Esta es la ciudad más infravalorada de España, según ‘The New York Times’ 

El prestigioso diario estadounidense 'The New York Times' dedica un extenso reportaje a Cádiz. Una preciosa ciudad andaluza que, dicen, es una de las más subestimadas de España. 

Cádiz, The New York Times

Casco histórico de Cádiz, en España

/ horstgerlach

Ponemos miras hacia el sur de España para enfocar nuestra atención en Cádiz, una ciudad a la que el prestigioso diario estadounidense ‘The New York Times’ ha dedicado una extensa y completa carta de amor en la que solo caben los elogios.

No es de extrañar, pues bien sabemos que Cádiz es una de las joyas andaluzas por excelencia: por su gastronomía, sus playas y la alegría de sus habitantes, siempre tan dispuestos, tan cercanos y tan atentos.

El diario estadounidense califica a esta ciudad como una “joya infravalorada” para el turismo internacional. Lo es porque, para ellos, es una ciudad que siempre se deja de lado frente a otras capitales andaluzas más reconocidas como Sevilla o Granda.

Para la cabecera, y como relata el periodista Sebastian Modak, “es una ciudad que siempre se ha pasado por alto, incluso para los viajeros que se llevan enamorando desde hace años de Andalucía”. Pero recalca que “han tenido que pasar los años para que me diera cuenta de lo que me estaba perdiendo de esta ciudad”.

Una ciudad histórica

De la ciudad destacan, ante todo, su historia. “La gente ha estado viviendo en Cádiz durante más de 3.000 años, lo que la convierte en una de las ciudades habitadas más antiguas de Europa”. En un paseo por la ciudad, de hecho, se pueden encontrar las huellas de los fenicios, cartagineses, romanos y musulmanes que dejaron impregnada con un carácter único.

El diario británico se fascina en uno de estos paseos por su casco antiguo, fijándose en “la pintura de los edificios de colores brillantes, de las farmacias y tiendas talladas en piedra de ostra en las que aún se pueden ver restos de conchas marinas”. Pero si hay un lugar donde debemos pararnos para el diario es la Catedral de Cádiz.

El periodista narra que “la gente pasea a sus perros frente a la Catedral de Cádiz, un monolito del siglo XIX que domina el horizonte”. Una postal que les fascina por “sus cañones que datan de las Guerras Napoleónicas que se han reutilizado como barandillas para proteger los edificios de los coches”.

Sentirse como en casa

Una de las cosas que más nos fascinan de este extenso reportaje de ‘The New York Times’ es la sensación que se lleva el periodista de viajes al pisar sus calles, en las que dice sentirse cómo en casa. El autor vuelve a remarcar que “quizás sea producto de que la ciudad no esté en el itinerario andaluz de muchas personas extranjeras, que sí visitan Sevilla o Granada”, pero recalca que esto es más una bendición que un castigo.

Narra que paseando por Cádiz “es muy raro estar rodeado de tanta historia y aún sentir que eres parte del lugar; sentarse en un bar, comer platos de pescado frito y escuchar nada más que las sílabas tragadas del español andaluz”. O lo que es lo mismo: este periodista se ha enamorado perdidamente de una de nuestras ciudades más queridas.

Una gastronomía de infarto

El diario estadounidense, además de estar perdidamente enamorado de las calles de Cádiz, también lo está de su comida. “Los chefs de la zona están innovando como nunca en la elaboración del cerdo y el pescado, los ingredientes base de la región”, explican.

El periodista relata que “lo que hace que la cocina andaluza sea tan deliciosa son los ingredientes, en los que a veces menos es más”. Una afirmación que lleva a afirmar que prefiere “los ruidosos y baratos bares de tapas que existen desde siempre antes que los locales de manteles perfectamente blancos”.

Para el diario una buena forma de saciar nuestro paladar es “degustar unas sardinas recién pescadas rociadas con aceite de oliva, que son suficientes para provocar gemidos”. Eso sí... advierten de que seas sensato a la hora de pedir la comida, si no quieres terminar completamente atiborrado. Y es que, como ya sabemos, en Andalucía las abundantes raciones están a la orden del día.

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