con un milagro acaecido en el siglo XVIII. Según la leyenda, un joven participante en una carrera de caballos habría sido salvado de su caída por el acantilado gracias a la invocación al Santo Cristo. Sea como fuere, compone uno de los rincones de mayor sabor colonial del Viejo San Juan.

Catedral de San JuanDiseñada en el XVI pero con reconstrucciones y retoques que llegan hasta principios del siglo XX, constituye el núcleo espiritual del Viejo San Juan. Es la segunda iglesia más antigua de América, después de la Catedral Primada de América –en Santo Domingo, República Dominicana–. Contiene los restos del explorador Juan Ponce de León.

Combinar la visita del Viejo San Juan con un champuzónEl placer de pasear por las calles adoquinadas del Viejo San Juan puede complementarse con el disfrute de la cercana playa de El Escambrón, de bandera azul y rodeada de hoteles y restaurantes.

Jugar al golf entre palmeras frente al marLa práctica del golf en Puerto Rico se remonta a la década de 1950, cuando Laurence Rockefeller construyó un complejo de lujo en Dorado que atrajo a las grandes estrellas de su tiempo de este deporte. Hoy en día la isla cuenta con 25 campos –algunos con vistas impresionantes–, adecuados para cualquier nivel de experiencia.

Nadar en aguas luminiscentesLa Laguna Grande de Fajardo, la Bahía de La Parguera y la Bahía Mosquito –de la isla de Vieques– son tres de los pocos lugares del mundo donde se localizan unos microorganismos –dinoflagelados– que liberan energía en forma de luz fosforescente en cuanto alguien o algo remueve las aguas que habitan. Bañarse en alguno de estos tres sitios es como nadar acompañado de lámparas de neón azules o verdes. Las excursiones con guías comienzan al anochecer, preferiblemente en noches sin luna.

Conocer la arquitectura histórica y la cultura taínaFundada en 1692 en el centro de la costa meridional, Ponce se ha convertido en la segunda ciudad mayor de Puerto Rico. Conserva más de quinientos edificios de entre 1830 y 1930 meticulosamente restaurados. Además, muy cercano a Ponce se halla el Centro Ceremonial Indígena Tibes, el más grande del Caribe, con el cementerio taíno más antiguo descubierto hasta ahora.

Saborear longanizas de más de treinta modos distintosEl municipio de Orocovis, centro geográfico de Puerto Rico, ha creado una ruta dedicada a su embutido emblemático. El recorrido, que discurre entre bellos paisajes de montaña, enlaza una quincena de restaurantes y tres fábricas de longanizas.

Sobrevolar frondosas selvasInspiradas en las exploraciones científicas de los espeleólogos, más de una decena de empresas se dedican hoy a combinar el zip line y el rappelling con visitas a cuevas.

Perderse en una isla paradisíacaDesde Fajardo –en la esquina nororiental de la isla– parten los catamaranes de la compañía Traveler rumbo a idílicos cayos. Otra opción es embarcarse en una de las avionetas para cuatro pasajeros de Vieques Air Link, con vuelos charter hacia las bellísimas islas que completan la geografía de Puerto Rico hacia el Este.