14 valles encantadores y desconocidos de España


Valle de Ricote, Murcia
El murciano Valle de Ricote sigue el curso del rio Segura por el desfiladero que recorre pueblos, montes, huertas, frutales y palmerales. Es un oasis que todavía conserva gran influencia de su glorioso pasado moruno, por lo que es conocido por el sobrenombre del nombre del Valle Morisco. La profunda influencia árabe, continúa vigente tras ocho siglos de historia en esta región de Murcia, sobre todo, en lo que a topografía se refiere. Ricote está muy ligado al río Segura, una corriente de agua vital para la zona, y su configuración. Da vida a sus famosos huertos, un granero que abastece gran parte de la península. Pero también da vida a sus palmerales, y limoneros, gran herencia árabe. Un color sobrecogedor y una luz mediterránea iluminan las múltiples rutas que recorren este histórico valle.

Vall de Boí, Lleida
En la comarca leridana de la Alta Ribagorza, los Pirineos tocan el cielo en el Vall de Boí. En este impresionante valle, el arte y la naturaleza se dan la mano. Este increíble paraje está cuajado de románico, donde sus 8 iglesias y su ermita de San Quirce de Durro, han sido declaradas por la UNESCO, Patrimonio de la Humanidad. Uno de los monumentos imprescindibles es la iglesia de Sant Climent de Taull y su exclusivo pantocrátor. El conjunto de iglesias románicas lo completan Santa María de Tahull, San Juan de Bohí, Santa Eulalia de Erill-la-Vall, San Félix de Barruera, Natividad de la Madre de Dios de Durro, Santa María de Cardet, y Santa María de la Asunción de Coll. Sus ríos, lagos de origen glaciar, y sus picos que alcanzan los 3 000 metros de altura, son la máxima expresión de la armonía.

Valle de Benasque, Huesca
El Valle de Benasque es el epicentro y corazón del Pirineo. Tiene el privilegio de ser uno de los que alberga el mayor número de cimas de 3 000 metros de altura de los Pirineos, distribuidos en tres grupos de picos en torno a los macizos de la Maladetas, Posets y Perdiguero. Es la meca de los alpinistas que disfrutan escalando estas cimas prodigiosas. Las más deseadas, con más posibilidades y escaladas por distintas vías, son las de las Agujas de Perramó con cerca de 2 600 metros de altitud, sin olvidar otros picos de gran atractivo para los montañeros como las Tucas de Ixeia, Turmo, Batisielles, pico Jean Arlaud, aguja de la Paúl, o pico de Bardamina. Sus más de 30 pueblos son todo un ejemplo de arquitectura altoaragonesa, con sus iglesias románicas, sus costumbres, y su sabrosa cocina.

Valle del Ambroz, Cáceres
El cacereño Valle del Ambroz es un lugar de contrastes, con montañas que superan los 2000 metros y tienen nombre propio como el Pinajarro, el Valdeamor o El Camocho, y zonas de vega y dehesa a solo 500 metros de altitud. Con abundancia de agua, gargantas y ríos, la Garganta Ancha, el río Santihervás o el río Ambroz, que da nombre al valle. Esta comarca natural de Cáceres durante siglos ha sido un paso entre el sur y el norte de la península, por la calzada romana de la Vía de la Plata. Las montañas del Ambroz marcan su ensoñado paisaje. Entre sus sensacionales bosques de castaño y roble de sus umbrías, bien podían vivir fantásticas hadas de cuento. Pero sus terrazas, cuajadas de cerezos y ciruelos, dejan sin habla. Así como sus frondosas dehesas de encina y alcornoque.

Valle de Cabuérniga, Cantabria
El Valle de Cabuérniga es una impresionante reserva verde situada en la zona central de Cantabria, en el curso medio alto del río Saja. Esta zona alberga infinidad de secretos, con pequeños pueblos sembrados de casas centenarias de piedra y madera, rodeados de inmensos robledales y hayedos y con una cuidada gastronomía montañesa. Este Valle de ensueño está incluido en la Reserva del Saja, desde donde parten espectaculares rutas a pie a por la misma Reserva, hacia el Mirador de la Cardosa, o a la increíble Asomada del Rivero. El espacio físico está marcado por el río y posee una inmensa riqueza forestal. Cabuérniga conserva ancestrales costumbres, como la bajada del ganado Tudanco, que desde tiempos inmemoriales, transitan desde los puertos a los invernales.

Monfragüe, Cáceres
Monfragüe, el antiguo Monsfragorum, el monte fragoso o abrupto, acaricia los sentidos. Ubicado en la confluencia de los ríos Tajo y Tiétar, es una superficie de 18.000 hectáreas declarada, Parque Nacional. Es una de las zonas de bosque mediterráneo mejor conservadas de toda la península Ibérica, un auténtico paraíso para los amantes de la naturaleza y la observación de aves. Aquí pueden ser vistas especies como el buitre negro, el buitre leonado, el águila imperial ibérica y la cigüeña negra. En Monfragüe es imprescindible saborear el Salto del Gitano un bloque de roca Cuarcita donde anidan gran variedad de especies. Aquí, además de disfrutar de unas magníficas vistas del rio Tajo, en otoño resulta impresionante el eco de la berrea del ciervo, que retumba en las rocas de este Parque Nacional.

