Descubre todos los secretos de Tenerife: la Isla de la Eterna Primavera
Una isla volcánica con todas las comodidades y las propuestas perfectas para todos los gustos.
Con una temperatura media de 20ºC a lo largo de todo el año, Tenerife es conocida como la "Isla de la Eterna Primavera". Desde playas de arenas doradas o volcánicas hasta extensos bosques de laurisilva vigilados por el Teide, la mayor de las Canarias ofrece un sinfín de posibilidades. Precisamente las laderas del pico más alto de España son, junto al Parque Rural de Anaga y al Barranco de Masca, uno de los mejores escenarios para los amantes del senderismo.
Los verdes de los densos bosques de laurisilva de Anaga se mezclan, al norte de la isla, con los marrones de antiguas coladas de lava, como las que esculpieron las preciosas piscinas de Garachico en el siglo XVIII, un pueblecito que compite en belleza con el casco colonial de San Cristóbal de la Laguna, declarado Patrimonio de la Humanidad. En Icod de los Vinos, el verde está representado por su famoso drago milenario, el árbol más emblemático del archipiélago. Esta localidad también cuenta con un rico patrimonio de casas señoriales y bodegas en las que probar distinguidos vinos.
Cuando el almuerzo aprieta, los guachinches se vuelven nuestros mejores aliados. Estas tabernas rústicas ocultas entre los caminos de la isla, sirven vino local acompañando a la cocina tradicional canaria. El Cubano o El Ramal, ambos en La Orotava, son algunos de ellos.
De camino al turístico sur, dejamos la vegetación para colonizar terrenos más áridos y bañarnos en fabulosas playas como El Médano, Las Américas o Los Cristianos, pero no sin antes haber visitado las del Puerto de la Cruz y el complejo de piscinas del lago Martiánez, diseñado por el polifacético César Manrique, y las doradas arenas de Las Teresitas, a las afueras de Santa Cruz.
Al oeste de Tenerife se levantan las vertiginosas paredes del Acantilado de los Gigantes que, con más de 600 metros de altura y 10 kilómetros de extensión, constituyen uno de las panorámicas insólitas de la orografía volcánica isleña. Bajo el abrupto acantilado se concentra una gran población de cetáceos, casi 30 especies de delfines y ballenas que se pueden avistar mediante alguna de las excursiones organizadas que parten desde el puerto de Los Gigantes.
Entre pinares y valles poblados por tajinastes ascendemos por un mar de nubes hasta los paisajes lunares del Teide. Toda la diversidad de la isla se hace aún más notable en este parque nacional constituido como tal en 1954, siendo es el más antiguo de las islas. Un teleférico nos elevará hasta los 3.555 metros de altitud, aunque para llegar a la cima, aún debemos caminar a pie durante 40 minutos por un sendero de alta dificultad para el cual hay que solicitar un permiso especial. Una vez arriba, la recompensa será máxima. El Hierro, La Palma, La Gomera y Gran Canaria se ciernen a nuestros pies mientras que nuestras manos casi tocan el cielo.
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