Viajar en modo caracol: las mejores rutas del mundo en autocaravana
Una alternativa de lo más divertida para unas vacaciones en familia de carretera y manta

Dicen que, en tiempos de coronavirus, este medio de transporte ha llegado para quedarse. Porque ahora que viajar, ya se sabe, pasa por encontrar fórmulas que minimicen el riesgo de contagio, lo ideal es tratar de mantener en lo posible el distanciamiento social. En este sentido, las autocaravanas son las reinas. Porque no sólo propician autonomía y libertad de movimiento sino también intimidad para vivir unas vacaciones alejadas del turismo de masas y del transporte colectivo.

Desplazarse en modo caracol es una alternativa de lo más divertida para unas vacaciones en familia de carretera y manta. Y es además una estupenda manera de descubrir rincones maravillosos a lo largo y ancho del mundo. Aquí van unas cuantas rutas especialmente indicadas para conocer con la casa a cuestas:
Great Ocean Road (Australia): la carretera más bonita del mundo
Así ha sido definido este mítico trayecto de la costa sur australiana, que parte cerca de Melbourne dirección a Adelaida para adentrarse en un sube y baja de cuestas, curvas y contracurvas al que acompaña una espectacular panorámica.

Una carretera colgada del mar que, a lo largo de unos 420 kilómetros, atraviesa escenarios que dejan la respiración contenida. Playas infinitas salpicadas de surfistas, imponentes acantilados, encantadoras poblaciones, restos de naufragios, bosques de eucalipto donde dormitan los koalas, canguros que saludan al cruzarse en el camino… y los míticos Doce Apóstoles con su inigualable perfil.
Las Montañas Rocosas (Canadá): la columna vertebral de la Tierra
Aunque este sistema de cordilleras se extiende también a Estados Unidos, basta recorrer la vertiente de Canadá, declarada Patrimonio de la Humanidad, para entender la majestuosidad de este murallón paralelo a la costa oeste de Norteamérica. Porque lo que aquí encontraremos es un banquete visual formado por lagos turquesas, ríos de aguas bravas e imponentes picos nevados.

Emprender esta aventura de más de dos mil kilómetros a bordo de una autocaravana es una idea estupenda. Nada puede ser más placentero que despertar en los paisajes intactos que serpentean por los estados de Alberta y Columbia Británica, a lo largo de cuatro parques nacionales: Banff, Jasper, Yoho y Kootenay. Eso sí, al paso, hay que tener cuidado con los osos.
La Ruta 66 (Estados Unidos): the main street of América
Es la madre de las rutas porque lleva el sello del mito. También es un sueño para los aventureros del mundo. Un trayecto de 3939 kilómetros que originariamente discurría entre Chicago (Illinois) y Los Ángeles , a través de Missouri, Kansas, Oklahoma, Texas, New México, Arizona y California. De este a oeste de Estados Unidos.

Hoy ya no es posible recorrer el trazado original de forma ininterrumpida, aunque sí se mantienen algunos tramos. Da igual: la esencia sigue intacta. Carreteras infinitas, pueblos perdidos en el lejano oeste, ranchos con aires cinematográficos, moteles polvorientos… Y ello con el marco de paisajes tan espectaculares como el desierto de Arizona o el Gran Cañón del Colorado.

La Ruta de los Fiordos (Noruega): colosos de piedra
Desde Oslo a Cabo Norte la portentosa naturaleza del país de los vikingos reúne uno de los escenarios más deslumbrantes del Viejo Continente. Una retahíla de entrantes de mar abrazados por paredes de vértigo en un escenario descomunal ante el que sólo cabe frotarse los ojos y constatar la pequeñez humana.

Esta geografía de pasillos profundos que avanzan hasta 250 kilómetros tierra adentro, custodiados por acantilados verticales de hasta 1.300 metros de altitud, es un marco perfecto para contemplar con la casa a cuestas.
El Señor de los Anillos (Nueva Zelanda): las antípodas de norte al sur
Desde Auckland (en la Isla Norte) hasta punta Slope (en la Isla Sur) se puede seguir el rastro de la famosa saga de la famosa trilogía de J. R. R. Tolkien, llevada al cine por Peter Jackson. Una ruta a lo largo de casi dos mil kilómetros, por un territorio de paisajes cambiantes sumamente hermoso.

Convertido en plató natural, la fantasía llegó a este rincón de las antípodas de la mano de los wargos salvajes y los reinos enanos que conforman El Hobbit. Hoy sus montañas, glaciares y playas salvajes alimentan la leyenda de la Tierra Media y atraen a los amantes de la saga, que siguen los pasos de Bilbo y Frodo en su intrépida aventura.
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