Valle del Pineta, Huesca
El Valle del Pineta es un impresionante collado glaciar delimitado por altas y escarpadas crestas montañosas que forman una puerta natural al Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido. Entre picos de entre 2 500 y 3 000 metros de altura, su espectacular paisaje pirenaico está colmado de espesos bosques de pinos, abetos y hayas que cubren las laderas de los montes y los pastos alpinos. Es un entorno ideal para disfrutar del senderismo, o de largos paseos entre su generosa naturaleza. Los más aventureros pueden practicar barranquismo en Broto, o la Vía ferrata en la Cascada de Sorrosal. Los pequeños pueblos y aldeas que forman el valle tienen el encanto especial de las casas pirenaicas de piedra. Resulta muy interesante acudir a los varios centros de interpretación del Parque.

Valle del Jerte, Cáceres
El Valle del Jerte aglutina infinitos espacios de alto valor ecológico, con saltos de agua, piscinas naturales, bosques de ribera, dehesas de encinas, robledos, y olivares. Destaca la impresionante Reserva Natural de la Garganta de los Infiernos, donde se esconde uno de los rincones más paradisíacos de Extremadura, con sus, sus cerezos en flor en primavera, o la Otoñada, cuando se festeja la caída de la hoja, cuando se esconde la luz y aparecen las setas en las sombras para ser recolectadas. Este paraíso extremeño es una de las zonas más ricas en vegetación, que aunque en primavera alcanza un esplendor inusitado, el otoño no se queda atrás. Situado entre la Sierra de Tormantos y los Montes de Traslasierra y Sierra de Béjar, el valle recibe el nombre por su río, el Jerte

Valle de Siurana, Tarragona
El valle del río Siurana es uno de los lugares más atractivos y emblemáticos de la comarca del Priorat. El río forma parajes impresionantes como peña de la Siuranella, el Salto de la Reina Mora, o los acantilados de Arbolí, muy conocidos por los escaladores. Destaca el pueblo de Siurana de Prades, construido en la cima de un alcor con vistas a todo el valle. El acceso a este pueblo de cuento, es a través de un desfiladero custodiado por las ruinas de un castillo árabe. Se le puede considerar como uno de los pueblos más bellos de nuestra geografía Asentado sobre una enorme roca y rodeado por el torrente del Estopiñá, preside una magnífica panorámica del valle del río Siurana y su embalse. Además de su belleza, es tremendo observar a los escaladores en los vertiginosos acantilados.

Valle de Sajambre, León
El leonés Valle del Sajambre se asienta en el corazón de los Picos de Europa, al Noreste de la provincia de León, dentro de la montaña de Riaño, y flanqueado por el Puerto del Pontón y el Desfiladero de Los Beyos. Este desconocido Valle lo componen Oseja de Sajambre, Pío de Sajambre, Ribota de Sajambre, Soto de Sajambre y Vierdes de Sajambre, cinco bellos pueblos con arraigadas tradiciones, cabañas de piedra y genuinos hórreos leoneses. Esta tierra de bosques de robles, abedules y hayas, y enormes praderas está coronada por los majestuosos Picos de Europa. Las cumbres de Picos protegen este recóndito valle, uno de los más intactos de nuestra geografía. Está surcado por el famoso rio Sella, que nace en la casi desconocida Fuente del Infierno. Sin duda, Sajambre es un valle de postal.

Valle de Baztan, Navarra
El milenario Valle de Baztán es conocido como la Suiza navarra. Esta tierra guarda tesoros naturales cuajados de extensos hayedos, crestas escarpadas, intrincados barrancos, regatas cristalinas, y estaciones prehistóricas. Destaca la abundancia de monumentos megalíticos de la era neolítica, que se suelen encontrar en las cumbres de los montes. Este territorio es una depresión montañosa abierta entre los macizos antiguos de Cinco Villas y Quinto Real. Es cuna del milenario euskara, tierra de artesanos, indianos, palacios señoriales, hidalgos, aventureros, contrabandistas, y rincones deliciosos. Increíbles los apartados vallecillos de Aritzakun y Urritzate, indiferentes al discurrir del tiempo junto al Alkaxuri, esbelta pirámide que alguien bautizó como la más bella cumbre de Euskal Herria.

Valle de Roncal, Navarra
El Valle de Roncal, en pleno Pirineo navarro, está formado por siete pueblos asombrosos que brillan por su singular gastronomía, donde destacan el queso Roncal, las setas y los hongos, y las migas de pastor. Situado en la Merindad de Sangüesa, en este paraje natural los amantes del deporte pueden practicar senderismo, barranquismo, esquí, parapente, alpinismo, rutas en BTT, escalada, espeleología y deportes acuáticos en el río Esca. Esta tierra montañosa, que es uno de los macizos kársticos más grandes de Europa, guarda la cumbre más alta de Navarra, la Mesa de los Tres Reyes, con casi cerca de 2 500 metros de altitud. Entre su rica vegetación donde destacan los abetos, hayas, castaños, pinos y robles, vive una rica fauna, donde se cuida al oso del Pirineo.

Valle del Tietar, Ávila, Toledo y Cáceres
En pleno Sistema Central, la comarca del Valle del Tiétar es una zona de montaña situada al sur de la Sierra de Gredos, Arenas de San Pedro, el sur de la provincia de Ávila, y parte de Toledo y Cáceres. Es una tierra de gran riqueza histórica que conserva restos artísticos y arqueológicos que aúnan conjuntos palaciegos y pequeñas ermitas. Destaca la gran calzada romana que se extiende desde Cuevas del Valle hasta el Pico del Puerto. En este extenso valle el núcleo más poblado es Arenas de San Pedro, seguido por Candeleda y Sotillo de la Adrada. El Valle del Tiétar está regado por el agua del deshielo de la Sierra de Gredos, que guarda elevadas cimas como el Cerro Cabezo de casi 2200 metros, el Cerro Peluca de 2100, o el Risco Torozo de más de 2000 metros de altitud.