Valeria, la ciudad donde hubo casas colgadas 1.500 años antes que en Cuenca
Así lo atestigua el yacimiento romano asentado sobre la hoz del río Gritos, en La Manchuela conquense

Erigida sobre la inmensidad de La Manchuela, en la serranía media de Cuenca, Valeria es una localidad discreta y silenciosa que, sin embargo, esconde un jugoso patrimonio histórico. Un pueblo que se jacta de contener la mayor iglesia románica de la provincia, la de Nuestra Señora de la Sey, con tres naves en cuyas paredes perviven estelas funerarias romanas, piezas visigodas y detalles mudéjares.

También en lo alto de un cerro guarda Valeria los restos un castillo medieval, así como las ruinas de una ermita llamada de Santa Catalina. Pero lo más importante que hay en este municipio de tan evocador nombre es el recuerdo de lo que fuera una de las urbes que mejor recogieron los elementos esenciales de la planificación romana. Y en ella, todavía más crucial, la existencia de unas casas colgadas como las archifamosas de Cuenca, pero con la diferencia de que éstas fueron construidas unos 1.500 años antes.

Obra de ingeniería
Este conjunto de viviendas rupestres, excavadas en la roca, tienen los signos evidentes de haber estado voladas sobre el vértigo las hoces de los ríos Gritos y Zahorra, en ese paraje espectacular tallado por la acción erosiva de las aguas, en el que se asentaba la Valeria romana. Y su existencia probablemente tuviera el fin de lograr el mayor aprovechamiento posible del espacio.

Más allá de las casas colgadas, esta joya de la estructura urbanística hispano-romana era también un ejemplo de ingeniería con su perfecto tramado para la provisión de aguas: en ella se construyeron acueductos que, bien adaptados al trazado o bien excavados bajo la tierra, vertían las aguas a los aljibes. En este magistral conjunto de aguas destacaba el
Ninfeo, una fuente monumental de casi cien metros de longitud que fue la mayor del imperio romano.
Esplendor romano
Bien comunicada con Ercávica y Segóbriga a través de la vía Complutum, la Valeria de la antigüedad conserva en nuestros días el Foro, uno de los más completos de la meseta, que en realidad son varios superpuestos. Era este la plaza pública de la ciudad, su centro político-administrativo y religioso; en torno al cual se articulaban una serie de edificios públicos como la Basílica, el edificio Prebasilical o Domus Publica, el edificio de la Exedra, que servía de culto imperial, la curia y el Criptopórtico. Y todo ello rodeado de una serie de tabernas y tiendas que flanqueaban el acceso a la plaza en la zona sur, a través una gran escalera monumental.

De todo ello hoy quedan ciertos restos que, con voluntad y mucha imaginación, nos transportan al esplendor de esta villa emplazada a unos 30 kilómetros de Cuenca capital y a unos 50 de otra gran huella romana: la de Noheda, donde un noble del Imperio decidió construirse una opulenta casa de campo a la que pavimentó con el mayor mosaico figurativo de la época que se ha descubierto hasta hoy.
Por si fuera poco, en la misma Valeria se celebra, a mediados de agosto, la llamada A Valeria Condita, unas interesantes jornadas romanas con talleres, teatro, charlas, visitas guiadas…
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