4 pueblos de España que no conocías (y deberías)

España es un país repleto de pueblos, con algunos completamente deshabitados pero que merece la pena conocer.

San Martín de Trevejo es uno de los pueblos más bonitos de la Sierra de Gata extremeña
San Martín de Trevejo es uno de los pueblos más bonitos de la Sierra de Gata extremeña / Istock / Fotoeventis

Cada vez más se busca visitar pueblos más tranquilos (y bonitos) en lugar de ciudades alborotadas donde es imposible encontrar un hueco en cualquier lugar en un día festivo. Algunos pueblos españoles están completamente vacíos, mientras que otros intentan sobrevivir con vecinos que se cuentan con los dedos de una mano. Ya que viajar es, para muchos, una actividad de relax, lo mejor es elegir pueblos poco conocidos en los que reservar alojamiento no va a ser un problema -al menos por motivos de ocupación-. Y de esos hay muchos en España, como estos cuatro repartidos por la geografía peninsular.

San Martín de Trevejo (Cáceres)

Este es uno de los pueblos más bonitos y desconocidos de la Sierra de Gata, extremeño casi por casualidad. Es uno de los tres municipios que aún conservan la lengua 'a fala' (junto con Eljas y Valverde del Fresno) y se ve reflejado en los carteles, que están tanto en castellano como en este dialecto declarado Bien de Interés Cultural.

Fachadas de casas de San Martín de Trevejo

Fachadas de casas de San Martín de Trevejo

/ Istock / kb79

Además, otra de las curiosidades es que todas las casas tienen dos puertas: una más ancha para los animales y otra más estrecha para entrar a los pisos superiores. Esta localidad de menos de 800 habitantes te hace viajas entre Salamanca y Portugal, entre pasado y presente, a través de los canales que antiguamente conducían el agua a casas y cultivos que parte sus calles en dos mitades.

Pelegrina (Guadalajara)

Es mucho más pequeño que el cacereño, pues tan solo unas 14 personas habitan este pueblo que se pierde entre montes dejando atrás Sigüenza, ciudad hecha "con las sobras de las nubes olvidadas", según Sánchez Ferlosio.

Pelegrina en el parque Barranco del Río Dulce

Pelegrina en el parque Barranco del Río Dulce

/ Istock / Karel Stipek

En la carretera hay varios miradores antes de llegar, uno de ellos con el nombre de Félix Rodríguez de la Fuente, puesto que desde él se ve la caseta que utilizaba como almacén. La paz y tranquilidad se respira en este recóndito lugar donde es muy complicado captar alguna ralla de cobertura. Las casas colocadas de manera laberíntica y respetando las elevaciones del terreno confoman las calles que conducen a las ruinas del castillo. Es un pueblo-mirador con dos excelentes restaurantes donde degustar los productos de la zona con vistas a una zona completamente verde, casi virgen.

Isaba (Navarra)

Esta villa muy próxima a Ochagavía -otro de los pueblos más bonitos de Navarra- sorprende por el ambiente, por la escrupulosidad con la que todo está dispuesto. Los vecinos se afanan para conseguir una apariencia así de cuidada y respetada.

Fachadas de casas en Isaba

Fachadas de casas en Isaba

/ Istock / Sebastian Sonnen

Está enclavada en el Valle de Roncal, en pleno Pirineo navarro. Pese a ser la villa más poblada del valle tiene menos de 400 habitantes censados que viven en las casas de piedra con puertas de arco de medio punto, chimeneas redondas y balcones de madera que conforman el paisaje medieval. Es una zona perfecta para los amantes de la naturaleza y de los deportes al aire libre, sobre todo en la montaña.

Burg (Lleida)

Los oscuros tejados de las casas de Burg y el marrón de las piedras con las que están construidas sus fachadas hace que parezca que el pueblo leridano trata de camuflarse entre las montañas pirenaicas.

El pueblo de Burg en el Vall Ferrera

El pueblo de Burg en el Vall Ferrera

/ Istock / Manel Vinuesa

Rodeado de auténticos parajes completamente alucinantes, sus 35 habitantes disfrutan de las vistas espectaculares que el paisaje ofrece. El municipio de Farrera, consciente de su ubicación privilegiada que bien podría servir de inspiración para cualquier trabajo, convoca residencias artísticas en el Centre d'Art i Natura (CAN). Está enfocado a artistas visuales, escénicos, músicos, escritores o científicos, con el fin de aprovechar el entorno natural para la creación.

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