El rincón secreto de Córdoba: un lugar de leyenda

Uno de los lugares predilectos de los cordobeses.

Ni uno ni dos ni tres, sino cuatro clavos
Ni uno ni dos ni tres, sino cuatro clavos / Istock / Malekas85

En el corazón del casco histórico de Córdoba, se encuentra uno de los monumentos más queridos por los cordobeses: el Cristo de los Desagravios y Misericordia, popularmente conocido como el Cristo de los Faroles. Situado en la Plaza de los Capuchinos, esta icónica escultura, iluminada por ocho faroles, es un símbolo de devoción y tradición.

Camino del cristo

Camino del cristo

/ Istock / S. Greg Panosian

Un lugar de encuentro

La Plaza de los Capuchinos, con su empedrado original y paredes encaladas, es el escenario perfecto para el Cristo de los Faroles. La serenidad y belleza de la plaza se intensifican al anochecer, cuando los faroles se encienden y destacan la figura del Cristo. Este momento del día es el más recomendado para visitarla.

Creado en 1794 por el escultor cordobés Juan Navarro León, el Cristo de los Faroles fue una iniciativa del capuchino franciscano Fray Diego José de Cádiz. La escultura, hecha de mármol blanco, se alza sobre una cruz de mármol negro y presenta una peculiaridad distintiva: es una de las pocas representaciones de Cristo con cuatro clavos, en lugar de los tradicionales tres. No escatimaron recursos.

Cuenta la leyenda

La leyenda que rodea al Cristo de los Faroles: se dice que cada noche, a las doce en punto, un hombre encapuchado se acercaba al Cristo para murmurar unas palabras antes de desaparecer. Según la tradición, este hombre era un soldado del rey, quien tras ser asaltado y casi morir, despertó milagrosamente frente al Cristo. Agradecido, volvió cada noche a expresar su gratitud. En Córdoba se cumple con el refrán, “es de buen nacido ser agradecido”.

El Cristo de los Faroles no solo es un monumento venerado localmente, sino que también ha alcanzado fama nacional. En 1958, fue inmortalizado en una película protagonizada por Antonio Molina. Además, ha inspirado canciones populares, coplas, un décimo de lotería y ha aparecido en sellos postales, consolidándose como un emblema de la cultura cordobesa.

Visitar el Cristo de los Faroles es una experiencia que combina historia, arte y devoción. Ya sea por su valor histórico, su impresionante ubicación o las leyendas que lo rodean, este monumento es un destino imperdible para cualquier viajero en Córdoba. Al visitarlo, se puede apreciar no solo su belleza arquitectónica, sino también la profunda conexión emocional que los cordobeses tienen con este símbolo de fe y esperanza

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