Bilbao siguiendo el curso del Nervión

Esta ciudad aúna tradición y vanguardia para seducirnos a cada paso. Una escapada a la capital vizcaína se convertirá en la excusa perfecta para disfrutar de sus calles, de sus gentes y, por supuesto, de su espectacular gastronomía. El Nervión nos servirá de guía en esta visita.

Panorámica de Bilbao
Panorámica de Bilbao / D. R.

Bilbao es una escala obligada cuando viajemos al País Vasco. La ciudad nos aguarda para conquistarnos con su autenticidad. Es el momento de que descubramos sus principales símbolos, los de un pasado que merece la pena rememorar, pero también los de ese futuro que se presenta como prometedor. Unos y otros conviven en armonía sabedores de que representan dos caras de una misma moneda, distintas e imprescindibles.

Seguir el curso de la ría del Nervión nos permitirá descubrir una urbe llena de contrastes. Nada mejor que recorrerla desde el casco antiguo hacia su desembocadura para llevar a cabo un viaje a través de su historia que promete no defraudarnos.

El casco viejo

Bilbao, paseo junto a la ría

Puente de la Merced junto a la ría de Bilbao.

/ D. R.

El casco viejo se convertirá en el punto de partida de esta ruta. Sin duda el lugar idóneo para remontarse hasta siete siglos atrás y descubrir cuáles fueron sus orígenes. A los atractivos arquitectónicos de la que fuera una villa de marcado acento marinero, debemos sumar también los gastronómicos.

La parte antigua de la ciudad reúne incontables negocios hosteleros en los que degustar los populares pintxos. Estas creaciones de cocina en miniatura que colonizan las barras de los bares dan lugar a bocados llenos de sabor y originalidad. Una vez que hayamos hecho un alto en la Basílica de Begoña y abandonemos esta zona situada en la margen izquierda de la ría. Nuestra próxima parada está en la orilla contraria: el Ayuntamiento.

Frente a él se erige la escultura del artista vasco Jorge Oteiza titulada Variante Ovoide y conocida como Txapela a medio lado. Data de la década de los cincuenta y recuerda al casco de las embarcaciones que navegaban antaño por el Nervión.

Los puentes

Puente Zubizuri, en Bilbao

Puente Zubizuri, obra de Santiago Calatrava.

/ D. R.

La obra artística de Oteiza no será el único elemento que llame nuestra atención en el itinerario trazado a través de la ría. Los puentes que la cruzan sucesivamente representan otro atractivo añadido. Podremos contemplar la evolución que han ido experimentando. Desde los proyectados décadas atrás a los más actuales e icónicos.

Entre estos últimos destaca el Zubizuri, proyectado por el arquitecto Santiago Calatrava. La polémica lo ha acompañado desde su inauguración, como consecuencia del material empleado en su pavimentación y las caídas que han sufrido ciudadanos al transitarlo.

Cada uno de los puentes esconde una historia, un estilo arquitectónico, un origen… No solo unen las orillas enfrentadas. También unen pasado y presente en un metafórico viaje que, en su conjunto, nos invitarán a llevar a cabo.

La revolución del paisaje

Museo Guggenheim (Bilbao)

Museo Guggenheim.

/ D. R.

El curso del Nervión nos llevará en su tramo más avanzado a la otra cara de Bilbao, la que se viste de vanguardia tras la reconversión industrial. El paisaje cambia para erigirse ante nuestra mirada edificios que parecen salidos de la imaginación o de un sueño futurista. El Museo Guggenheim es el más claro exponente de esos aires de modernidad que envuelven en la actualidad a la capital vizcaína.

A él se suman otras construcciones que tampoco pasan inadvertidas, como la Torre Iberdrola. Sin olvidar el Palacio de Congresos Euskalduna, el Museo Marítimo y el Museo de Bellas Artes.

Los cambios prometen continuar en el futuro. La península de Zorrozaurre se transformará en unos años en una isla, en una suerte de Manhattan vasco de 840.000 metros cuadrados. La transformación de la ciudad, lejos de haberse detenido, sigue su propia revolución y promete seguir sorprendiéndonos en nuestras próximas escapadas.

A bordo de un barco

Es cierto que el paseo que sigue el itinerario trazado por la ría puede hacerse a pie o en bicicleta, como se recomienda, pero no debemos olvidar una tercera fórmula llena de atractivo. Nos referimos a la que nos ofrecen las embarcaciones Ibai Alai e Ibai Eder.

Sus rutas permiten disfrutar de una perspectiva diferente en 60 minutos. Un plan que puede llevarse a cabo en familia y que hace las delicias de los más peques. Una experiencia superrecomendable.

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