Los 10 bosques más bellos de España en Otoño
Bosque de Muniellos
Bosque de Muniellos (Asturias)La Reserva Integral de Muniellos constituye el mayor robledal de España y uno de los mejor conservados del Viejo Continente. Estamos ante una de las masas arbóreas más sugerentes y turísticamente solicitadas del otoño peninsular, especialmente entre finales de octubre y mediados de noviembre, cuando el follaje de las hayas y robles centenarios muda su verdosa monocromía por el estallido de colores propio de la estación. Un silencio solo roto por el canturreo del agua en los regatos. Una frondosidad lujuriante a fuerza de lluvia y una fragancia a tierra húmeda lo inundan todo en esta floresta caducifolia, refugio del oso pardo, del esquivo urogallo y también del lobo. El itinerario circular de sus cuatro lagunas glaciares, situadas por encima de los 1.400 metros, si bien supone una caminata de siete horas, es altamente recomendable. El ambiente, tan onírico como el de un cuento de los hermanos Grimm, predispone a creer en xanas (hadas del bosque), cuélebres (serpientes aladas) y trasgus, seres de la mitología asturiana. Se puede pernoctar en los apartamentos El Balcón de Muniellos (www.balcondemuniellos.es), en Oballo, una base perfecta para acceder al bosque.
Tejera de Tosande (Palencia)
Tejera de Tosande (Palencia)El valle de Tosande está encajado en el sector más oriental de la montaña palentina, agreste región que atesora uno de los paisajes más hermosos, salvajes y desconocidos de la Península Ibérica. Sus laderas, en las zonas inferiores, exhiben tupidos bosques de robles al Sur y de hayas al Norte, reservando las partes altas, hasta la base misma de las cumbres, para los tejos, árboles perennifolios, de follaje verde oscuro, que pueden alcanzar alturas de 15 metros. Los de Tosande forman la mayor y más añosa tejera de Castilla y León. Bastantes de ellos superan el milenio de existencia. Los celtas, viendo en este árbol un símbolo de la inmortalidad, lo plantaban en sus cementerios. En nuestros días no solo escasean sino que están en regresión a causa de su madera, ampliamente explotada. Una visita a Tosande en los inicios del otoño puede brindar un espectáculo arrebatador: la berrea de los ciervos. El Parador de Cervera de Pisuerga (www.parador.es), cercano al valle, ofrece comida regional y habitaciones acogedoras.
Castañar de El Tiemblo (Ávila)
Castañar de El Tiemblo (Ávila)Este es un lugar con duende, uno de esos escenarios inmemoriales cuya simple evocación nos incita invariablemente a regresar. Situado en el extremo oriental de la sierra de Gredos, el castañar de El Tiemblo constituye, en efecto, un paisaje recóndito y deliciosamente umbrío, a la par que íntimo y gratificante. Su arboleda se presenta pletórica de individuos centenarios, altísimos y esbeltos, en tanto que sus hojas interpretan magistralmente la sinfonía de los colores otoñales: ocres, amarillos, verdes y escarlatas esparcen la ilusión de un mundo encantado. No es raro encontrar raíces gigantescas y troncos huecos donde los gnomos podrían tener su morada. Y a 50 metros de un viejo refugio forestal podemos admirar al que, sin duda, es el abuelo del bosque: un castaño mastodóntico de 16 metros de perímetro en su base. En El Tiemblo, los Toros de Guisando es un hotel de carretera cuyos menús incluyen platos castellanos tradicionales.
Laurisilva del Garajonay
Laurisilva del Garajonay (La Gomera)Sin el bosque de lauráceas, comunidad botánica del Terciario cuyos últimos reductos se hallan hoy en el archipiélago canario, La Gomera sería un páramo. La laurisilva y su acompañante, el fayal-brezal, hacen funcionar el complejo biológico de la isla entera. Arrastradas por los alisios, las nubes se enganchan a las abruptas alturas isleñas el alto de Garajonay se sitúa a 1.375 metros. Aquí, convertidas en nieblas espectrales semillero de viejas leyendas de brujas y seres mitológicos se produce su ordeño: las gotas de agua rezuman de las hojas, siempre verdes y lustrosas, como si se tratara de una gigantesca destilería, favoreciendo la existencia de una asociación vegetal única en el mundo, con inquilinos muy especiales: el laurel, el barbusano, el viñátigo, el acebiño, el palo blanco, el aderno... cuya muestra principal se localiza en el Parque Nacional del Garajonay. Para dormir, la mejor opción es el Parador de La Gomera (www.parador.es), y para comer, la cocina isleña y el pescado fresco de Casa del Mar, ambos en San Sebastián, la capital.
Sabinar de Castañazor
Sabinar de Calatañazor (Soria)En los llanos de Calatañazor, sobre los 1.000 metros de altitud, una masa arbórea centenaria crece lenta, espesa y silente. Hablamos del sabinar de páramo más extenso y mejor conservado de España, amén del más denso del mundo, incluido en la Red de Espacios Naturales de Castilla y León. La sabina albar, considerada reliquia del Terciario, es un árbol cupresáceo muy rústico con corteza de animal prehistórico, adaptado al frío y a la aridez, que coloniza espacios imposibles para otras especies. En los meses fríos, sus bayas alimentan a cuervos, urracas y zorzales, por lo que este bosque se revela de notable valor ecológico. Algunos de sus ejemplares se hallan entre los más elevados y longevos de esta variedad peninsular: 20 metros de altura, 8 metros de diámetro troncal y cerca de dos mil años de edad. El Mirador de Almanzor (www.elmiradordealmanzor.com), en la hermosa villa medieval de Calatañazor, es un albergue barato y confortable que se alza en un restaurado caserón del siglo XV con decoración bereber.
