Peñíscola: la joya mediterránea que cautiva
Con siglos de historia, este municipio del litoral mediterráneo bien vale una escapada.

La ciudadela amurallada conserva vestigios de la importancia de esta península en épocas pasadas; rematada por el Castillo templario pontificio, dibuja una silueta sinuosa sobre la roca y el mar, con un entramado de callejuelas estrechas y empedradas, de casas blancas encaladas, rodeadas de murallas y miradores hacia un azul infinito.

Pasearlas es revivir un pasado que hoy se respira, se sabe y se siente mediterráneo. De norte a sur del peñón, las playas de arena fina y dorada invitan a disfrutar de un litoral único con más de siete kilómetros de bahías de aguas tranquilas y poco profundas, ideales para navegarlas y disfrutarlas. Como igualmente hay que disfrutar de la gastronomía que, a fuego lento, cocina los pescados, mariscos y paellas que la tierra y el mar proporcionan.

Como colofón, la naturaleza virgen del Parque Natural de la Sierra de Irta, completa sus encantos. Senderos, pasarelas, zonas boscosas y hasta un total de quince calas naturales en doce kilómetros de litoral mediterráneo completamente virgen, se reivindican como opción para quienes disfrutan de la naturaleza a pleno pulmón.
Peñíscola es uno de esos rincones de nuestra costa que puede redescubrirse en cada viaje y hacerlo durante la primavera permite saborearla en calma.
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