Cádiz lejos del mar: una ruta por los pueblos blancos de la Sierra de Grazalema

Todo el sabor andaluz reside en estos bellos caseríos de la Sierra de Grazalema

Vejer de la Frontera, Andalucia

Vejer de la Frontera

/ kiko_jimenez

Hay un Cádiz que se aleja del mar salpicado de cometas, de los arenales dorados, de los chiringuitos de moda. Un Cádiz que se sumerge en el interior a través de campos alfombrados de viñas. Aquí, en este territorio algo más fresco que la costa, la cal traza una ruta de caseríos inmaculados, carreteras serpenteantes y reminiscencias de Al-Andalus. Son los pueblos blancos, enmarcados por la naturaleza de la Sierra de Grazalema.

Zahara de la Sierra, Cádiz

Zahara de la Sierra, Cádiz 

/ FrankvandenBergh / ISTOCK

Este parque natural, que precisamente celebra ahora 45 años como reserva de la Biosfera (la primera distinción de este tipo que otorgó la Unesco en España) está dibujado con bosques de pinsapos (un abeto que crece en parajes mediterráneos) y montañas que presumen de registrar la mayor pluviosidad del país.

Eternos miradores

Pero lo más característico son estos entramados blancos, deliciosos núcleos de población que se funden con el paisaje y que, además de arquitectura típica, atesoran sabor andaluz. Arcos de la Frontera es la puerta de entrada a esta ruta. Apostado en lo alto de una peña, el pueblo más grande del conjunto ejerce de perfecto mirador. Recorrerlo es un ejercicio a prueba de glúteos, pues ninguna clase de spinning resulta más efectiva que la tarea de subir y bajar sus cuestas empinadísimas.

Arcos de la Frontera, Cádiz

Arcos de la Frontera, Cádiz

/ JoseIgnacioSoto / ISTOCK

Pero todo tiene una recompensa y, en este caso, es el disfrute de una espectacular panorámica: la del entramado impoluto reposado sobre un acantilado y coronado por la Iglesia de San Pedro, cuya torre se recorta sobre los campos verdes. Un buen lugar para apreciarlo es la terraza del Parador, mientras te tomas un café para reponer fuerzas.

Gastronomía y cuero

Mucho más diminuto, Grazalema también merece una visita. Porque en este otro pueblo, que comparte su nombre con la sierra, se constata cómo lo ecológico ha llegado para quedarse. Prueba de ello son las tiendecitas de embutidos, quesos y yogures, donde todo está certificado como productos de kilómetro cero.

Ubrique, sin embargo, tiene otro sello distintivo: el de la manufactura de la piel, un oficio ligado a su idiosincrasia desde tiempo inmemorial. Cuentan que sus confecciones, elaboradas de manera artesanal, sirven a prestigiosas firmas como Dior, Loewe o Chanel. Más allá de la marroquinería, de la que se pueden comprar bonitos productos, esta localidad cuenta con un fabuloso casco antiguo que deja escapar de sus casas un rico aroma a puchero.

Y este verano... ¡cómete Sanlúcar!
Y este verano... ¡cómete Sanlúcar!

Paradas imprescindibles

Diecinueve pueblos blancos conforman esta ruta por las entrañas de Cádiz. Y todos con su personalidad y su incomparable belleza. Se pueden elegir unos cuantos si no hay ocasión de visitarlos todos. Pero el que no se debe olvidar es Zahara de la Sierra. Esta villa encaramada a un monte tiene el privilegio de reflejarse sobre las aguas turquesas de un embalse. Desde lejos, la visión resulta preciosa. Desde cerca, muy interesante: patios, fuentes, iglesias y un majestuoso castillo elevado sobre un promontorio.

Olvera, Cádiz

Olvera, Cádiz

/ JoseIgnacioSoto / ISTOCK

Otras opciones pasan por Olvera, rodeado de campos de olivos y con la bonita estampa de un castillo morisco y una iglesia neoclásica. O ya avanzando hacia el sur, entre helechos, laureles y acebuches, Medina Sidonia, que es un monumento en sí misma; y Castellar de la Frontera, emplazada en el interior de una fortaleza medieval.

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