Hayedo de Tejera Negra (Guadalajara)
Hayedo de Tejera Negra (Guadalajara)En la parte noroccidental de Guadalajara, integrado en la sierra de Ayllón, está enclavada una reliquia de la última glaciación: el hayedo de Tejera Negra, uno de los más meridionales de Europa. Al reconocimiento de la zona como Parque Natural en 1978 le siguió, en 1997, la inauguración de un itinerario pedestre conocido como Senda de Carretas con el fin de divulgar sus valores ecológicos, incluso históricos (el nombre alude, en efecto, a su trazado sobre el camino que seguían los fabriqueros con sus carros cargados de troncos camino de las carboneras); no tiene pérdida, pues está jalonado de señales de pintura blanca. Una serie de paneles interpretativos explica los ecosistemas que vamos hallando a nuestro paso. Las 1.641 hectáreas del parque albergan la población de Fagus sylvatica más amplia y preciosa del centro peninsular. Comparado con este gigante, el vecino y madrileño hayedo de Montejo (250 hectáreas), pese a su celebridad, es como una calcomanía en versión bonsai. La Casona de Majaelrayo, en el pueblo homónimo, edificio de arquitectura negra bien rehabilitado, proporciona alojamiento barato y agradable.
Pisapar de Grazalema (Cádiz)
Pinsapar de Grazalema (Cádiz)Los 80 km que separan, en línea recta, Grazalema del golfo de Cádiz constituyen una planicie sobre la que se alzan las cumbres de la sierra. En su ladera norte, por encima de los 1.000 metros, con una superficie de 300 hectáreas, se extiende el curioso bosque de pinsapos, único de esta magnitud en todo el marco geográfico peninsular. Esta enorme y compacta mancha verde se compone mayormente de Abies pinsapo, árbol que requiere las privativas condiciones de pluviosidad que aquí concurren. Las lluvias de marzo en Grazalema superan en 100 mm a las de Galicia, con una máxima de 375 mm, cifra no alcanzada en ningún otro mes en cualquier estación pluviométrica de España. La travesía del pinsapar se realiza por un sendero señalizado. Hay que solicitar un permiso de la Consejería de Medio Ambiente con una antelación mínima de diez días. Conseguirlo es laborioso debido a la ingente demanda. Fuerte Grazalema, ubicado en pleno Parque Natural de la Sierra de Grazalema, es un hotel con encanto rural e impresionantes vistas sobre el valle del Guadalete.
Fragas del Eume (A Coruña)
Fragas del Eume (A Coruña)Se trata del bosque atlántico costero más importante y mejor conservado de Europa. Dentro de sus 9.125 hectáreas viven menos de 500 personas, lo que da una idea de la práctica virginidad de esta joya ecológica exuberante que ciñe el curso del río Eume, protegida dentro de la categoría de Parque Natural desde 1997. En Galicia le llaman fraga por la curiosa y rica mezcla entre especies típicas de los climas atlántico y mediterráneo. La mejor forma de conocer esta floresta umbría y solitaria es a pie. Aquí no hay verde; aquí hay paisajes de mil verdes. Robles, fresnos, avellanos, melojos, alisos, castaños y abedules, árboles caducifolios, alternan con los perennifolios: madroños, acebos, tejos, quejigos, alcornoques y laureles. A tramos la vegetación es tan tupida que apenas deja pasar la luz. Y, rodeado por esta fraga mágica, el monasterio de Caaveiro, con más de diez siglos de historia, otrora reputado ejemplo de la vida monacal, encara hoy su destino convertido en atracción turística. La Casa Pousadoira, en Miño, ofrece alojamiento como vivienda de labranza convertida en posada.
Pinares de Taburiente (La Palma)
Pinares de Taburiente (La Palma)Deben existir pocos lugares en el mundo como la Caldera de Taburiente, declarada Parque Nacional en 1954, un circo de cumbres de 8 km de diámetro en cuyo interior prospera una flora remotísima y peculiar. Transitar por sus senderos es adentrarse poco a poco en el pasado, acceder a un universo perdido e inverosímil de abruptas formaciones geológicas, cascadas de límpidas aguas y restos de erupciones que configuran la impronta telúrica de la isla de La Palma. La especie vegetal claramente dominante es el pino canario, cuya función ecológica, absolutamente crucial, rebasa a sus de por sí respetables cualidades físicas: su elegante porte, su altura (puede alcanzar los 60 metros) o su diámetro (el perímetro troncal de algunos ejemplares ronda los 9 metros). Milenios de adaptación al medio volcánico le han hecho indestructible contra el fuego, siendo capaz de rebrotar de la cepa tras el incendio, cualidad no compartida por las especies de su sotobosque. Para dormir, Casa La Majada, en Los Llanos de Aridane, en una colina a 20 minutos en coche del Parque.